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Festival de Cine de Valladolid

'La contadora de películas', un tributo nostálgico al cine como supervivencia ante la adversidad

  • La cinta de la directora danesa Lone Scherfig inaugura la Seminci
  • Un carta de amor cinéfila sobre la vida de una familia enlazada con la historia reciente de Chile

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Bérérince Bejo y Antonio de la Torre son los padres de una familia que adora las películas
Bérérince Bejo y Antonio de la Torre son los padres de una familia que adora las películas

Cuando el reinado de la televisión irrumpió masivamente a mediados de los 60, numerosos cines de pequeños pueblos languidecieron y cerraron sus puertas. A su vez clausuraron un ritual colectivo que prende en el recuerdo de varias generaciones: la visita a las salas como una fiesta en una huida fugaz de una rutina a menudo monolítica.

Este metahomenaje al cine, en su esencia emocional más pura, es el que vertebra en capas superpuestas La contadora de películas. La última cinta de la realizadora danesa Lone Scherfig inaugura este sábado la 68 edición del Festival Internacional de Cine de Valladolid (Seminci), que también estrena director: José Luis Cienfuegos.

La directora danesa Lone Scherfig en la Seminci

La directora danesa Lone Scherfig en la Seminci EFE/Nacho Gallego

El guión de La contadora de películas está inspirado en la novela homónima del escritor chileno Hernán Rivera Letelier (Premio Nacional de Literatura en Chile en 2022), que se cimenta en sus experiencias personales de la vida en semiesclavitud y precariedad absoluta de los mineros de las salitreras del norte del país hace cuatro décadas. Aldeas remotas enclavadas en el desierto aguardaban deseosas la proyección de los domingos como evasión.

Un texto que removió a Scherfig en lo personal-“por el amor a las películas y el deleite que me causa contar historias”- y en una conexión natural con su filmografía: del dogma de sus comienzos con Italiano para principiantes (con la que ganó la Espiga de oro en el 2000 y el aplauso internacional) a la sencillez poética de la premiada An education, en una carrera en la que ha combinado rodajes en Hollywood y Europa.

Un cine impregnado con sutileza de una metáfora subterránea: cómo el arte puede cambiar la perspectiva vital donde el melodrama convive con un humor suave, autoanaliza la cineasta en una entrevista para RTVE.es.

El cine como experiencia compartida

La contadora de películas es una coproducción internacional (Chile, España y Francia), y ha sido rodada en la aridez y la belleza del desierto de Atacama. Reúne en el reparto a Bérénice Bejo (The artist), Antonio de la Torre y Daniel Brühl (Good Bye, Lenin!), en los papeles de los trabajadores de la mina y de una familia con cuatro hijos que adora las películas.

La pequeña, María Margarita (encarnada por la actrices chilenas Alondra Valenzuela y Sara Becker), tiene un don para narrar y escenificar las joyas de la pantalla que deslumbran en el cine del pueblo: Los diez mandamientos, Espartaco, El bueno, el feo y el malo o El apartamento. La joven se convertirá en “la contadora oficial” cuando su padre sufre un accidente laboral, caen en la extrema pobreza, y solo pueden pagar una entrada para que se haga la magia.

Los vecinos se encandilan con las interpretaciones de María Margarita, que pulsa el resorte de la fantasía para ganarse la vida porque el “cine es un arte que se vive y se comparte con los demás”, clama en una escena.

“Me fascinó la idea de cómo el cine cura, es terapeútico, pero también de cómo puedes vivir sin él. En este caso es una vía de escape y una ventana al mundo porque la vida es muy dura. Ver películas les dignifica y hace que valga la pena”, desarrolla la directora.

¿Ha cambiado la experiencia de disfrutar películas en salas, en un arte híbrido con permanente riesgo de diluirse?

"Yo cito al director Juan José Campanella que dice que como se ha emocionado en una sala no lo ha hecho viendo nada en ningún otro formato. Y yo lo suscribo porque los recuerdos que tengo más emocionales son de películas que he visto en un cine", responde con seguridad Antonio de la Torre, que interpreta al noqueado cabeza de familia.

Un retrato anclado al pasado reciente de Chile

La narración se divide en dos partes bien diferenciadas y Scherfig no lo fía todo a la nostalgia cinéfila en un mundo que se desvanece. Se pega a tierra en el contexto social y político de la historia reciente de Chile donde enfoca la incipiente lucha sindical de los trabajadores, cercenada por el sangriento golpe de estado de Pinochet y sus miles de represaliados en 1973.

La cineasta danesa Lone Scherfig y la actriz chilena Sara Becker durante el rodaje

“No creo que sea una película de localizaciones porque tiene valores sociales. Si hubiera rodado esto en Hollywood te habría dado una película muy distinta. Creo que tiene que ser una cinta que esté anclada en un retrato de la época y la historia que no podemos obviar”, reflexiona Lone Scherfig.

La fábula, donde la apuesta formal de la realizadora es completamente minimalista en la “autenticidad” de los planos de Atacama, amortigua una cadena de tragedias que entrelazan ficción y realidad en un triple espejo, porque como auguraba el escritor y minero Rivera Letelier "la vida perfectamente puede estar hecha de la misma materia de las películas”.