La inteligencia artificial agita los cimientos de la Universidad
- Los exámenes orales y los trabajos en equipo se imponen ante la imposibilidad de detectar plagios
- El curso empieza con millones de descargas de ChatGPT y aplicaciones basadas en Inteligencia Artificial Generativa
“Utilizo ChatGPT prácticamente todos los días”, cuenta Javier Cardama, estudiante de un doctorado de Ciencias de la Computación que usa la Inteligencia Artificial Generativa (IAG) desde su lanzamiento en noviembre del año pasado. Le ayuda a redactar textos, resumir artículos, escribir correos electrónicos y, sobre todo, a programar.
Le pedimos que nos haga una demostración y, a golpe de clic, aparecen en su ordenador las instrucciones para crear una aplicación gráfica. “Ya veis cómo ha creado un esquema de código bastante grande. Ha tardado cinco segundos, lo que a mí me habría costado una hora o más”. Pero no es una varita mágica. El conocimiento de este investigador universitario es fundamental para conseguir un buen resultado: sabe lo que preguntar y tiene capacidad para valorar si la respuesta es correcta o no.
Crea imágenes, texto o música
Este curso ha empezado con la Inteligencia Artificial Generativa (IAG) instalada en millones de ordenadores. A diferencia de la Inteligencia Artificial convencional que, desde hace años, está presente en los coches, móviles o electrodomésticos. La IAG es capaz de crear contenido nuevo como imágenes, texto o música a través de un sencillo chat.
“De repente tú podías preguntarle sobre cualquier cosa y te generaba respuestas con una calidad y una coherencia increíble“
“Cuando salió el ChatGPT me quedé en shock y llevo treinta años trabajando en modelos de ese tipo", confiesa Paolo Gamallo, lingüista computacional “De repente tú podías preguntarle sobre cualquier cosa y te generaba respuestas con una calidad y una coherencia increíble”
Nerea Luis, Catedrática en Inteligencia Artificial, explica que se puede aplicar en cualquier disciplina desde derecho, historia, periodismo hasta biología o medicina. “Lo que hacemos es darle un texto de entrada que denominamos prompt y en base a eso interactuamos. Se va poniendo como gorros de experto”.
Casi imposible detectar su uso
Las redes se han inundado de tutoriales que explican cómo hacer trabajos de clase o incluso una tesis. Aunque la IAG todavía tiene muchos fallos es prácticamente imposible detectar si el trabajo lo ha hecho una persona o una máquina. Le preguntamos a Javier Cardama si podría hacer una tesis. “Una tesis entera probablemente no, pero sí que podría ser una herramienta muy buena para para agilizar muchísimo trabajo”.
“Si pregunto cosas que puede contestar una inteligencia artificial, estoy equivocándome; tenemos que ir más a la interpretación“
Programas como Turnitin, que hasta ahora detectaban los plagios, se están quedando desfasados, algo que inquieta a algunos profesores y que replantea la manera de enseñar y evaluar. Cada vez son más quienes apuestan por los exámenes orales. “Si yo le pido a un alumno un trabajo que puede hacer el Chat GPT, el trabajo está mal planteado. Lo mismo que los exámenes. Si yo pregunto cosas que puede contestar una inteligencia artificial, estoy equivocándome. Creo que nosotros tenemos que ir más a la interpretación, a trabajos y preguntas que impliquen más a la persona y que por lo tanto implican la inteligencia humana” dice Berta García, profesora en Ciencias de la Comunicación.
En la misma línea se sitúa Senén Barro, Catedrático en Ciencias de la Computación en la Universidad de Santiago de Compostela “¿Se puede hacer una tesis entera? Sí se puede, claro, pero no una buena tesis. El trabajo de una tesis doctoral es de años. Y, por otra parte, quien evalúa ese trabajo tiene la responsabilidad de ir mucho más allá que simplemente leerse unas cuantas páginas, por muchas que sean. Y es debatir con el candidato a doctor, darle ideas, preguntarle por qué ha hecho qué, cómo ha llegado a tal resultado... Eso es la forma de evidenciar si esa persona ha hecho su trabajo y lo ha hecho bien”.
Límites y riesgos de la IA
Senén Barro tiene claro que estas herramientas han llegado para quedarse. “Tienen que estar en vuestra educación y cada vez más, porque van a estar en vuestras profesiones”, les insiste a sus alumnos. En clase, con universitarios de ingeniería y tecnología, Barro anima a compartir, entre todos, cómo y para qué usan esta tecnología recién nacida. También les pide que expongan los límites y riesgos que han detectado.
