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Netanyahu, el "férreo defensor de la seguridad" de Israel que busca recuperar un liderazgo más "debilitado" por Hamás

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Imagen de archivo del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu
El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu

Defensor de la seguridad nacional, contrario a las milicias armadas palestinas y aliado de Estados Unidos en Oriente Medio. Bajo estos pilares, el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, se ha alzado durante décadas con el poder en el país, unos cimientos que, incluso los casos de corrupción y su polémica reforma judicial, no habían conseguido derrumbar totalmente.

Ahora, como si de una bola de demolición se tratara, la milicia palestina de Hamás ha puesto entredicho en tan solo unos días su liderazgo y a la reputada Inteligencia israelí por un ataque sin precedentes que ya deja miles de muertos y un centenar de secuestrados. También su política exterior, ya que muchos analistas apuntan a su intento de retomar las relaciones con Arabia Saudí como uno de los detonantes de la ofensiva de Hamás, que cumple ya diez días, entre el fuego cruzado entre ambos bandos e intentos de evacuación de civiles de Gaza.

"Netanyahu siempre se perfiló como un férreo defensor de la seguridad en Israel, pero la sensación ahora es que ha fracasado en su concepción del conflicto y de retomar las relaciones con los países árabes sin contar con Palestina. Ahora está pagando el precio", explica a RTVE.es el profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Tel Aviv, Alberto Spectorowsky, sobre el primer ministro israelí que recuperó el poder en 2022, tras un bloqueo político con cinco elecciones y gracias a una alianza con partidos ultraortodoxos y de extrema derecha.

Uno de los últimos pasos políticos del dirigente, tras declarar la guerra a Hamás, ha sido formar una coalición de emergencia con el centrista Benny Ganz para hacer frente al conflicto. "Su figura ya estaba debilitada, pero si la población se siente insegura, como ha ocurrido con el ataque de Hamás, puede que se estén terminando sus últimas bazas", apunta, por su parte, el profesor de la Universidad Europea, Moisés Ruiz.

Mientras, Israel continúa bombardeando Gaza con dureza para acabar con las posiciones de Hamás, que también responde con ataques. Los enfrentamientos está afectando a los civiles que viven recluidos en la Franja y que no tienen luz o combustible para hacer frente a la crisis. El ministro de Defensa israelí ha asegurado que la zona "no volverá a ser la misma" después de esta guerra, pero también habrá consecuencias para Israel y Netanyahu. Ambos presentan un futuro incierto en este nuevo capítulo del conflicto, enquistado desde hace décadas, y en el que la ONU ya investiga a los dos bandos por posibles crímenes de guerra.

La seguridad, la bandera de su gobierno, en duda

La lucha contra el terrorismo y su relación con el Ejército israelí han marcado la trayectoria de Netanyahu desde sus primeros comienzos. En los 60 sirvió con honores en una unidad de élite de las fuerzas armadas israelíes y resultó herido durante un ataque del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP) en el aeropuerto de Lod, Israel.

Años después perdió a su hermano mayor, Yonathan Netanyahu, también soldado, durante una operación en la que participaba para liberar un avión en Entebbe (Uganda) que había sido secuestrado con un centenar de rehenes dentro por terroristas palestinos y alemanes. Esta cercanía con el Ejército ha podido verse en su visita a las tropas israelíes en los alrededores de Gaza previa a la ofensiva. "¿Estáis preparados para la siguiente etapa?", les preguntó, tras acercarse a ellos, vestido de civil, pero con chaleco antibalas, y darles la mano.

En los 80, dio el salto a la política con el partido derechista Likud, trasladando su lucha del terreno militar al frente político. La problemática de la seguridad, una de las principales banderas de Netanyahu, impulsó al partido y le llevó a ocupar diversos ministerios. "Era una persona liberal, especialmente, en lo económico, aunque también en algunos aspectos sociales. Pero, como muchos líderes europeos, que se fueron volcando hacia un lenguaje más populista y el relato de la defensa contra los enemigos", opina Spectorowsky.

En lo que a la causa palestina respecta, sus gobiernos se caracterizaron a grandes rasgos por la negativa a la solución de dos Estados, el fracaso en las conversaciones de paz, la continuidad de la colonización de Cisjordania y su mano de hierro con el terrorismo y Hamás, a través de redadas, muchas de ellas con episodios violentos, que le han valido advertencias internacionales. Ordenó tres campañas en la Franja en 2012, 2014 (que duró más de dos meses) y en 2021 y ha lidiado con episodios como el ataque de los cuchillos (2015 y 2016) o las manifestaciones en la frontera entre 2018 y 2019.

La justicia y los pactos con ultraderecha, las otras 'batallas' de Netanyahu

En los últimos años, el primer ministro israelí se ha enfrentado a una gran crisis, salpicado por tres casos separados de corrupción. La fiscalía le acusaba desde 2019 de soborno, fraude y abuso de confianza por aceptar regalos de empresarios y conceder favores, algo que Netanyahu negó en el juicio. También por el impulso desde primeros de año de una polémica reforma judicial que permitía al Gobierno controlar la elección de los jueces, lo que desató las mayores protestas del país y su división, hasta que estalló el conflicto con Hamás. "Netanyahu estaba más atento a su futuro en los tribunales, que de las amenazas de seguridad o un posible ataque de Hamás", apuntaba el analista del Real Instituto Elcano, Haizam Amirah, en una entrevista a La Noche en 24 horas, por lo que ahora Netanyahu deberá cambiar el enfoque.

