Desolación e impotencia una semana después de la DANA: "Era toda mi vida y ahora no se puede salvar nada"
- La huella de las fuertes lluvias continúa presente en municipios como Yuncillos, en Toledo, o Belmonte, en Cuenca
- Varios vecinos explican las consecuencias de la DANA y celebran la solidaridad y empatía de la población
Negocios que temen no poder volver a abrir sus puertas, hogares inhabitables, recuerdos perdidos… Una semana después, la huella de la DANA. Las labores de limpieza han avanzado gracias a la solidaridad, en gran medida, de los vecinos, pero el lodo ha dejado una gran incertidumbre. “Seguimos desolados e impotentes”, lamenta Ali Rodas desde Buenache de Alarcón, Cuenca. Su tienda de alimentación y droguería, con 35 años de recorrido, ha quedado devastada.
“Era toda mi vida y ahora no se puede salvar nada, sobre todo de comida”, explica la mujer con la voz quebrada por el miedo. Cree que el Consorcio de Compensación de Seguros no sufragará todas sus pérdidas y, a sus 60 años, confiesa que levantar desde cero su tienda podría no merecer la pena. De momento, cuenta que una panadería del municipio desaparecerá tras ser destruida por las lluvias. “El pueblo se va a quedar muy triste, la vida aquí no es como en las ciudades”, advierte a RTVE.es.
En Yunclillos, Toledo, tampoco Sara (nombre ficticio) es capaz de imaginar la posible reconstrucción de su hogar, “no me encuentro con fuerzas”. Ella y su familia viven en Getafe, pero la del pueblo es una casa familiar erigida por sus padres con un enorme valor emocional. “La habíamos reformado por completo hacía un año”, un esfuerzo que, junto con fotografías y otros recuerdos, ha quedado cubierto por el lodo y la paja. No puede contener las lágrimas mientras enumera los daños a los que aún no se ha atrevido a poner una cifra.
“Es desgarrador. Ver todo el pueblo ahora mismo es desgarrador. No tenemos farmacia, no tenemos centro de salud y el ayuntamiento también está totalmente inhabilitado”, asegura. Sara teme, además, por todas aquellas personas mayores del municipio, con solo unos 800 habitantes, que no tienen contratado un seguro para el hogar. "Se acerca el invierno y mucha gente no va a poder acondicionar su casa si no llegan ayudas", augura.
Más de 10.000 siniestros y hasta 70 millones de euros en indemnizaciones
En los cuatro días de temporal, del uno al cuatro de septiembre, en España se ha recogido cinco veces más lluvia de lo normal para este periodo del año. La depresión aislada en niveles altos (DANA) ha dejado así inundaciones en amplias zonas de la península ibérica y cuyos daños deberán ser cubiertos por el Consorcio de Compensación de Seguros (CCS). Eso sí, siempre y cuando el afectado ya contase con un seguro privado.
Por el momento, el CCS han concluido las labores de reconocimiento pericial de las muchas zonas afectadas. Su información preliminar, ha avanzado, estima que la entidad deberá gestionar unos 10.500 siniestros que ascenderán a un total de entre 60 y 70 millones de euros en indemnizaciones. Las cantidades más altas se recibirán en zonas como Castilla-La Mancha y Comunidad de Madrid, pero con especial urgencia en las provincias de Toledo, Cuenca y Ciudad Real.
El 63,7% de las solicitudes recibidas hasta ahora se refieren a viviendas y comunidades de propietarios, mientras que el 25,6% han sido planteadas sobre vehículos automóviles y el 8.7% respecto a establecimientos comerciales, locales de oficinas y otros inmuebles, públicos o privados, de uso no industrial. Detrás de todas estas cifras, sin embargo, se encuentran historias personales como las de Ali Rodas o Sara, para quienes las indemnizaciones supondrían un alivio considerable, pero ante las que recuerdan que las heridas que deja la DANA van más allá de las mismas.
