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Fernando Botero: cómo convertir el volumen en "una forma sinfónica"

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Imagen de 2012 que muestra a Fernando Botero junto a su obra "Caballo de Picador" (1992), en el Museo de Bellas Artes de Bilbao.
Imagen de 2012 que muestra a Fernando Botero junto a su obra "Caballo de Picador" (1992), en el Museo de Bellas Artes de Bilbao.

Sus esculturas han tomado las calles en los cinco continentes, siempre aparece en las listas de obras más del siglo XX y XXI, y es uno de los poquísimos artistas contemporáneos reconocibles para un amplio público. Fernando Botero, el artista del volumen, deja literalmente su obra a la vista de todos y un vacío tan rotundo como sus figuras humanas.

El artista de la exageración explicaba así su epifanía estética: “Sentí una identificación muy grande con el volumen de la pintura. El aspecto poético, descriptivo, ilustrativo que había: es como una forma sinfónica de la pintura”.

"Mujer con espejo", de Fernando Botero, expuesta en la Plaza de Colón de Madrid. EFE/ Fernando Villar

Colombiano, antioqueño y medellinense. Toda su vida mantuvo las rutinas de su tierra, desayunando arepas de huevos antes de pasear entre los eucaliptos y encerrarse en el estudio con la ventana abierta. La única vida que le interesaba pese a su descomunal éxito. “La vida del artista es como dos vidas paralelas”, explicaba. “Por un lado están las exposiciones, el éxito, que se vuelve una profesión también. Y luego está la creación que es lo realmente importan y lo único que da sentido”.

La influencia renacentista

Descubrió su habilidad artística pintando corridas de toros. “Cuando era niño vi a Manolete y toreros de la época. Fue una locura que tuve de niño y me inicié dibujando toros y toreros an clase”. Llegó a asistir a la escuela de tauromaquia para descubrir que tenía más miedo que vocación y se volcó ya definitivamente en la acuarela como puerta al mundo artístico.

Estudia en Madrid y visita el Prado. Su culto a Piero de la Francesca le lleva también a Florencia a los 20 años, donde se inspiró con las acciones fuera del tiempo del pintor renacentista, una característica que acompañará para siempre al colombiano.

"Piero della Francesca" y "Battista Sforza", de Fernando Botero. EFE/ Diana Giambona

“Fue un viaje que me marcó muchísimo. Ver los originales fue una revelación ver los murales de Giotto, las pinturas de Piero de la Francesca. Me considero un poco autodidacta; uno tenía que descubrirse a sí mismo”, recordaba. Sus murales contemporáneos han sido acogidos, no sin a veces polémica, en iglesias del siglo XVII.

Botero aplicó la tradición renacentista y los volúmenes a la tradición y folclore colombianos. “A lo mejor hay países con montañas o ríos más bellos, pero Colombia me ha dado todos los recuerdos en los que se basa mi pintura. Toda esa nostalgia y amor se transluce en lo que hago”.

"20 de julio", Fernando Botero (1984).

"20 de julio", Fernando Botero (1984). , Museo Nacional de Colombia, Bogotá, Colombia.

Pintor figurativo en el reino de lo abstracto

Su estilo figurativo nadaba a contracorriente de la predominancia abstracta. En 1960 se muda a Nueva York, capital mundial del arte. “Fueron años difíciles en todos los sentidos. Subsistir con la pintura era todo un problema. Y mi pintura era la negación de lo que se hacía en Nueva York, que vivía el momento del abstracto expresionista. Y yo hacía lo que sigo pensando que está bien, no me deje tentar por el canto de sirenas que era el arte abstracto. Eso me creo todo clase de problemas personales y profesionales. No había manera de conseguir una galería. Te trataban como a un leproso”.

Botero, 60 años de pintura

Pero comienzan las ventas. “Mona Lisa a los 12 años” es elogiado en The New York Times y es comprado por el MOMA en 1961. Su obsesión es la técnica, el clasicismo y el perfeccionismo, que recubre de ironía. En los 70 llegan las retrospectivas por todo el mundo, que nunca se detendrán. Los galeristas pelean por sus obras.

'Mona Lisa a los 12 años', Fernando Botero, 1959.

'Mona Lisa a los 12 años', Fernando Botero, 1959. MOMA.

Un pintor que "necesitaba" ser escultor

En 1983 se traslada a la Toscana para profundizar en su obra escultórica que se emplazará en lugares públicos de Londres, Roma, San Francisco, Chicago, Buenos Aires, París, Moscú o Barcelona.

“Soy un pintor que necesitaba ser escultor; En mi pintura hay un elemento volumétrico muy presente y necesitaba realizarlo. El escultor comunica una sensualidad de la naturaleza y lo que importa es si el público participa de ese placer que tiene el escultor haciéndolo. Cuando la gente acaricia mis esculturas, me da una sensación de gozo”.

Día de la Un niño subido a la escultura urbana dedicada a

Un niño subido a la escultura urbana dedicada a "La Maternidad", de Fernando Botero, ubicada en Oviedo. EFE

Un gozo que nunca fue ensombrecido por su éxito sino todo lo contrario. “El arte existe en la mente de los demás, no en un bronce o un pedazo de tela: si no existe en la mente de los demás, no es nada”.