C. Tangana desnuda su gloria y su ruina y anuncia su paso al cine: "Voy a dirigir un documental"
- El músico es el protagonista de Esta ambición desmedida, documental sobre la gira de “El madrileño”
- Preparara su salto a la dirección con un documental sobre el guitarrista Yerai Cortés
Antón Álvarez prepara una nueva metamorfosis. C. Tangana, Pucho, o cualquiera de sus máscaras, están en San Sebastián para presentar Esta ambición desmedida, un documental dirigido por Santos Bacana, Cris Trenas y Rogelio Gonzalez, que registra la euforia artística del disco El madrileño y la decepción del batacazo económico de la gira correspondiente debido a su propuesta grandilocuente.
Esta ambición desmedida es el retrato de un artista que se acerca a la edad adulta y busca pasar de la cultura juvenil hacia algo, en su opinión, más duradero. Pero Tangana se encuentra ya en una nueva transición, desliza que la música está en stand by, y que lo que busca ahora es dirigir películas.
“No tengo ni idea de qué director quiero ser, pero tampoco tenía ni idea de que disco quería hacer. Me gusta esa duda. Tengo la ambición de hacer cine y voy a dirigir un documental sobre Yerai Cortés, guitarrista flamenco que considero el mejor del mundo”, dice el músico.
Muchas de las claves de este anuncio se encuentran en el documental. “Me da rabia no estar disfrutando esto”, dice en un momento cuando se acumulan los problemas de la gira. Tangana entregó a los directores, habituales colaboradores suyos, control absoluto sobre el documental. “Hay muchas cosas que no me gustan y están a mi pesar. El documental soy yo, lamentablemente”, reconoce.
El espectáculo por encima de todo
Por un lado, Esta ambición desmedida muestra la integridad artística de alguien que antepone el espectáculo al mercado. “El discurso de las cifras solo me hace dudar cuando el discurso estético no está claro”. O, en otras palabras: a muerte con la idea.
Pero la megalomanía devora el dinero y también las relaciones personales de su círculo cercano, amigos de toda la vida a fin de cuentas que han ido escalando peldaños con él, pero también buscan ya la estabilidad de una nueva etapa vital. O, como se disculpa Tangana ante uno de sus colaboradores: “Si alguna vez he menospreciado tu tiempo, que lo he hecho, te quiero pedir perdón”.
“Se nos va la pasta porque no tenemos tiempo a sumarla”, reconocen en su equipo mientras van comprendiendo que la gira podrá ser un éxito artístico y de público, pero difícilmente un éxito económico. Esa ambición desmedida es también una radiografía de la menguante industria musical: no hay dinero para tanto show y músicos en escena.
Proyectado el documental, Tangana pone ahora las cosas en perspectiva: “No nos hemos arruinado, pero podría haberme comprado un piso y haber sacado un poco más. El drama financiero es que en tres meses de shows es cuando realmente sacas el grueso para poder trabajar otro año componiendo. Pero estoy contento y orgulloso”.
También desnuda su fobia al directo y cómo lidia con sus limitaciones como intérprete. ¿Cómo se autoconvence? “El principal argumento es que mi interpretación vocal no es lo importante. Está por un lado como interpreto y por otro la performance artística. Creo en eso: hago canciones que soy capaz de defender. Si hay alguien que le interesa puede emocionarse, pero tengo que pasar por el ridículo de hacer lo que no sé hacer. En el estudio tengo inseguridades normales, pero siento que estoy en control. Hasta este show no me pensaba que era artista, ahora lo siento más”.
La búsqueda de la falsa transcendencia
El documental refleja también un momento de cambio vital ligado a una crisis creativa. “Es un poco cargante en C. Tangana marketiano, me ha desprestigiado como artista. Soy un artista como la copa de un pino”, reflexiona en un momento de la película.
La acción salta en el tiempo desde la gestación de lo que entonces se llamaba simplemente ‘disco latino’ y terminó publicándose como El madrileño. Tangana reconoce en ese momento que la necesidad del dic que le agobia el peso de saber que un rapero no puede ser mayor. “Necesito algo para cambiarme, algo a lo que pueda agarrarme aunque tenga 40 años”.
Aparece el Antón íntimo, que durante una estancia en La Habana promete a su madre que se portará bien “como si tú me estuvieras viendo”. O el que reconoce sobre el concierto en el Wizink de Madrid: “Es el más importante de mi puta vida”
Pero, ¿qué es el éxito? ¿qué es la gloria? “La trascendencia pasa por ser un poco más insignificante. Toda la vida pensaba que era pasar por ser una figura gigante y es todo lo contrario. Cuando dejas de pensar en ti y piensas más en la comunidad: ahí es dónde está la trascendencia”.