Terror, tristeza y desesperanza: "Cada vez que vea una nube negra tendré miedo"
En Buenache de Alarcón, un municipio con apenas 500 habitantes, vivieron una grave inundación hace ya unos nueve años, calcula Rodas, pero sus consecuencias no llegaron a ser tan importantes como las que ha dejado la DANA la última semana. Las lluvias se han llevado consigo "medio pueblo", arrasando con el centro médico, la panadería y la farmacia, todos ellos bañados en barro. "Las puertas reventaron" y se hizo "el caos".
“Quería quedarme a defender mi casa“
A Rodas el aguacero le sorprendió dentro de su tienda y solo escapó ante los gritos y las súplicas de su hijo. "Quería quedarme a defender mi casa", lamenta al contar que su vivienda se encuentra en la planta superior a su negocio. Ahora confiesa que, más allá de la terrible tristeza que siente al pensar en los daños y en la posibilidad de que no pueda volver a trabajar, también siente verdadero terror. "Cada vez que vea una nube negra tendré miedo de que vuelva a ocurrir", a que el agua destruya de nuevo sus esfuerzos.
En Yuncillos, Toledo, la mayoría de las casas no tienen todavía ni agua ni luz. Algunas de ellas han quedado totalmente sepultadas por el lodo, siendo sus muebles irreconocibles. "Mi patio ya no existe. No hay pared y la corriente se ha llevado mesas y sillones. Dentro de casa han desaparecido muebles, vajillas, cristalerías… Cuando vi todo por primera vez no pude evitar ponerme a llorar", recuerda Sara. Parte de lo que habían construido sus padres y sus abuelos durante años, sumados a los esfuerzos de su generación, se esfumó a la vista en pocos minutos.
Diego Delgado es electricista, vive en Belmonte, está a punto de cumplir 65 años y había logrado comprar un coche "cómodo y decente" para los años venideros, con la vista puesta en su jubilación y en el descenso de sus ingresos. Un vehículo, sin embargo, que ha acabado inundado en barro junto a otros que tenía. Pensando en que de estar en el garaje este podría inundarse con las lluvias, los había aparcado en calles aledañas, pero aun así no pudo salvarlos. "Entre una cosa y otra, calculo unas pérdidas de 40.000 euros", estima. Y cree que las indemnizaciones, a precio de mercado, no sufragarán sus inversiones. Una opinión que por ahora comparten el resto de entrevistados por RTVE.es.
Una solidaridad "mágica": los pueblos, más unidos que nunca
Pero si en algo están de acuerdo también los entrevistados es que esta catástrofe ha mostrado una faceta maravillosa de los pueblos: la de la solidaridad. "Es mágica", describe Ali Rodas. "Todos nos están ayudando, incluso vecinos de los pueblos de alrededor, y ya se están haciendo espectáculos y partidos de fútbol para recaudar dinero", cuenta emocionada.
Desde Belmonte, Cuenca, también Diego Delgado se muestra conmovido con el apoyo de la población. Hasta 40 personas llegaron a presentarse hace unos días en un restaurante para ayudar a su dueño a evacuar y a limpiar el patio, los almacenes y las cocinas, posibilitando que este jueves reabriese sus puertas. "La gente ha venido con palas, picos, tractores, escobas... La DANA arrasó con el parque y esta mañana ya lo estaban limpiando y colocando los adoquines", asegura orgulloso.
Mientras Sara se partía frente a unas fotografías destrozadas por el lodo, llamaron a la puerta un grupo de jóvenes con una pregunta: "¿En qué podemos ayudarte?". "Se personaron casi 20 chicos y voluntariamente nos ayudaron a limpiar", un auxilio gracias al que pudo prescindir de la contratación de una empresa privada y por el que admite estar extremadamente agradecida. Pero este no es el único ejemplo de empatía en su pueblo, Yuncillos. Allí, Casa Dori, un hogar rural, acoge a todos los vecinos que lo necesiten desde que comenzó la DANA. "La labor que hacen es impresionante", celebra.
Por todo esto y aunque Sara desconoce cuándo su casa volverá a parecer un hogar, ahora más que nunca tiene algo claro: cuando así sea, sus puertas estarán abiertas para todo el municipio y más allá. "No sé si llegaremos a poder celebrar una inauguración, pero queremos que venga todo el pueblo, todas las personas que nos han ayudado. Haremos una fiesta inmensa", concluye.