“Le pido que me diga los conceptos clave que debería saber para el examen y las preguntas que me podrían caer“
Carla Pereira, estudiante de Grado en Ingeniería Informática usa el ChatGPT a modo de tutor virtual, “sobre todo para aprender un nuevo lenguaje de programación. Por ejemplo, le digo que tengo un examen de Python. Le pido que me diga los conceptos clave que debería saber y preguntas que me podrían caer. Le digo que sean diez preguntas tipo test”. En cuestión de segundos aparece en su pantalla una tabla con los conceptos y preguntas. “En este caso son muy sencillas, entonces le pido que sean más complejas. También puedo indicar que me diga las respuestas”.
Su compañero, Raúl, lo emplea para diseñar páginas web: “me explica cómo ir construyéndola”. Pero no todo son alabanzas. Cuando Barro pregunta si es infalible y si las respuestas son siempre correctas todos coinciden en señalar que no.
ChatGPT y plataformas similares como Bing o la IA de Google todavía cometen fallos. Pero con una carrera desenfrenada entre las grandes tecnológicas cada día aparecen actualizaciones y nuevas aplicaciones capaces de dar resultados de un nivel profesional.
Programas de ofimática con IAG integrada
David Hurtado, responsable de Innovación de Microsoft en España nos cuenta que trabajan en simplificar al máximo el software. Como por ejemplo eliminar menús complicados para que sea el usuario quién le diga a la máquina, a través de un chat, lo que tiene que hacer, ya sea una hoja de cálculo o una presentación con imágenes.
“Le puedo pedir en modo conversación que sea más visual, que incluya animaciones, que las imágenes sean de internet o creadas desde cero“
Acaban de anunciar que durante este otoño irán desplegando Microsoft Copilot, su clásico paquete de ofimática, pero con IAG integrada. “Por ejemplo si yo tengo que presentar un trabajo con mis notas de clase que tengo en un documento de texto, le digo: hazme una presentación. y él a partir de ahí no sólo me da el contenido basado en mis notas, sino que maneja el PowerPoint por mí. Le puedo pedir en modo conversación que sea más visual, que incluya animaciones, que las imágenes sean de internet o creadas desde cero. Es decir, maneja el software por mí”.
En la escuela universitaria TAI de Madrid, Patricia Llaque, especialista en Inteligencia Artificial, enseña a sus alumnos a crear imágenes con palabras. Utilizan herramientas como Midjourney y Dall-E. Todos sus alumnos coinciden en que es una ventaja competitiva saber manejar estas herramientas.
La IAG, al servicio de la educación
“Mi expectativa es conocer de qué forma puedo integrar la Inteligencia Artificial en mi profesión, y de qué manera puede ayudarme para ofrecer un valor diferencial”, cuenta Micaela Lipowicz. Ella es diseñadora gráfica y su proyecto de clase consiste en crear desde cero un plan de márketing.
“Le dije a ChatGPT que es un especialista en arte e innovación y que tiene que crear una nueva fragancia unisex que mezcle la naturaleza y el arte. Me ayudó a crear un concepto. Después le pedí una lista de nombres. No me gustó y le pedí otra hasta que llegó a Etherea". La profesora interrumpe en ese momento. “Eso es el ABC en este tipo de herramientas. Interactuar, interactuar, interactuar”. Retoma Micaela la palabra: “Después creé el logotipo y le dije que, en base a esa fragancia, diseñara una campaña publicitaria”.
Su trabajo, de calidad profesional, es el más brillante para Patricia Llaque, que no solo les enseña la técnica sino también cómo funcionan estas aplicaciones plagadas de sesgos. Llaque, que además es especialista en Ética y Neurociencias, les advierte de que están alimentadas con millones de datos sacados de la red y con imágenes que persiguen tener el mayor número de likes, lo que puede llevar a resultados espectaculares pero alejados de la realidad.
Fernanda Morocho, lo comprueba al realizar su trabajo al pedir “una mujer con un vestido rosa en Hamburgo”. Ella es periodista y su objetivo es ilustrar, con una fotografía, un artículo sobre el impacto del cambio climático en esta ciudad de Alemania donde vive y que conoce bien.
