El empuje de las españolas en la lucha por el voto femenino: "Había feminismo"
- Se cumplen 92 años de la aprobación del voto femenino en las Cortes Constituyentes de la II República en España
- El sufragismo fue el movimiento más potente en defensa de los derechos de las mujeres del siglo XIX, pero no el único
- Puedes ver Objetivo Igualdad el domingo, a las 14,25h en Canal 24h
El 1 de octubre de 1931 quedó marcado en el calendario como el día en el que se consiguió el voto femenino en España, un hito que parece conmemorarse como si hubiera sido un logro personal de Clara Campoamor, como si hubiera fructificado, única y exclusivamente, por los argumentos de la parlamentaria. Detrás de esta sensación que planea sobre la gesta de Campoamor hay un prejuicio que asienta de manera más o menos nítida que en España no hubo un movimiento feminista hasta ese instante. Como si las españolas hubieran estado siempre satisfechas o resignadas con su condición secundaria y discriminada. Como si, en eso también, España hubiera ido por detrás de los países de su entorno.
El caso es que el avance del voto femenino, que en España se alcanzó en 1931, tardó unos cuantos años más en conseguirse en Francia (1944), Italia (1945) o Grecia (1952). Además, para pasmo de quienes no hayan consultado estos datos, hasta 1971 las suizas no podían votar. Hace dos días, como quien dice.
¿Había feministas en España?
"Yo no estoy muy de acuerdo con algunas teorías, que incluso ha reflejado la historiografía española, de que en España no hubo un feminismo. Si se toma como paradigma el sufragismo anglosajón, evidentemente en España no hubo, pero tampoco en otros lugares", explica la catedrática de Historia de la Universidad Complutense de Madrid, Gloria Franco. Ella cree necesario tener en cuenta el contexto social, político y económico de cada país. España no es Inglaterra, pero aquí hubo también "un incipiente movimiento feminista que fue cuajando gracias a algunas personalidades muy relevantes, a través de la prensa, a través de los congresos pedagógicos, a través de publicaciones... Emilia Pardo Bazán, por ejemplo, va a poner un importante grano de arena, no diré granito, sino grano de arena en que las mujeres tomaran conciencia", añade.
“El movimiento feminista español fue cuajando gracias a personalidades muy relevantes, a través de la prensa... “
Ya en la década de 1920 había varias organizaciones feministas de alcance nacional y también de ámbito local: la Unión de Mujeres de España (UME), la Asociación Nacional de Mujeres Españolas (ANME), la Liga Española para el Progreso de la Mujer, la Cruzada de Mujeres Españolas de Carmen de Burgos, la Sociedad Concepción Arenal, etc. que se extendían entre otras capitales por Madrid, Barcelona, Valencia, Málaga o Cádiz.
También antes de la década de los treinta hubo intentos de extender el voto a las mujeres, aunque no a todas; seis iniciativas entre los años 1877 y 1921 promovidas tanto por la derecha más conservadora como por partidos progresistas. Ninguna triunfó, y eso que su planteamiento era restringido y pedían -como en Inglaterra por aquellos años- el voto sólo para las solteras o para las viudas o para las mujeres con propiedades. "Cada vez que se hacía una ley electoral, salía a la palestra que las mujeres puedieran votar o no. En este sentido, recordemos que hasta 1890 no se concedió el sufragio universal a los hombres en España", explica Gloria Franco.
¿Todas las feministas eran sufragistas?
El sufragismo inglés en torno a 1900 ha quedado en el imaginario colectivo como el símbolo de la lucha por los derechos de las mujeres. Pero mucho antes, desde la Revolución Francesa o desde que en Seneca Falls se pusieran por escrito en 1848, la bandera de la igualdad de derechos fue levantada por muchas mujeres en muchos países. Las grandes reclamaciones fueron la educación para las mujeres y su derecho al trabajo, a condiciones dignas y a entrar en profesiones y oficios que les estaban vetados. Incluso la formación más básica se les negaba demasiado a menudo y conseguir una extensión de la educación primaria y después de la secundaria fue una dura lucha. El trabajo, y con él la independencia económica, fue también una causa universal para las feministas durante todo el siglo XIX. Y además, la reforma de los Códigos Civiles que las ponían en situación totalmente sometida a los hombres.
"Las mujeres no solamente reclamaban el voto. El voto en realidad es un instrumento para conseguir la igualdad en todos los terrenos. Este camino se practicó en todos los países y en todos los países los legisladores no aceptaron estas reivindicaciones y las fueron retrasando como si fueran cosas de mujeres, sin darse cuenta que era cosas de toda la humanidad. Ante estas decepciones, que tienen diferentes fechas, pero en general a principio del siglo XX, empezaron a desarrollar unas acciones más vistosas más espectaculares", explica María Jesús Matilla Quiza, historiadora y autora de "Sufragismo y feminismo en Europa y América (1789-1948) (Síntesis, 2018)
“El voto era un instrumento para conseguir la igualdad en todos los terrenos“
Las sufragistas inglesas pusieron en marcha una maquinaria de propaganda y visibilización que merecería la envidia de cualquier multinacional actual. "Había que utilizar todos los medios técnicos disponibles en esos momentos... Así, incorporaron prensa, imágenes postales, imagen corporativa, empezaron a trabajar con los colores (el verde, el blanco y el violeta) para distinguirse. Empezaron a organizar desfiles, llamados marchas identificativas, bien coreografiadas: primero desfilaban unas profesiones, luego otras, unas regiones luego otras, con pancartas, con música...", explica María Jesús Matilla. Este activismo llamativo llegó también a Estados Unidos, donde se reprodujeron las marchas, o las manifestaciones silenciosas ante la Casa Blanca.
Todas las causas en la Causa
Pero además de la educación, el trabajo, el voto, las feministas defendieron otras causas. El movimiento abolicionista de la esclavitud, el activismo contra el alcoholismo masculino o por la abolición de la prostitución cuajaron en el mundo anglosajón, pero también en España, donde hubo activos grupos de apoyo. No es de extrañar, porque el éxito de estos movimientos también suponía una mejora sustantiva en la situación de muchas mujeres.
Otro ejemplo es el pacifismo durante la Primera Guerra Mundial y después. Las integrantes de la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad que se reunieron en 1915, en plena conflagración en La Haya para exigir un armisticio, procedían en su mayor parte del movimiento sufragista. "La Liga Internacional tenía al menos dos oficinas en España que se habían constituido y que finalmente encuentran reconocimiento por parte del movimiento. La de Madrid la preside Isabel Oyarzábal, una distinguida feminista española que además sabe inglés, porque su segundo apellido es Smith. Y en Barcelona, la Liga Femenina Catalana por la paz y la libertad. Oyarzábal consigue que en ese comité esté presente otra gran amiga de las mujeres y de la paz que es Clara Campoamor", explica el historiador y escritor Luis Español Bouché.
“La Liga Internacional de Mujeres por la Paz tenía dos oficinas en España“
Un apretado magma de activismo que, bien es cierto, se limitaba a las ciudades pero que no excluía a mujeres de ningún estrato social. Quizás las divisiones entre unas asociaciones y otras fueron lo que impidió que su presencia y peso en organizaciones internacionales fuera mayor. En todo caso, Clara Campoamor y los diputados que promovieron el voto femenino el 1 de octubre de 1931 se inspiraban y seguían el camino que habían abierto ellas, culminando una labor constante que llegaba pese a todas las dificultades.