Las lenguas cooficiales se estrenan este martes en el Congreso: así lo hacen otros países desde hace décadas
- Los parlamentos de Bélgica, Suiza y Canadá se consideran multilingües y cuentan con traducción simultánea de las sesiones
- El conocimiento de más de una lengua por parte de los diputados difiere por países y marca su idiosincrasia política
En castellano, català, galego y euskera: así sonará desde este martes el Congreso de los Diputados. Los auriculares para escuchar la traducción simultánea se convertirán en una herramienta más del trabajo en el hemiciclo, como ya sucede en otros países con parlamentos plurilingües como Suiza, Bélgica o Canadá.
España aún ultima los detalles. A falta de la aprobación definitiva en el pleno, la Mesa ya ha acordado la reforma del Reglamento, como exigieron nacionalistas e independentistas para apoyar el nombramiento de la presidenta de la cámara, la socialista Francina Armengol. De momento, se sabe que se empleará a los traductores que ya trabajan en el Senado y se aprovecharán también los pinganillos que se compraron para la intervención del presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski. Todavía se cuenta con seis meses para poner en marcha el sistema al completo, pero el presupuesto estimado para los plenos de martes y jueves de esta semana es de unos 30.000 euros.
Pero, ¿cómo se organizan en otros países?, ¿qué significa para sus parlamentarios y ciudadanos el uso de distintas lenguas?
Suiza: "voluntad" de convivencia y entendimiento
"En Suiza se considera una obviedad que cada uno pueda hablar en su propia lengua materna, sea en sede parlamentaria o fuera del hemiciclo", cuenta a RTVE.es Antonio Suárez, miembro de la junta directiva de la Asociación Suiza de Traducción, Terminología e Interpretación (ASTTI).
Según detalla el traductor, en el Consejo Nacional, equivalente a nuestro Congreso de los Diputados, trabajan tres intérpretes para cada una de las tres lenguas oficiales de la Confederación Suiza (alemán, francés e italiano), con el alemán como la lengua que se traduce con más frecuencia al ser hablada por más del 60% de la población.
En el país helvético todas las comunicaciones oficiales del Estado se publican en los tres idiomas, al tiempo que se reconoce la "cooficialidad" de la lengua romanche. Esta última, cuyo uso está garantizado en las relaciones con los ciudadanos que pertenecen a su comunidad lingüística y se reconoce como oficial en el cantón de los Grisones, no obstante, todavía no ha entrado con pleno derecho en el parlamento.
El servicio de interpretación comenzó a mediados de siglo XX, aunque el italiano, que habla en torno al 8% de los ciudadanos suizos, no se introdujo hasta el 2000, de acuerdo con la web de la institución. "Con el tiempo, se ha ido reforzando la plantilla de intérpretes y se ha dado mayor relevancia al italiano, equiparándolo jerárquicamente al alemán y al francés", señala Suárez.
Desde la cámaras insonorizadas del Consejo Nacional se traducen todos los votos individuales y todas las intervenciones relevantes de los 200 diputados y diputadas, aunque hay que tener en cuenta que el parlamento helvético se reúne solo cuatro veces al año durante tres semanas, a lo que se suman las reuniones de las comisiones parlamentarias otras tres veces al año.
Además, no existe servicio de interpretación ni en dichas comisiones ni en el Consejo de los Estados, esto es, su cámara alta, comparable a nuestro senado por ser la sede de la representación de los cantones. "Se parte del supuesto que los senadores tienen los conocimientos lingüísticos suficientes para seguir los debates", explica Suárez. Sobre esta "renuncia" que decidieron sus ‘señorías’, el traductor expone: "por un lado, los políticos suelen dar mucha importancia a la contención de los gastos públicos; pero, por otro, también se debe al hecho de que Suiza es un país multilingüe, en el que el aprendizaje de un segundo idioma nacional forma parte de la escolaridad obligatoria".
Por ello, desde el punto de vista práctico puede decirse que no existe una 'brecha' lingüística, mientras que, desde un prisma identitario, el plurilingüismo forma parte de su esencia nacional. Suiza "se concibe a sí misma como 'nación-voluntad', nacida de la determinación de sus habitantes para formar una sociedad cohesionada y unida en su diversidad", afirma el traductor, que reconoce que está "ampliamente aceptado" que dos ciudadanos de regiones lingüísticas distintas mantengan una conversación hablando cada uno en su lengua materna, si bien, algunos de los "dialectos germánicos en ocasiones pueden dificultar la comunicación".
De este modo, sus representantes consideran el plurilingüismo también como un compromiso. "Suiza (nació) de un deseo común de compartir un destino común. Es, por tanto, un deber eminente de todo miembro del Parlamento Federal esforzarse por comprender la lengua, la cultura y la mentalidad de los demás, vengan de donde vengan. (...) Esto presupone que los representantes electos puedan trascender las fronteras lingüísticas en un intercambio directo", respondieron 70 miembros del Consejo Nacional a una moción presentada en 2007.
