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El dolor y la incertidumbre de las víctimas de Hamás en Israel: "El mayor miedo era pensar qué le estarían haciendo"

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en Israel: "El mayor miedo era pensar qué le estarían haciendo"
Tropas israelíes rescatan cadáveres en Kfar Aza

Desde la madrugada del sábado, la familia de David Shwartzman y Orly Pinko había tomado por costumbre ponerse en contacto telefónico cada vez que sonaban las sirenas en el sur de Israel. "Nos llamamos para avisar de que estamos bien, de que seguimos vivos", cuenta a RTVE.es Yafi Shpirer, prima de esta "entrañable pareja" residente en Kfar Aza, un kibutz del sur de Israel convertido ahora en morgue. "Ellos no contestaron, ni a mí ni a sus hijos", asegura Yafi. Tras largas horas de incertidumbre, supieron que habían sido asesinados por Hamás en su propia casa, en medio de un ataque sin precedentes sobre Israel.

Hace solo unos días, Kfar Aza no era más que una pequeña comunidad agrícola donde residían algo más de 700 personas. Un lugar tranquilo donde eran muchas las familias que vivían junto a sus hijos pequeños. De hecho, las autoridades israelíes han denunciado la muerte de "madres, padres, bebés y familias jóvenes" en este enclave cercano a la Franja de Gaza ahora arrasado.

Las tropas israelíes han recogido, puerta por puerta, los cadáveres de los residentes asesinados en sus casas. Solo este martes, en Be'eri, un Kibutz cercano a Kfar Aza, se han recuperado más de 100 cuerpos.

Con 67 y 68 años, Orly era enfermera, David, ingeniero agrícola, y ambos padres de cuatro hijos y abuelos de más de una docena de nietos. "Es tremendo", se lamenta su prima Yafi, devastada tras haber perdido a varios miembros de su familia.

El sábado por la mañana, su sobrino, Tomer Shpirer, había salido a entrenar con su bici cuando él y su grupo se vieron sorprendidos por el sonido de las sirenas. Estaban cerca del kibutz de Mefalstim, también en el sur, cuando este joven de 35 años se comunicó por última vez, sin saberlo, con su mujer para advertirle de la situación y avisarle de que volvía a casa. Pero tardaba demasiado.

Cuando ella volvió a llamarle, al otro lado solo encontró unas voces que hablaban árabe. Tomer, padre de dos hijos de tres y cinco años, había sido asesinado.

"Ya lo habían matado y le habían robado el teléfono", narra Yafi. Ahora, dice, saben que su cuerpo está en una morgue en Tel Aviv, pero durante dos días no supieron nada de su paradero. "Teníamos muchos miedos, pero el mayor de todos era que se lo hubieran llevado al otro lado de la frontera, que estuviera herido, y pensar qué le estarían haciendo esos animales", cuenta Yafi.

Todos ellos son solo algunas de las miles de víctimas que ha dejado el conflicto desde el sábado, cuando Hamás y otras milicias palestinas, en plena festividad israelí de la Simjat Torá, perpetraron un ataque múltiple y masivo con miles de cohetes lanzados desde la Franja de Gaza, un ciberataque, y la incursión en Israel de cientos de milicianos.

La operación llegó solo un día después del 50 aniversario de la guerra de Yom Kippur, y en medio de uno de los años más violentos en la zona en las últimas dos décadas. Israel ha respondido con fuertes bombardeos sobre Gaza.

El único consuelo es saber "que se ha acabado"

En mitad del dolor, Yafi se acuerda de aquellos que aún no saben qué les ha ocurrido a muchos de sus seres queridos. "No voy a disminuir el dolor de nuestra tragedia, pero al menos sabemos que se ha acabado", dice. Ese es su único consuelo.

En mitad de esa desgarradora incertidumbre está Dalia Fishman, que, desde el sábado, espera noticias de su hermana Judith, desaparecida junto a su marido y sus dos hijas. "En la madrugada del sábado les avisaron de que había terroristas en su kibutz", narra Dalia a este medio. Eran cerca de las nueve cuando supo que su hermana había llegado al refugio y hacia las diez menos veinte cuando perdió el contacto con ella.

Judith y Oron estaban en el sur del país, muy cerca de la frontera con Gaza, en una zona ahora masacrada, donde vivían y trabajaban, él en una fábrica, ella como contable. El único de sus tres hijos que no se encontraba con ellos había recibido un mensaje de su parte poco antes: "Los terroristas asesinos están en casa y quieren entrar al refugio".

A las 10:30 el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, se dirigía a la nación para anunciar que estaban "una guerra" que, aseguraba, iban a ganar. Para entonces, la violencia y los secuestros en distintas localidades y comunidades del país, continuaban de manera indiscriminada. El Ejército israelí empezaba a concentrar tropas y a llamar a los reservistas.

Hacia las 11, el único hijo varón de Judith y Oron, atendía la última de las llamadas que respondieron sus padres. Al otro lado, escuchó gritos y voces en árabe. Después, se cortó la comunicación.

No sé si voy a volver a verlos ni qué han podido hacerles esos asesinos

"Ahora estamos esperando a que alguien nos pueda decir realmente qué ha pasado", cuenta Dalia. "Es horrible esta incertidumbre, saber que tu familia está involucrada en ese terror. No sé si voy a volver a verlos ni qué han podido hacerles esos asesinos que arrasaron con todo".

El ejército no ha dado cifras oficiales del número de rehenes tomados por las milicias, pero las muertes se cuentan ya por miles, mientras que el Ministerio de Sanidad palestino ha reportado más de 800 en su territorio. Y en medio de una falta de respuestas "desesperantes", los combates continúan en la cuarta jornada de enfrentamientos.