La vida se abre paso entre las ruinas del terremoto: "Nació un bebé. Algo bonito dentro de este horror"
- Talat N'Yaaqoub, a 25 kilómetros del epicentro, ha quedado totalmente destruido y sus habitantes han llenado las calles
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"Ayer ocurrió algo bonito dentro de este horror. Nació un bebé", dice Said con un gesto de alegría. Sin saberlo, nada más nacer, Mohammed ha sido la pizca de esperanza que necesitaba la población de Talat N'Yaaqoub, una comuna rural en la provincia marroquí de Al Haouz en la que apenas queda un edificio en pie tras el terremoto. Se trata de la provincia que más víctimas mortales ha registrado por el seísmo que sacudió esta zona de Marruecos en la madrugada del sábado
El pueblo, a sólo 25 kilómetros del epicentro, ha quedado totalmente destruido y sus habitantes han llenado las calles, donde se esfuerzan por volver a hacer una vida lo más normal posible al mismo tiempo que observan cómo trabajan los equipos de rescate.
A pesar de su felicidad por el nacimiento de Mohammed, Said lamenta la muerte de dos de sus primos y otros familiares. "La mujer de mi tío ha perdido a siete miembros de su familia. La casa de mis padres se ha derrumbado y mi casa tiene grietas. De momento, no puedo vivir en ella", explica con gesto triste este artista bereber.
En el momento del terremoto, Said se encontraba en Marrakech, pero en cuanto sintió el temblor vino hasta este pueblo en medio del Atlas. "Cuando llegué, vi el desastre. Las personas mayores dicen que nunca han vivido un desastre como este", asegura.
"No quedan esperanzas"
"No tengo ganas de hablar", dice casi entre lágrimas un hombre de unos 65 años -también vecino de Talat N'Yaaqoub, un pueblo de 7.000 habitantes-, mientras espera noticias del equipo de rescate. "Van a sacar a su hermana y a su marido", nos explican.
Un grupo de unas 40 personas, la gran mayoría hombres, observa cómo buscan supervivientes entre los escombros de lo que hace unos días era un pequeño edificio de dos plantas con viviendas.
"Han sacado cinco cuerpos. A mano, sin máquinas. Todos muertos y de la misma familia. No quedan esperanzas", explica Youssef, un joven marroquí que vive en España y que estaba en su país visitando a su familia cuando ocurrió el terremoto.
Solo unos metros más adelante está Aisha, una mujer de unos 50 años de un pueblo llamado Targa, a 4 kilómetros de Talat N'Yaaqoub. Ahí, nos cuenta, han muerto 25 personas, y ha venido a este pueblo porque tiene amigos y familia que viven aquí. "En estos pueblos, todos somos una familia", añade.
Desesperación por la ayuda que no llega
Muchas de las zonas afectadas por este terremoto cuentan con un difícil acceso. Las carreteras están llenas de baches, curvas y rocas que se han desprendido, quitando bastante espacio a los carriles. Todo esto ralentiza la llegada de ayuda humanitaria y de equipos de emergencia.
A unos 49 kilómetros de Talat N'Yaaqoub, en un pequeño pueblo llamado Asni cientos de personas se suben a un camión lleno de sacos azules y palos de madera. Se respira la tensión en el ambiente. Luchan de forma desesperada por lograr cada uno una bolsa que contiene comida y materiales para construir tiendas de campaña. Es de la poca ayuda que ha llegado a la zona.
"Las carreteras se encuentran en tal estado que es difícil llegar hasta aquí", explica Said, quien añade que el Ejército y la Policía ha tardado en llegar a su pueblo más de un día después del terremoto.
Por esa razón, son también muchas las personas que, como Nora, han decidido llevar al pueblo comida y otro tipo de suministros a los afectados.
Esta joven de unos 35 años ha venido con otros dos amigos desde Casablanca. "Venimos con todo tipo de comida, lo esencial: azúcar, té, pan, leche, agua... Hay mucha gente que se ha visto afectada. Esto es un desastre", asegura en mitad de un atasco tremendo.
Tienen amigos en Talat N'Yaaqoub. "Nos llamaron para que les lleváramos comida a ellos y al resto del pueblo. Nuestro amigo ha perdido a sus tíos", añade.