La tortilla, con cebolla, y los pinganillos, de izquierdas
- Feijóo pierde su primera votación en una segunda sesión del debate de investidura con menos invitados
- La anécdota la ha protagonizado un diputado del PSOE que ha votado a Feijóo aunque luego ha rectificado
"¿La tortilla, con cebolla o sin cebolla?" A media hora de que empiece la segunda sesión del debate de investidura de Alberto Núñez Feijóo la pregunta se repite una y otra vez en la cafetería del Congreso, donde más de una decena de camareros sirven cafés y pinchos a diputados, trabajadores de la Cámara, visitantes y periodistas. Sobre la barra, cuatro tortillas: tres con cebolla y una sin ella. Una representación en cuatro platos prácticamente calcada a la sociedad española que, según el CIS, prefiere mayoritariamente (70 %) la tortilla con la controvertida hortaliza.
Pero la transversalidad de la tortilla con cebolla, que une a los votantes de todos los partidos excepto a los del BNG -sí, la encuesta del CIS permite cruzar la pregunta por recuerdo de voto y hasta por creencias religiosas- es una cosa y lo que se debate en una investidura es otra y, obviamente, más relevante. Y en lo importante no hay acuerdo, sino una ruptura total en dos bloques antagónicos, irreconciliables, que se han visto claramente en las últimas 24 horas.
El candidato 'popular', como estaba previsto, ha perdido la primera votación al lograr solo 172 votos, cuatro menos de los necesarios, en una sesión con mucha menos expectación que la del día anterior y en la que un diputado del PSOE ha protagonizado la anécdota del día al votar "sí" a la investidura por error y corregirse inmediatamente.
A primera hora de este miércoles, el Congreso amanecía con menos de todo: menos políticos, menos invitados y menos periodistas, pero los trabajadores y trabajadoras de a pie -aquellos a los que tantas veces se refieren los parlamentarios, cuando se acuerdan, entre bronca y bronca- estaban allí, limpiando los baños, quitando las manchas de los cristales de las puertas de salida al patio de Floridablanca o sacando brillo con una mopa a la estatua de Antonio Cánovas del Castillo, en el pasillo del edificio principal, justo a la entrada al hemiciclo.
Dentro, tres operarios de mantenimiento del Congreso -de una subcontrata- comprobaban una por una las sillas de sus señorías haciéndolas rodar adelante y atrás en un baile continuo interrumpido solo cuando había que parar para reparar alguna rueda defectuosa. Todo listo para que sus señorías puedan levantarse y sentarse sin problema. Aunque algunos más que otros.
Pinganillo, pantalla o directamente pasillo
Los diputados de Vox, por ejemplo, han tenido que hacerlo en más ocasiones que el resto al decidir que no estarían en la Cámara mientras se hablara alguna de las lenguas cooficiales, que han estado mucho más presentes, en proporción, en esta segunda jornada. El hemiciclo ha oído hablar este miércoles en euskera a la portavoz de EH Bildu, Mertxe Aizpurua, y al portavoz del PNV, Aitor Esteban, aunque ambos han compaginado el vasco y el español; y en gallego al diputado del BNG, Néstor Rego.
Los pinganillos que casi no hicieron falta el martes con el catalán de Rufián (ERC) y Nogueras (Junts) -más fácil de comprender al proceder del latín como el castellano- se hicieron necesarios para entender a los diputados del País Vasco. Aunque en su uso también se escenificó la fractura del Congreso en dos bloques: progresista y conservador. Mientras que los asientos azules del Gobierno -con Pedro Sánchez a la cabeza- y los escaños del PSOE, Sumar, ERC y Junts se llenaron de pinganillos para seguir la traducción simultánea, en los del Partido Popular no se veía ninguno, al menos a simple vista.
Alberto Núñez Feijóo y los diputados que no tenían el móvil en la mano [su uso casi continuo en las sesiones por parte de algunos parlamentarios de todo color político daría para otro debate] renunciaron al pinganillo, pero optaron por elevar ligeramente la barbilla para ver la traducción simultánea en las pantallas del "karaoke", como las llamaba el candidato 'popular', colocadas arriba, a la altura de la tribuna.
