Inflación desbocada, peso en caída libre y gran dependencia exterior: la economía decide las elecciones en Argentina
- Los candidatos han centrado su campaña en las finanzas, conscientes de que sus propuestas pueden decantar los resultados
- La situación económica del país es “preocupante”, coinciden los expertos consultados, y urgen a actuar cuanto antes
“Hay cuatro clases de países: desarrollados, en vías de desarrollo, Japón y Argentina”. La famosa cita, atribuida al Nobel de Economía Simon Kuznets (1901-1985), pone de relieve el éxito económico de un pequeño país como Japón, con escasos recursos naturales y golpeado por la Segunda Guerra Mundial; frente al fracaso de Argentina, una economía que pese a tenerlo todo sufre desde hace décadas un persistente deterioro de sus indicadores económicos.
Con cuatro de cada diez ciudadanos en situación de pobreza, una inflación interanual cercana al 140% y el valor de su moneda oficial -el peso- en caída libre, la economía se ha convertido en el principal problema de Argentina y, a su vez, en el caballo de batalla de las elecciones del próximo domingo.
Tres son los candidatos con más opciones: el ultraliberal Javier Milei; el actual ministro de Economía Sergio Massa; la conservadora Patricia Bullrich. Y todos han centrado su campaña en la economía, conscientes de que la delicada situación económica del país requiere de decisiones inmediatas.
Entre las medidas más destacadas, Milei apuesta por la "dolarización de la economía" -lo que en la práctica acabaría con la moneda local-, acompañada de una rebaja de impuestos y la privatización de empresas públicas; Massa se decanta por mantener los controles actuales, crear una “moneda virtual” y acelerar la devolución del préstamo del Fondo Monetario Internacional (FMI); mientras Bullrich promete un “sistema bimonetario” donde convivan el peso y el dólar, una reforma laboral y eliminar las retenciones a las exportaciones.
“Lo que ocurra este domingo y en la segunda vuelta de noviembre, si la hay, determinará el rumbo de los próximos meses”, apunta a RTVE.es el director de la consultora argentina Invecq, Santiago Bulat. En su opinión, será interesante ver “cómo responden los mercados financieros a los resultados” y si el ganador “consigue estabilizar la economía argentina”, tal como todos se han comprometido. “Ojalá que sí, pero creo que las consecuencias de cómo llegar a eso van a ser complicadas, y ese es el mayor miedo”, recalca.
Entre los expertos consultados se impone el pesimismo. Y es que la espiral inflacionaria es solo la punta del iceberg de los grandes desequilibrios macroeconómicos que arrastra Argentina desde hace décadas, un país que pese a ser la tercera potencia de Latinoamérica cuenta con un elevado déficit fiscal, una abultada emisión monetaria y una gran dependencia de la deuda exterior, a lo que se añade la falta de reservas del Banco Central.
"Argentina ha tenido un año muy malo con un contexto macroeconómico ya en dificultad", apuntó el economista jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI), Pierre-Olivier Gourinchas, durante la presentación del último informe de previsiones económicas mundiales. El organismo estima que el PIB argentino caerá un 2,5% en este ejercicio, un desplome solo superado por el de Irak (-2,7%), el de Guinea Ecuatorial (-6,2%) y el de Sudán (-18,3%). De momento, acumuló una contracción del 1,8% hasta julio, según cifras oficiales.
La inflación, en máximos de tres décadas
En el país todas las miradas están puestas en la inflación: “Se está desbocando y es la gran preocupación entre los analistas económicos y, obviamente, algo que lo siente toda la población”, lamenta el director de la consultora Invecq. En marzo, la tasa interanual superó el 100%, un nivel que no se veía en el país desde hace tres décadas y que sorprende si se compara con el dato de otras economías vecinas como Chile (5,1%) o Colombia (11%).
