Diez años del caso Asunta: las claves de un crimen rodeado de incógnitas
- El sumario del caso reveló que los padres de Asunta intoxicaron a la pequeña en cuatro ocasiones antes del crimen
- Rosario Porto, hallada ahorcada en la cárcel en 2020, y Alfonso Basterra, que sigue en prisión, son los únicos condenados
El hallazgo del cuerpo sin vida de Asunta Basterra, una niña de 12 años, en una pista forestal de Teo (A Coruña) hizo saltar a la luz pública un caso que diez años después sigue rodeado de incógnitas. La condena a 18 años de prisión de los padres de la menor, que siempre negaron haberla matado, cerró la investigación judicial en noviembre de 2015, pero las circunstancias de la muerte, y, sobre todo, las contradicciones en que incurrieron los padres dejaron más dudas que certezas sobre un crimen del que todavía se desconoce el móvil.
En la sentencia del caso Asunta, la sección sexta de la Audiencia Provincial de A Coruña, presidida por el magistrado Jorge Cid Carballo, halló a los padres adoptivos de la niña, culpables de un delito de asesinato con la concurrencia de la agravante de parentesco, después del veredicto del jurado.
Una década después, el padre de la niña, Alfonso Basterra, sigue encarcelado en la cárcel de Teixeiro, mientras que su madre, Rosario Porto, ya no vive, fue encontrada ahorcada el 18 de noviembre de 2020 en la celda de la cárcel de Brieva (Ávila) donde cumplía la condena, después de haber intentado suicidarse en varias ocasiones.
Estas son las principales claves de un caso que sigue rodeado de incógnitas:
Denuncia de los padres y hallazgo del cuerpo
El 21 de septiembre de 2013, Rosario y Alfonso denunciaron la desaparición de su hija, Asunta Yong Fang, una niña de 12 años de origen chino que había sido adoptada cuando apenas tenía un año por el entonces matrimonio que se había separado ya en el momento de los hechos.
Al día siguiente, a la 1:15 horas de la madrugada, dos personas hallaron el cadáver de la niña en una pista forestal cercana a un chalet propiedad de Porto, en el municipio coruñés de Teo, próximo a Santiago de Compostela. Junto al cuerpo aparecieron restos de cuerda, idénticos a los que horas después la policía judicial halló en el citado chalet.
Concluida la ceremonia de cremación de la niña, Porto fue detenida e imputada de un presunto delito de homicidio por "las incongruencias y ambigüedades", así como por las "versiones contradictorias" en sus declaraciones.
La Guardia Civil arrestó un día después, el 25 de septiembre, a Alfonso Basterra, imputado también de un presunto delito de homicidio. El juez decretó prisión provisional sin fianza para ambos, únicos acusados en el crimen.
Un "plan premeditado"
El juez instructor del caso, José Antonio Vázquez Taín, aseguraba en su auto de apertura del juicio oral que el asesinato de la niña respondía a "un plan premeditado, ejecutado de forma gradual", y que resultaba "imposible sin la participación, o al menos el consentimiento de ambos imputados".
La investigación se vio interrumpida en diciembre de 2013, cuando se detectaron restos de semen en la camiseta que llevaba puesta Asunta en el momento de morir. El hombre de nacionalidad colombiana, cuyo perfil genético correspondería con los restos de semen fue imputado y negó que estuviera en Galicia el día de autos, pero finalmente quedó absuelto al considerarse que no fue otra cosa que un error en el laboratorio.
La instrucción terminó el 19 de junio de 2014. En las conclusiones, el fiscal Jorge Fernández de Aránguiz, pidió 18 años para cada uno de los padres por asesinato con circunstancia de parentesco y les consideraba "coautores" de la muerte violenta de la niña.
En su escrito, el fiscal señalaba que durante la asfixia de la niña, "por medio de la compresión que le aplicaron sobre la boca y nariz", Asunta Basterra Porto "sufrió náuseas y vómitos" y le resultó imposible defenderse "de modo efectivo". En un momento próximo a la muerte, detallaba, que "la ataron por los brazos y los tobillos" con unas cuerdas plásticas de color naranja y la trasladaron hasta colocarla sobre un talud Feros (aldea perteceneciente al municipio de Teo), a unos cuatro kilómetros del chalé familiar.