Seguir la intervención así tiene su mérito porque el tamaño de la letra es minúsculo y no era raro ver a más de un diputado echado hacia delante y entrecerrando los ojos, como cuando en la consulta del oculista se intenta ver la última línea de letras cruzando los dedos para que la miopía no haya aumentado.
Feijóo afea a EH Bildu los asesinatos de ETA
Sin embargo, el candidato a la investidura, recibido al entrar al hemiciclo minutos antes de las nueve con los diputados del PP aplaudiendo de pie, ha podido oír en un meridiano castellano a Esteban decir que "si hay que elegir entre Feijóo y amnistía, amnistía" o a Aizpurua decir que EH Bildu está en el "lado correcto de la historia, el de los derechos humanos", lo que han generado un gran revuelo en la bancada popular.
De hecho, el debate con la portavoz abertzale -a la que Feijóo ha reconocido que no pensaba haber respondido- ha sido el más duro de la mañana. El líder 'popular', que ha dicho que EH Bildu "es el único partido en España al que habría que hacerle un cordón sanitario" y que sus votos se los deja al "señor Sánchez", ha mencionado a ETA y sus víctimas de forma directa o con juegos de palabras.
Feijóo ha dicho de EH Bildu que ha tenido "mucho tiempo en el punto de mira a los compañeros del Partido Popular" en alusión a las dianas pintadas que aparecían en paredes del País Vasco señalando objetivos a la banda terrorista; ha señalado que se alegra de que lo único que puede "ordenar" Arnaldo Otegi sea su 'no' a la investidura; y ha ironizado con que "sobre todo" tienen que estar agradecidos a la formación abertzale "los huérfanos, las viudas y viudos, los hermanos que se quedaron sin hermanos".
Mari Mar Blanco y Suárez Illana, entre los invitados
En la tribuna de invitados, la vicesecretaria segunda del Senado y exdiputada Mari Mar Blanco escuchaba con emoción contenida al presidente de su partido recordar el secuestro y asesinato de su hermano Miguel Ángel, en julio de 1997, cuando era concejal de Ermua hace ahora 25 años. A su lado, Javier Maroto, también vasco y vicepresidente primero del Senado, y un poco más allá su presidente, Pedro Rollán.
La tribuna de invitados, donde el martes no cabía ni un alfiler, lleno de presidentes autonómicos y alcaldes del PP que acudieron a arropar a Feijóo, ha estado este miércoles medio vacía. Además de los mencionados, estaban entre otros el padre Ángel, la portavoz del PP en el Parlamento Europeo, Dolors Montserrat, y el exdiputado Adolfo Suárez Illana, que no ha perdido detalle de lo que ha pasado en las dos jornadas, sentado a pocos metros de las marcas en el techo de los tiros que disparó Antonio Tejero en presencia de su padre en el intento de golpe de Estado del 23F.
En la votación, el diputado socialista por Teruel Herminio Rufino Sancho, ha votado con un "sí" a Feijóo por error antes de corregirse y disculparse alegando que se habían equivocado al llamarle Sánchez en lugar de Sancho. Visiblemente nervioso ha aclarado que el sentido de su voto era "no" ante el revuelo de la bancada popular.
Feijóo tendrá una segunda oportunidad el viernes, cuando necesitará más síes que noes. Algo que hoy por hoy no tiene. Si las caras de los diputados del PP del martes al mediodía eran de satisfacción por el discurso del candidato antes de que el PSOE les sorprendiera con la intervención de Óscar Puente, este miércoles eran de resignación.
De momento, en una de sus intervenciones en la Cámara de esta mañana, Feijóo les ha dicho a los parlamentarios que "deberían irse acostumbrando a la sorna gallega" asumiendo que, muy probablemente, será el líder de la oposición. Hasta la ministra de Igualdad, Irene Montero, le ha reído una de sus gracias cuando ha dicho que "a Podemos no le dejan hablar" en alusión a que Sumar eligiera el martes a hasta tres portavoces, pero ninguno de la formación morada.
- "Es verdad" -ha dicho la ministra.
Tras la votación, Feijóo ha recibido los aplausos en pie de su grupo y los saludos de varios diputados de Vox, entre ellos el de Santiago Abascal, mientras Pedro Sánchez, que ya llegó tarde por la mañana, hacía mutis por el foro con gesto serio poco después de que el candidato le hubieran acusado, en su intervención final, de "escapar para no decir la verdad" sobre la hipotética amnistía.