Seis meses después, en septiembre, el índice de precios al consumidor se situó en el 138,3% interanual y, según proyecciones privadas recabadas por el Banco Central, podría cerrar el año en el 180%, la tasa más alta desde la hiperinflación de finales de los años 80. De esta forma, Argentina es el segundo país de Latinoamérica con la inflación más elevada, tan solo por detrás de Venezuela, que continúa con los precios desbocados y un aumento que roza ya el 400%.
La situación es insostenible para muchas familias. “Los alimentos son los productos que más han aumentado su valor en el último año, mientras los salarios vienen perdiendo poder adquisitivo desde 2018”, añade Santiago Bulat, lo que ha elevado la pobreza hasta niveles nunca antes vistos: un 40,1% de la población total, esto es, algo más de 18,6 millones de personas, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC). De ellos, uno de cada diez es indigente y ni siquiera tiene ingresos suficientes para comprar alimentos.
“Si uno se remonta varias décadas atrás, se encontraría con un nivel de pobreza muchísimo más bajo. De hecho, Argentina fue durante mucho tiempo uno de los países de América Latina con un menor número de personas por debajo de la línea de pobreza”, asegura a RTVE.es el exdecano de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina), Alfredo Félix Blanco.
El profesor destaca que el país también tenía una distribución del ingreso medio entre la población “bastante razonable”, de acuerdo al coeficiente de Gini -el método internacional más utilizado para medir la desigualdad salarial-. Si en 2013 este índice se situaba en el 0,409 (tomando el valor de 0 para expresar la igualdad total y el valor de 1 para la máxima desigualdad), una década después ya está en el 0,446.
“Eso es la muestra de una suerte de fracaso colectivo que debería avergonzar, pero que es la realidad y a veces se naturaliza”, denuncia el experto. A modo orientativo, en España este índice se sitúa en el 0,320.
El tipo de cambio, en los 1.000 pesos por dólar
El mercado cambiario también han centrado parte de la campaña política. El polémico candidato de La Libertad Avanza y favorito en las encuestas, Javier Milei, está dispuesto a acabar con la moneda local, a la que ha calificado de “excremento”, y ha llamado en reiteradas ocasiones a la población a refugiarse en el dólar. La última la pasada semana, lo que provocó un terremoto en los mercados y llevó al tipo de cambio a superar la barrera psicológica de los 1.000 pesos por dólar, su valor más alto en más de tres décadas.
Estas llamadas, unidas a las operaciones de devaluación del peso argentino -la última del 22% tras la victoria de Milei en las PASO- y las posibilidades de que una “dolarización de la economía” finalmente se produzca, han alimentado la demanda de dólares por parte de los pocos que a final de mes logran ahorrar un porcentaje de sus ingresos.
Parte de los expertos consultados, sin embargo, ven dificultades en su implementación y otros directamente lo descartan: “Se trata de una medida de último recurso, de cuando no queda otra opción y se asume que el país tiene tan poca credibilidad que no puede tener ni su propia moneda”, explica a RTVE.es Luciana Taft, de Analistas Financieros Internacionales (AFI), quien recuerda que el propio Milei ha reconocido en las últimas semanas que la medida “no se llevaría a cabo de forma inmediata” y que se adoptaría en una segunda fase.
El Banco Central no tiene reservas
Y es que antes hay otro problema acuciante que debe atajarse: el elevado déficit de las cuentas públicas. Según cálculos privados, este indicador cerró en el segundo semestre en 1.880.695 millones de pesos (unos 5.100 millones de euros), un dato “preocupante”, advierten los expertos consultados, teniendo en cuenta que las reservas netas reales del Banco Central son negativas, de unos -8.000 millones de dólares.
Esto puede explicarse porque históricamente el país ha registrado una tendencia a gastar más de lo que ingresa, que se ha multiplicado en los últimos años. “El gasto público entre 1983 -año en el que se recuperaron las instituciones democráticas- hasta el año 2001 -coincidiendo con la llamada crisis del "corralito"- fue de aproximadamente de un tercio del PIB. Pero si uno mira cómo evolucionó después, el gasto tuvo una senda de crecimiento que lo llevó hace un par de años hasta el 47% para bajar hoy hasta el 42%”, explica el profesor de la Universidad Nacional de Córdoba.