Los análisis: dosis elevadas de un ansiolítico
Los indicios encontrados durante la investigación del crimen apuntaban a la gravedad de los hechos: análisis toxicológicos revelaron dosis elevadas de ansiolítico en el cadáver, no solo en el momento de la muerte, sino desde tres meses antes, y el estudio forense confirmó que la muerte de la menor había sido violenta.
Dos expertas declararon el 14 de octubre de 2013 durante el juicio que la niña había ingerido por lo menos 27 pastillas de Orfidal de un miligramo el día de su muerte. Según las expertas, "desde el punto de vista toxicológico" no se podría saber si los 27 miligramos habían sido administrados en sola dosis o en varias, aunque sí apuntaron que "pudo ser" "antes o después de la comida", hecho que retarda el efecto. Los tóxicos no se hallaron en la comida de ese día, que preparó Alfonso Basterra, y que compartieron los tres.
El jefe del servicio de Patología Forense del Instituto de Medicina Legal de Galicia (Imelga), José Blanco Pampín, que hizo la autopsia de la menor, afirmó que la muerte de Asunta no había sido "accidental ni suicida" y confirmó que la pequeña había muerto entre las cuatro y las ocho de la tarde del 21 de septiembre, "asfixiada con un objeto" y que vomitó o tuvo náuseas.
La autopsia también reveló que el cuerpo de la menor presentaba ligaduras en manos y pies, así como una lesión en la cara externa de uno de sus muslos, lo que hacía pensar que pudo ser arrastrada. Esta hipótesis, la de que el cuerpo hubiera podido ser arrastrado, fue confirmada por otra compareciente del Imelga, Concepción de la Calle, quien aseguró que el cuerpo presentaba "signos de arrastre", como la ropa desplazada hacia arriba. Su "impresión" era que la niña había sido "colocada" allí "de una forma más o menos rápida" y según aseguró al ser preguntada por el Fiscal, en ese momento se había sopesado la agresión sexual.
Los padres se declaran inocentes
El juicio, que iba a celebrarse el 23 de junio de 2014 quedó pospuesto al 29 de septiembre, ante la imposibilidad de reunir a algunos miembros del jurado. A lo largo cuatro semanas, una treintena de medios de comunicación, algunos de ellos extranjeros, retransmitieron las circunstancias de la muerte de Asunta y de sus últimos meses de vida. Se pudo escuchar a un centenar de testigos y abundantes peritos.
Pocos días antes de que comenzara el juicio, justo el día en el que se cumplía el aniversario del crimen, Rosario Porto recordó a su hija con una esquela en el periódico El Correo Gallego, diario en el que trabajaba su marido Alfonso, con una cita sencilla que incorporaba el nombre de la niña, Asunta Yong-Fang, seguido de la leyenda "In Memoriam. Te querré siempre. Mamá".
En el juicio, Alfonso y Rosario se declararon inocentes y negaron haber suministrado ansiolíticos a la niña. La madre llegó a afirmar que Asunta tuvo unos buenos padres y relató episodios violentos de su exmarido pero nunca con la niña. Las defensas de los padres, reiteraron que no había pruebas contra ellos.
Por unanimidad, el jurado popular declaró a Rosario Porto y Alfonso Basterra culpables de la muerte violenta de su hija Asunta.
Declaraciones de profesoras de la niña
Tras la declaración de los padres, dos profesoras de música de Asunta Basterra confirmaron ante el juez instructor José Antonio Vázquez Taín que el padre de la menor, Alfonso Basterra, llevó en una ocasión a la niña a clase "drogada", con aspecto de estar sedada y "como sonámbula", manteniendo así la declaración que habían realizado ante la Guardia Civil tras el hallazgo del cadáver en una pista forestal de Teo.
Mientras, una vecina de la zona en la que fue localizado el cuerpo y que aseguró no haberlo visto aquella noche cuando paseaba por la pista forestal después de la medianoche se reafirmó en su primera declaración, alegando que esa noche pasó "por allí tres veces" y no vio el cadáver, a pesar de que se trataba de una noche "de luna llena" en la que "se veía bien".
Según el sumario del caso, los padres de Asunta Basterra Porto intoxicaron a la pequeña hasta en cuatro ocasiones antes del crimen y las cuerdas halladas junto al cadáver fueron utilizadas para maniatar a la pequeña, incluso con vida, en el chalet de Teo. Según pudo saber TVE, el 1 de julio de 2013, Porto recibió el alta en el hospital de Santiago de Compostela de los brotes de ansiedad que la tuvieron ingresada durante varios días y fue durante su convalecencia cuando los padres decidieron asesinar a Asunta.