Bélgica: división territorial y lingüística
Son habituales también las imágenes de diputados y diputadas belgas escuchando por un pinganillo la traducción simultánea de otro miembro del parlamento. En la Cámara de los Representantes, como se conoce en Bélgica a su cámara baja, puede emplearse el francés, el neerlandés o el alemán, aunque actualmente no hay miembros germanohablantes entre los 150 escaños en total y, por lo tanto, se prescinde de los servicios de interpretación en dicha lengua.
"Somos seis y, como los interpretes siempre trabajan por parejas, solo podemos cubrir tres reuniones de comisión. Es claramente insuficiente, sobre todo en días que se convocan al menos 15 o 20 reuniones… Por eso recurrimos a intérpretes autónomos, cuyo número varía de una semana a otra", describe a RTVE.es el responsable del departamento, Olivier Hendrick.
A diferencia de Suiza, en Bélgica sí se traducen de forma simultánea todas las intervenciones de los diputados, "desde una simple pregunta en una Comisión a un discurso detallado en el Pleno", detalla Hendrick. Para ello, la Cámara garantiza que haya intérpretes disponibles "en todo momento, de lunes a domingo, las 24 horas del día", con el fin de que pueda ofrecerse la versión traducida de cualquier convocatoria.
Es un ejemplo de la planificación que tendrá que llevarse a cabo en adelante en el Congreso de los Diputados. De momento, se ha creado una bolsa con 12 traductores homologados, a los que se convocará según las necesidades, han informado fuentes parlamentarias a RTVE. A diferencia del departamento belga, en España se ha optado inicialmente por la externalización del servicio en lugar de crear un cuerpo de traductores de la cámara. Estos, además, no estarán de forma presencial en el palacio de la Carrera de San Jerónimo, sino que recibirán audio y vídeo en tiempo real y podrán traducir las intervenciones desde su lugar de trabajo o domicilio.
"Parece de sentido común que, en una institución que representa al país, todos los diputados que toman la palabra deben poder expresarse en la lengua que mejor les permita exponer sus argumentos. Corresponde a los intérpretes reproducir fielmente el mensaje en la otra lengua", argumenta Hendrick, miembro de la asociación profesional Cámara Belga de Traductores e Intérpretes (CBTI-BKVT). Pero no se trata solo de traducir el intercambio dialéctico, en Bélgica, el boletín oficial del estado ('Le Moniteur belge') también es bilingüe neerlandés-francés.
Las lenguas oficiales tienen una gran importancia política en el país. En 1962, se estableció lo que se conoce como "frontera lingüística", que dividió el territorio: al norte, la región de habla neerlandesa; al sur, la región de habla francesa; y en una pequeña esquina al este, la región de habla alemana. La primera corresponde a Flandes y las segundas a Valonia, aunque son divisiones administrativas distintas. Dentro de Flandes, de hecho, se encuentra la capital del país, Bruselas, único territorio considerado bilingüe francés-neerlandés.
Este reparto se refleja irremediablemente en la composición de la Cámara belga y forma parte de la historia del país. Las primeras intervenciones en neerlandés en un Parlamento controlado por la élite francófona están documentadas desde mediados del siglo XIX. Desde entonces, el plurilingüismo en el hemiciclo generó quejas y abucheos por ambas partes durante décadas, pero puede considerarse asentado a partir del final de la Segunda Guerra Mundial.
Canadá: bicefalia dominada por el inglés
Canadá es otro ejemplo paradigmático de parlamento bilingüe. Como sucede en Suiza y Bélgica, una simple visita a la web de la institución permite a cualquier ciudadano seguir las sesiones legislativas en cualquiera de los idiomas oficiales, en su caso, inglés o francés, desde 2004.
Antes, entre 1977 y 1991, también se ofrecían a través de dos canales por televisión, y es que, desde 1969, las dos lenguas tienen un estatus de igualdad para el gobierno canadiense y las instituciones federales. No obstante, no son las únicas piezas de su crisol lingüístico formado por las distintas lenguas y dialectos indígenas, que menos del 1% de la población reconoce como lengua madre.
Recientemente, la provincia de Nova Scotia ha dado al mi'kmaw el estatus de primer idioma, con el objetivo de "apoyar los esfuerzos para preservarla y promoverla ahora y para las generaciones futuras". En cualquier caso, de facto, el inglés es el idioma principal de una región donde también puede encontrarse una comunidad gaélica.
Lo mismo sucede en el parlamento. Más allá de esta diversidad cultural, en el plano político, el inglés es la lengua mayoritaria en la Cámara de los Comunes (entre un 70-80%) frente al francés (20-30%), según los datos oficiales de la última década. De forma puntual, también se cuenta con servicios de traducción e interpretación en lenguas indígena.
En definitiva, son años de una práctica que ahora en España echa a andar con tres lenguas cooficiales que se suman al castellano.