Esto implica un aumento del gasto público de más de diez puntos que “por más que se aumentó la presión fiscal”, denuncia Alfredo Félix Blanco, “no consiguió recuperarse los niveles previos”. “Y el déficit fiscal se transformó en una cuestión estructural y grave”, lamenta.
Con el fin de poner coto a este desajuste, además de la subida de impuestos, otra de las salidas del Gobierno ha sido la emisión monetaria, lo que ha llevado a aumentar aún más la presión inflacionaria, al disponer de más dinero en circulación.
Y en última instancia se han visto obligados a recurrir a los préstamos de entidades internacionales como el FMI, organismo al que Argentina adeuda más de 45.000 millones de dólares. Se trata de una medida que con frecuencia acaba exigiendo a los gobiernos periodos de austeridad y recortes sociales, y que en el país latinoamericano no ha sido una excepción: por el acuerdo al que llegaron en 2022, Argentina se somete a las revisiones temporales y está ligado al cumplimiento de determinadas políticas económicas, que previamente han sido pactadas con el FMI.
La sequía llevó a perder 20.000 millones en exportaciones
Sin embargo, la realidad es que no siempre las ha cumplido. La última vez, este año. Con el país asediado por una histórica sequía que le ha llevado al sector agrícola a perder 20.000 millones de dólares en exportaciones, el Gobierno se vio obligado a renegociar el acuerdo de refinanciación de la deuda que tiene contraída con el organismo. A cambio, a finales de agosto el FMI aprobó un desembolso de 7.500 millones de dólares y se espera otro para noviembre de 2.750 millones de dólares.
Se trata de dos cantidades que suponen un balón de oxígeno para la debilitada economía argentina pero que, a su vez, la han obligado a depender de un tercer actor: China.
Y es que la falta de dólares en las reservas internacionales del Banco Central obligó al Gobierno argentino a tomar una decisión inédita a finales de julio: saldar por primera vez vencimientos de la deuda con el FMI con yuanes, por una cantidad equivalente a 1.000 millones de dólares. Y se espera que haga lo propio en sucesivos pagos. “Estas cosas no son gratis y China seguramente cuidará sus intereses, pero el nivel de endeudamiento que tiene Argentina es muy alto y además el país tiene un prestigio, creo que bien ganado, de mal pagador, lo que le ha cerrado muchos caminos con otros inversores internacionales”, apunta Alfredo Félix Blanco.
No obstante, no es algo que en Argentina preocupe en exceso, sostiene a RTVE.es el jefe de Research en la consultora argentina Ecolatina, Santiago Manoukian: “El mercado ya ve que las metas del FMI son bastante incumplibles y que eso no va a tener una repercusión negativa en el corto plazo, porque el Gobierno ya recibió un nuevo desembolso”. En su opinión, podría decirse que hay un cierto “optimismo moderado” porque existe “poco margen de maniobra para posponer los ajustes necesarios”, por lo que el nuevo gobierno tendrá que llevarlos a cabo.
Y es que es necesario, coinciden todos, poner en marcha un plan de estabilización cuando asuma el próximo gobierno el 10 de diciembre. “Este plan supone corregir precios relativos y eso implicará un salto inflacionario. A mediano plazo, si el plan funciona y hay una buena cosecha que proporcione dólares, se espera un descenso de la inflación para fines de 2024”, sostiene por su parte Eduardo Fracchia, profesor y director del área de Economía del IAE Business School en Argentina. Todo con el fin de que la economía se parezca más a la de Japón y menos a la de Argentina.
Otras noticias de las Elecciones de Argentina 2023
'Milei contra todos' o 'Todos contra Milei'
Milei, Massa o Bullrich: quiénes son los candidatos a las elecciones en Argentina