“Este tipo de imágenes no me sirven en un principio y tengo que seguir afinando“
“Obviamente me sale un paisaje perfecto, una luz increíble y una mujer blanca, pelo largo con unas facciones que dices... pero yo quería mostrar la diversidad que hay en Alemania. Hay gente nativa de color, hay multiculturalidad. Entonces este tipo de imágenes no me sirven en un principio y tengo que seguir afinando”, explica Morocho.
Cada vez cuesta más diferenciar lo que es real
Con los nuevos avances cada vez cuesta más diferenciar lo que es real de lo que no. La manipulación de noticias, artículos académicos, voces o imágenes es uno de los mayores riesgos de la Inteligencia Artificial Generativa. Lo acabamos de ver en el caso de Almendralejo que investiga la Fiscalía después de que fotografías manipuladas de veinte menores desnudadas por IA circularan por las redes sociales.
“La IAG tiene un enorme potencial para el bien y el mal. Sus propios creadores han advertido de que se avecinan riesgos mucho mayores“
Los peligros a los que se enfrenta la sociedad, cuando esta tecnología cae en manos irresponsables, todavía son desconocidos e imprevisibles. Por eso, el Secretario de Naciones Unidas, Antonio Guterres reclama a todos los países una regulación global. Hace dos meses se pronunciaba en estos términos "La IAG tiene un enorme potencial para el bien y el mal. Sus propios creadores han advertido de que se avecinan riesgos mucho mayores, potencialmente catastróficos y existenciales. Si no actuamos para hacer frente a estos riesgos, estaremos incumpliendo nuestras responsabilidades con las generaciones presentes y futuras".
Regulación, límites e impacto en los puestos de trabajo
La Unión Europea ha sido el primer organismo en establecer un marco normativo para imponer límites a la IAG. Pero todavía no hay una regulación que determine cómo y cuándo usarla o de qué manera podemos saber que lo que escuchamos, oímos o vemos no está creado por una máquina.
“Me entristecería mucho que algo que es tan potente y nos puede ayudar tanto se perciba como una amenaza“
Nerea Luis, que cuenta con diferentes galardones por su trabajo en tecnologías de la comunicación e información y dirige el departamento de Inteligencia Artificial en Singular reclama más control. “Lo que me gustaría es que no nos dejasen al libre albedrío, o sea que tuviésemos algún tipo de legislación para que las personas se sientan protegidas y no vean la inteligencia artificial como amenaza. Me entristecería mucho que algo que es tan potente y nos puede ayudar tanto se perciba como una amenaza”.
La falta de una regulación común en el mundo educativo, en general, y en las Universidades, en particular, ha dejado en manos de cada centro o docente la decisión de cómo usarlas: desde prohibirlas hasta integrarlas como una asignatura más. “No hemos tenido hasta ahora ninguna tecnología tan transformadora como las tecnologías inteligentes. Por lo tanto, si no las usamos y regulamos bien, lo que van a hacer es amplificar más y más y más las diferencias. No es un tema sólo de cada institución universitaria en España. Tendría que ser un tema de la CRUE, la Conferencia Rectores de Universidades de España, de los gobiernos autonómicos y del Gobierno del Estado. Tendría que haber realmente un gran proyecto de integración cuanto antes. Es imprescindible”, advierte Senén Barro, que además de Catedrático en Ciencias de la Computación dirige en la Universidad de Santiago de Compostela el Centro Singular de Investigaciones Tecnológicas, CITIUS. Un centro de referencia en España y un nexo entre la universidad y el mundo empresarial.
Para Barro, otra de las cuestiones urgentes es abordar cómo impactará la IAG en los puestos de trabajo. La OCDE estima que en España hay un 28% de empleos en riesgo, por la automatización. “¿Esta realidad tiene que asustarnos? No. Pero tiene que obligarnos a anticipar medidas. Insisto, sobre todo a los gobiernos. Hay que ir desarrollando mecanismos de amparo social para quienes pierden el empleo y probablemente no encontrarán nada nuevo. Hay que ir mejorando los procesos de educación y de formación”.
Eurovisión Mundial de la Inteligencia Artificial
En las instalaciones de CITUIS todo gira en torno a la Inteligencia Artificial. De aquí ha salido la canción que representará a Galicia en la Eurovisión Mundial de la IA. Se celebrará el 4 de noviembre en A Coruña. Para la candidatura, un grupo de estudiantes, investigadores y artistas han recreado la voz y figura de Ana Kiro, un referente de la música popular gallega.
