Oriente Próximo, Ucrania y el mar de China: los tres puntos críticos para la estabilidad mundial
- El conflicto palestino-israelí se ha reavivado como nunca antes en décadas, con implicaciones regionales preocupantes
- Sigue en directo la última hora sobre Israel, que ha declarado el estado de guerra tras el ataque desde Gaza
Si hubiera que situar en el mapa los principales puntos de riesgo de choque entre potencias, posiblemente habría que mirar a Ucrania, a Oriente Próximo y al mar de China. En todos o en algunos de ellos se mezclan directa o indirectamente los intereses estratégicos de Estados Unidos (y sus aliados europeos), Rusia, Irán y China.
En Ucrania, la invasión rusa lleva unos 600 días en marcha, con las tropas de Moscú afianzadas en Crimea y en el Este desde 2014 y en buena parte de la costa del mar Negro desde hace meses. A pesar del respaldo claro de Estados Unidos y la Unión Europea a Kiev, no es una guerra directa entre superpotencias, pero el conflicto es la muestra más evidente de un choque más amplio en diferentes frentes. No solo en Europa del Este, sino también en Oriente Próximo y en África.
En esas regiones, Moscú y Pekín han ganado influencia política, económica y militar, a la vez que Estados Unidos, Francia y otros actores occidentales se replegaban o sufrían el rechazo de gobiernos y milicias locales. De Siria a Irak y de República Centroafricana a Mali, hoy China y Rusia han alcanzado un poder difícilmente imaginable hace 10 o 20 años, en regiones relevantes para los intereses y la seguridad de Europa y Estados Unidos.
Desde el sábado, el conflicto palestino-israelí se ha reavivado como nunca antes en décadas y con implicaciones regionales preocupantes. Israel teme un ataque desde varios puntos. Desde Gaza, pero también desde el norte, en Líbano, a través de Hizbulá, el grupo chií que, como el suní Hamás, cuenta con el patrocinio de Irán.
Teherán lleva tiempo analizando los movimientos diplomáticos en la región -impulsados por Estados Unidos desde los tiempos de Donald Trump- que han conseguido que varios países árabes y potencias del Golfo Pérsico normalicen sus relaciones con Israel. El próximo en hacerlo iba a ser Arabia Saudí, otro rival histórico de Irán.
Según declaraciones del experto Hussein Ibish (Arab Gulf States Institute de Washington) a The Wall Street Journal, “construir procesos de paz con Egipto y Jordania y extender los lazos de Israel con países del Golfo podría crear una cadena de aliados de EE.UU. que uniría tres puntos críticos para el comercio mundial: el Canal de Suez, el Estrecho de Hormuz y el de Bab Al Mandeb, conectando el mar Rojo con el Arábigo”. “Serían muy malas noticias para Irán”, cree Ibish.
El papel de Estados Unidos
Una guerra como la que aparentemente se avecina pone en riesgo esos acercamientos y dispara las posibilidades de un conflicto regional. Lo quiera o no, Estados Unidos tendrá un papel en la crisis, como lo tiene en Ucrania o en Asia, especialmente en el mar de China. Allí no hay un conflicto activo, pero la tensión crece desde hace años en torno a Taiwán, la isla pretendida por Pekín y respaldada por Estados Unidos.
Incrementar la presencia de Washington en la región es el gran objetivo desde hace más de una década para contrarrestar la emergencia militar, económica y tecnológica de Pekín. Pero en los últimos años, la política exterior estadounidense se ha enfangado en diferentes puntos del mundo. En Irak, Afganistán o Ucrania. Ha hecho un enorme esfuerzo económico, diplomático y militar, mientras las corrientes aislacionistas ganan peso en la opinión pública estadounidense desde comienzos del siglo XXI.
Son muchos frentes para Washington en un momento de creciente fragmentación interna. El Congreso está temporalmente paralizado tras la expulsión de Kevin McCarthy como presidente por parte de sus correligionarios. Y el país entra ya en una dinámica electoral especialmente tóxica en la que uno de los principales aspirantes se enfrenta a varias imputaciones graves, entre ellas la de participar en la toma de la sede parlamentaria en 2021 para interrumpir un proceso democrático. Ese aspirante, Donald Trump, corre el riesgo de acabar en prisión, pero, de momento, es el claro favorito entre los republicanos y lidera las encuestas para ocupar de nuevo la Casa Blanca.