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Marruecos, desde el epicentro del seísmo (VI)

Los marroquíes miran hacia el futuro con incertidumbre tras el terremoto: "Ahora solo queremos sobrevivir y estar a salvo"

  • En las provincias de Chichaoua y Tarouodant las clases se han suspendido en 42 localidades
  • Temen encontrar dificultades a la hora de buscar trabajo

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Un hombre se encuentra cerca de su casa destruida por el terremoto en la provincia marroquí de Al Haouz
Un hombre se encuentra cerca de su casa destruida por el terremoto en la provincia marroquí de Al Haouz

En la curva de una carretera cercana a la ciudad de Tahannaout, casi a los pies de las montañas del Atlas y unos 34,5 kilómetros al sur de Marrakech, se encuentra la tienda de artesanía bereber de Dunia y su familia, llena de productos de cerámica expuestos justo a la entrada. Algunos de ellos se han roto a causa del terremoto que sacudió esta región hace casi una semana.

Su casa, donde vive con otros seis adultos de su familia, además de sus tres hijos, está llena de grietas. Ahora viven todos sobre mantas y tapándose del sol con sábanas en plena calle y solo entran a la vivienda para cocinar.

"Vivimos en la calle porque nuestra casa tiene daños y nos da miedo alojarnos ahí. No sé qué vamos a hacer en el futuro porque ahora mismo solo queremos sobrevivir y estar a salvo", afirma esta joven, quien no deja de estar pendiente de su bebé de tan solo 15 días.

No sabe cuándo, pero Dunia asegura que en el futuro repararán su casa y la parte trasera, en la que tienen un pequeño establo con algunos animales. Afortunadamente, no han perdido ninguno.

"Seguiremos vendiendo artesanía. Es nuestra tienda. No tenemos otra forma de ganarnos la vida", añade.

Los niños, sin saber cuándo volverán al colegio

En Talamanzou, a 60 kilómetros de Marrakech, vive Mohammed, de 16 años. La mitad de su casa se derrumbó después del terremoto y no puede alojarse ahí. "Habrá que tirarla y reconstruirla. No solo mi casa, casi todas en el pueblo tienen que reconstruirse", cuenta este joven.

Duerme con su familia en una tienda improvisada en mitad de una explanada cerca de la mezquita del pueblo. "Es muy duro vivir en las tiendas. Hace mucho frío por la noche y necesitamos más comida, mantas y tiendas", asegura unos minutos antes de que un vecino llevara a los niños una caja con chocolatinas.

Los niños de Talamanzou no pueden ir al colegio. Algunas de sus paredes se han caído y otras están llenas de grietas. Pasan los días en la calle, jugando y paseando con una moto de un lado a otro, en un pueblo en el que apenas hay sombras.

"Después de que arreglen el colegio, volveremos a estudiar. Nos gusta ir", añade Mohammed, quien al decir que de mayor quiere ser futbolista es ovacionado por la gente que está a su alrededor, al tiempo que se escucha algún "¡Hala Madrid!", de fondo.

Ahmed tiene 12 años y vive en otro pueblo llamado Moulay Brahim, ya en la zona del Atlas, pero tanto él como el resto de niños de la aldea se encuentran en la misma situación que Mohammed. Estaba en casa de su familia cuando comenzó el temblor. "Tuve mucho miedo en el momento del terremoto. Creía que la casa se me iba a caer encima", admite, aunque está contento porque toda su familia está bien.

"Ahora pasamos el día jugando unos con otros y en las tiendas con nuestras madres", añade mientras uno de sus amigos juega con el teléfono móvil.

Los colegios de Mohammed y de Ahmed son tan solo dos de los 530 colegios que se han visto afectados por el seísmo, principalmente en las provincias de Chichaoua y Tarouodant, en las que las clases se han suspendido en 42 localidades. Al menos siete profesores han muerto por el seísmo y otros 39 han resultado heridos.

Además, se estima que, entre las 300.000 personas afectadas por el terremoto, alrededor de 100.000 son niñas y niños.

Dificultades para encontrar trabajo tras el terremoto

Mohammed, de 28 años, es un pintor de Talamanzou. Su casa ha quedado destrozada y asegura que todo el mundo necesita ayuda. "Después del terremoto todo el mundo tiene miedo y es difícil encontrar trabajo porque todo el mundo solo piensa en si habrá otro terremoto o no", comenta mientras agarra a dos de sus hijas, una de cada mano.

"Por ahora, solo pienso en el presente, no en el futuro. Pienso cómo protegeré a mi familia, cómo darles comida y otras cosas para pasar esta crisis", añade con cara sería mientras el resto de vecinos escucha sus palabras.

Marrakech es la ciudad más turística de Marruecos, y también son muy visitados los pueblos repartidos por el Atlas en los que un significativo número de edificios se ha convertido en escombros. Algunos vecinos de la zona, dependientes de la industria turística, temen por su futuro.

"En Marruecos el turismo es importante y en esta región más todavía", señala Aziz en Ouirgane, a unos 60 kilómetros al sur de Marrakech. "Este terremoto nos va a afectar mucho. Ahora nos vamos a quedar sin trabajo", añade sentado en el sofá de su casa con una grieta que recorre la pared de su salón.