“¿Hasta qué punto es ético tener el modelo de una persona que ya ha fallecido?“
Para participar no solo han tenido que enviar el tema sino también han tenido que acreditar en un informe, que cumplen con los principios éticos del festival. Ruben Laso, miembro del equipo y doctor en Computación nos destaca que hay dos cuestiones que pueden ser conflictivas en este tipo de trabajos “Por un lado están los dilemas morales. ¿Hasta qué punto es ético tener el modelo de una persona que ya ha fallecido? Y luego están los problemas legales respecto de sus derechos de imagen y voz”.
El productor Ejecutivo del certamen AI Song Contest 2023 deja claro que “el festival sigue una filosofía de co-creación entre individuos y máquinas para llegar a un resultado que es la canción. El objetivo es potenciar la inteligencia artificial como una herramienta complementaria, pero nunca sustitutiva de las personas”.
La IAG podría hacer realidad la enseñanza personalizada
En un laboratorio contiguo, otro equipo centra sus investigaciones en lo que es uno de los grandes ideales de la educación: La enseñanza personalizada. En este caso, trabajan para desarrollar un programa dirigido a estudiantes con necesidades educativas especiales.
La comunicación con la IAG no es con un ordenador sino con Luzia, un busto realista de una mujer que se mueve, habla, escucha y ve. Pero no siempre es Luzía, porque este dispositivo puede adquirir el aspecto de un ser humano de cualquier edad, sexo o raza con el objetivo de adaptarse al alumno.
“Si tuviéramos recursos humanos suficientes podríamos destinar a cada estudiante un tutor o una tutora permanente“
“Si tuviéramos recursos humanos suficientes podríamos destinar a cada estudiante un tutor o una tutora permanente. Eso, ahora, es imposible. Solo hay una forma de aproximarse, y es a través de las tecnologías y la inteligencia artificial. Viendo la IAG, ChatGPT y otras herramientas que están apareciendo, creo que está al alcance de la mano. No es para el año que viene. Pero yo creo que lo veré”, nos dice Senen Barro.
El responsable de Innovación de Microsoft en España, David Hurtado nos asegura que ya están teniendo contacto con universidades interesadas en incluir la IAG en los planes educativos. “En cuanto han visto el potencial han considerado que puede ser una ayuda tanto para la universidad como para el profesorado”.
“Explícaselo de una forma específica a él. No pares de explicárselo. Hazle preguntas al alumno para asegurar que ha entendido la lección“
Hurtado pone como ejemplo un proyecto que llevan a cabo en una universidad online, fuera de España. Su alumnado procede de varias zonas rurales y tiene diferentes niveles educativos. El objetivo del programa es crear un asistente virtual que trabaje 24 horas al día. “Si a determinado alumno le falta nivel en una determinada asignatura, le dices, explícaselo de una forma específica a él. No pares de explicárselo. Hazle preguntas al alumno para asegurar que ha entendido la lección. Todo este tipo de cosas que antes requerían mucho esfuerzo humano, ahora la tecnología podría ayudar un montón”
La educación está viviendo en primera línea el impacto de las tecnologías inteligentes. Con alumnos nativos de la era digital, que son capaces de adaptarse e incorporar en su vida diaria y en su formación cualquier tipo de aplicación. Lo mismo ocurre con las empresas, que buscan en la IA una manera de mejorar resultados y reducir costes.
“Hay que hacer un rediseño de la docencia en general, que incluya a los propios docentes“
El desafío de las universidades es formar a futuros trabajadores que respondan a las nuevas necesidades. Para Patricia Llaque, especialista en Inteligencia Artificial y Ética “hay que hacer un rediseño de la docencia en general, que incluya a los propios docentes. Yo no puedo enseñar algo tecnológico o no puedo simplemente relacionarme con un alumno cuyo lenguaje es distinto, cuyas formas de acceder a la información y al conocimiento, son completamente diferentes a las mías”.
Senen Barro reconoce que el mundo universitario es muy conservador donde las tecnologías entran muy despacio. “Yo suelo decir que somos profesoras y profesores del siglo XX dando clases en aulas del siglo XIX a jóvenes del siglo XXI. Ahora la pelota está en nuestro tejado. Los jóvenes van a usar estas herramientas y mientras no les enseñemos de forma directa nosotros, los profesores y profesoras, a usarlas bien, las usarán como puedan”.
Cree que estas herramientas obligarán a cambiar “algo que era indispensable desde hace mucho tiempo”, como intensificar el trabajo en equipo, el pensamiento crítico, y la comunicación oral.