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Guerra en Ucrania

Así es la vida de un combatiente español en el frente ucraniano: "El fuego cruzado es constante"

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La vida de un combatiente español en el frente ucraniano: "El fuego cruzado es constante"

En Ucrania miles de combatientes extranjeros luchan junto al ejército de Kiev. Suelen tener experiencia militar y varios de ellos aseguran que lo hacen porque comparten la causa y no por llevarse un sueldo. Un equipo de RTVE ha estado con un español que está combatiendo en el este del país.

El lugar de encuentro es Shevchenkove, un pueblo cerca de Kupiansk, en el noreste del país, en la región de Járkov. Es el primer día libre de Alberto Arroba, madrileño de 39 años, tras dos jornadas de intenso combate "con fuego cruzado constantemente y cayendo artillería encima tuyo todo el rato... Lo que es la guerra en primera línea de batalla", describe, lugar de máximo riesgo donde se lucha cuerpo a cuerpo.

"La artillería es una y otra y otra vez, no para, hay fuego cruzado, tienes que estar vigilando porque en cualquier momento te pueden asaltar. Hace poco nos tiraron con un dron granadas lacrimógenas", explica. "La situación cada día es más tensa, los combates cada vez son más duros en el frente y cada vez están más cerca", alerta Alberto.

Su jefe, el comandante, que aprendió español en el País Vasco, teme que puedan acabar rodeados por los rusos. "Son más que nosotros", lamenta.

Dice Alberto que a veces siente que está dentro de una película, pero no, aquí las víctimas son reales y él ya ha visto demasiadas. "La muerte que más me impactó fue la de un amigo que tuve cuando comenzó la guerra que vino teniendo siete hijos, era brasileño. Yo me llevaba muy bien con él y murió a los tres meses de estar aquí. Luego algunos otros amigos que he conocido aquí también han fallecido o han resultado heridos", relata.

"Me pareció una guerra injusta, a las puertas de Europa"

La presión de los rusos en el frente es enorme, asegura Alberto, y los recursos de las tropas de Kiev, excasos. El equipamiento no es el ideal, los chalecos no tienen buenas placas, confiesa, y algunos se compran sus propios cascos. Pueden llegar a cobrar hasta 4.000 euros, pero en dos meses, él todavía no ha recibido su salario. Aunque confiesa que está en Ucrania por otra razón.

"Me pareció una guerra injusta, a las puertas de Europa, y me dio la necesidad de hacer algo por ello", asegura. Alberto no es legionario, pese a llevar una camiseta que los representa, pero siempre quiso ser militar. Ha trabajado en seguridad y es un gran deportista, pero ante todo es, dice, un hombre familiar.

En España, a Alberto le esperan su mujer Noelia y sus tres hijos, que ni siquiera saben que está en el frente. "Que estén tranquilos, que tengan fe y que todo va a salir bien", augura.