Charlotte Gainsbourg en la corte del rey de Inglaterra
- El rey Carlos III ha sido recibido en París en la misma Galería de Espejos donde Luis XIV impresionaba a las visitas
- La actriz y cantante franco-británica ha sido una de las invitadas a una suntuosa cena de gala en Versalles
El rey Carlos III ha sido recibido en París con la pompa propia de la República Francesa: Arco de Triunfo; Campos Elíseos; discurso en el Senado; Notre Dame; Basílica de Saint-Denis y, súmmum del boato, cena de gala en el Palacio de Versalles.
En la misma Galería de Espejos, donde Luis XIV impresionaba a las visitas, los colaboradores del presidente Macron se esforzaron en recrear la noche del miércoles algo parecido a una corte franco-británica.
A la mesa, junto a los jefes de estado y señoras, innumerables ministros, cargos y empresarios, crema salpimentada por un puñado de celebridades: los artistas Mick Jagger y Hugh Grant; el exfutbolista Patrick Vieira, el magnate del lujo Bernard Arnault. Todo de un postín un tanto ajado, como conviene a la realeza.
Solo una invitada parecía de nuestro siglo: la actriz Charlotte Gainsbourg, peleada con el viento versallesco que azuzaba su vestido Saint Laurent y con cara de no sé bien qué hago aquí. Y, sin embargo, simbolizaba mejor que nadie el asunto a tratar.
Porque Charlotte es hija de francés, Serge Gainsbourg, y de británica, Jane Birkin; y porque la canción que hizo mundialmente célebre a sus padres difícilmente sonará en un acto de Estado, pero resume en su título siglos de relación franco-británica: 'Je t’aime, moi non plus'. (Te quiero, yo tampoco).
Una visita con una utilidad diplomática concreta
Pocos países se han odiado de forma más cordial ni querido con más recelo que estos dos. Y la visita de Carlos III, además de para alimentar las crónicas de Paris Match, ha tenido una utilidad diplomática muy concreta. Relanzar la entente cordial tras los años tóxicos del 'Brexit'.
“Este es un rey francófilo y francófono, que quiere estrechar los lazos entre los dos países. El 'Brexit' enturbió la amistad francobritánica bajo los mandatos de (los primeros ministros) Boris Johnson y de Liz Truss”, explica a RNE la profesora Sophie Loussouarn, especialista en historia británica en la Universidad de Amiens.
No es un capricho de rey. La visita sigue la senda abierta el pasado mes de marzo por el actual primer ministro, Rishi Sunak, y por el presidente Macron, al celebrar la primera cumbre bilateral desde el traumático divorcio. El viaje de Carlos III estaba inicialmente previsto entonces, pero fue cancelado porque las protestas callejeras de esos meses en Francia lo desaconsejaban.
Entre medias, Carlos fue a Alemania. Francia no ha podido ser su primera viaje como monarca, que era la idea. Pero en la política de gestos la intención es lo que cuenta. Y la intención era decirle al mundo que Reino Unido y Francia vuelven a ser amigos. Que Reino Unido se ha ido de la Unión Europea, pero no de la vieja Europa.
Macron lo proclamó en el brindis de la cena en su prosa versallesca: “A pesar del Brexit, porque lo que nos une viene de tan lejos y porque usted está hoy aquí, Majestad, yo sé que seguiremos escribiendo juntos una parte de la historia de nuestro continente”.
El rey le correspondió en francés: “contre vents et marées”.