Tras el ataque palestino, las posiciones parecen haberse polarizado más que nunca en torno a Netanyahu. El primer ministro israelí, en un intento por encabezar la unidad nacional, con el ataque terrorista de Hamás de fondo, ha formado un Gobierno de emergencia con Benny Gantz, miembro del partido opositor de centro-derecha Unidad Nacional y exministro de Defensa. No obstante, las críticas desde otros bandos son cada vez más fuertes: el líder de la oposición israelí, el centrista liberal Yair Lapid, ya ha culpado a Netanyahu de un "fracaso imperdonable" por el ataque palestino de Hamás y ha asegurado que "quien provoca un fallo no puede repararlo".

"Su imagen estaba debilitada por sus pactos con la ultraderecha, que le han hecho girar algunas de sus posiciones de liberalismo social, y los casos con la justicia. En estos momentos, la coalición parece la mejor herramienta de Netanyahu para mantenerse en el poder y no abrir, por el momento, también batallas internas", apunta Moisés Ruiz que, sin embargo, lo considera una medida "temporal", ya que, independientemente, del resultado de la guerra, la figura de Netayahu "ya está tocada" y considera que el conflicto acabará por diluirla. "O dimite, o harán que renuncie, pero los fallos por el ataque de Hamás ya están en la mente colectiva", asevera.

Otra posibilidad, apunta Spectorowsky, es que la estrategia de Netanyahu con la coalición pase por reforzar su autoridad y liderazgo, de más de 15 años en diversos gobiernos y momentos convulsos (1996-99 y 2009-21). "Quiere dar una sensación de unidad y fuerza acercándose al centro, representado por Gantz, y este a su vez busca la aprobación pública y mostrarse como una persona que piensa en la patria antes que en él. La política está hasta en los momentos más graves de la confrontación", opina, aunque considera que al final del conflicto la disputa estará en "quién se lleva los créditos" o "la culpa de los errores".

Altibajos con EE.UU., tradicional aliado de Israel

En el ámbito internacional, la figura de Netanyahu también ha tenido su peso y, a pesar de la fuerte represalia en Gaza, mantiene el apoyo de Estados Unidos, un aliado tradicional del país en Oriente Medio, al que le une la lucha contra el terrorismo.

Criado y educado en el país estadounidense, fue jefe de misión adjunto en la Embajada de Israel en Washington y sirvió como embajador de Israel ante las Naciones Unidas entre 1984 y 1988. Desde entonces, Netanyahu ha buscado mantener contactos con los diversos dirigentes estadounidenses con mayor o menor éxito. Mientras que con el demócrata Barack Obama, se alejaron posiciones por la expansión de asentamientos; con el republicano Donald Trump, Netanyahu encontró su principal aliado al reconocer este Jerusalén como la capital israelí e intentar que los Estados árabes normalizaran relaciones con Israel pese al conflicto palestino.

En cambio, con la Administración de Joe Biden, la tensión estaba nuevamente presente, esta vez, por la reforma judicial y la posible ampliación de los asentamientos en Cisjordania. El estallido del conflicto ha acercado, sin embargo, a los dos líderes y Biden le ha mostrado su apoyo de manera contundente tras el ataque de Hamás, que desde Israel han calificado como su 11S particular, en referencia al ataque terrorista de las Torres Gemelas en Nueva York en 2011. "Netanyahu no suele llevarse bien con el partido demócrata, pero Biden es un amigo grande de Israel y no podía cerrar los ojos a lo que estaba pasando. El conflicto le salvó momentáneamente la relación con Estados Unidos", afirma Spectorowsky, aunque advierte que no debe confiarse, ya que habrá que ver el desarrollo de la guerra y las elecciones de 2024 en Estados Unidos.

Con la Unión Europea, el perfil de Netanyahu ha cuajado en algunos ámbitos, especialmente en sectores conservadores o aquellos donde se defiende "su derecho a defenderse". Pero no en otros, donde la causa palestina y sus civiles, golpeados por el conflicto, siguen teniendo una gran presencia. "La Unión Europea lucha por hacerse una voz propia pese al fuerte resonar del Pentágono, pero aúna muchas versiones políticas de cada Estado y a veces le es complicado. A nivel social, si ha apostado por la ayuda humanitaria y al desarrollo en Palestina, puesto que en algunos sectores de la población se sigue causa y no quiere que el conflicto se traslade a sus calles", resalta Moisés Ruiz.

El futuro incierto de Netanyahu más allá de la guerra

La actualidad está cambiando con mucha rapidez, por lo que los analistas dudan en cómo pronosticar el desarrollo del conflicto y el final político del hombre que ha marcado la vida de Israel más de una década.

Una pérdida del conflicto – coinciden - acabaría con su liderazgo, pero una victoria, aunque con un gran desgaste, podría también reforzar momentáneamente su poder, permitiéndole volver a intentar la reforma judicial que le daría la inmunidad por sus casos de corrupción. "Esta medida, sin embargo, tiene un gran rechazo de la sociedad, por lo que unido a la depuración de responsabilidades del ataque de Hamás le pondría nuevamente entre las cuerdas", indica Moisés Ruiz.

Quedaría por ver también el papel de la justicia internacional. Si se investiga la violencia entre ambos bandos como crímenes contra la humanidad, podría llevarle a otro banquillo de los acusados y un desgaste mayor de su imagen a nivel exterior.

En cuanto a las negociaciones para una paz, justo cuando este año se ha conmemorado el 30 aniversario de los Acuerdos de Oslo, parecen más alejadas que nunca. "Aunque desapareciera el liderazgo de Hamás y Netanyahu dejara la política e Israel comenzara una nueva aproximación del conflicto, la huella durará todavía muchos años en ambos bandos y costará cerrar las heridas", considera Spectorowsky.

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