La Palma, dos años después: Mujeres resilientes que han vuelto a empezar
- Hablamos con tres mujeres que perdieron sus casas tras la erupción del volcán
- La de 2021 fue la tercera erupción en la isla en 72 años
- Puedes ver Objetivo igualdad el domingo a las 14:25h en Canal 24 horas y siempre en RTVE Play
En 72 años, ha habido tres erupciones volcánicas en La Palma. Los palmeros nos cuentan que la más terrible ha sido la última, la que se activó el 19 de septiembre de 2021. La que durante 85 días arrasó más de 1200 hectáreas de terreno y cuya lava engulló 1345 viviendas.
Para saber cómo se vivió esta última demostración de que contra la Naturaleza no hay nada que hacer, nos hemos desplazado a la isla y hemos buscado ojos de mujer. Allí nos han recibido Martina Rasi, Sandra Lorenzo y Elena Garritano.
El momento en que todo cambia
“La semana de antes yo sentía temblores cada vez más intensos. Y justo el miércoles en mi casa vi dos grietas en el jardín. Pensé que era normal, porque la casa estaba construida encima de la lava del volcán de San Juan (1949). Pero empecé a oler a azufre y sentí esas noches que mi cama se movía. Como si pasara agua. Como si hubiera una ola de agua por debajo”, nos cuenta entre lágrimas Sandra Lorenzo, una palmera de 51 años que perdió su casa y su negocio.
Al igual que Sandra Lorenzo, que ha puesto en marcha una nueva tienda ecológica en Los Llanos, Martina Rasi, suiza afincada en la isla desde hace 30 años, asegura que no se les avisó de la posible erupción. “Aquel día estaba en mi casa, sentada en la tumbona, cuando escuché de repente un sonido como una olla de vapor y pensé: “Esto es el volcán”. Así que subí a la azotea y vi la nube, las cenizas. No sé ni qué pensé, bajé, me temblaban las piernas… Empecé a recoger documentos, dinero, a los perros, mi saco de dormir, mi edredón, agua, y lo metí todo en el coche”, nos explica en la casa de madera que ha tenido que construirse en su finca de plátanos.
Elena Garritano, de 24 años, estaba estudiando un máster en Tenerife y se enteró de la explosión por un grupo de WhatsApp. “Yo no había visto nunca la erupción del volcán, no estaba preparada para lo que se me venía encima, vaya”, dice. La casa de su familia fue una de las últimas en desaparecer.
Lo que siente –asegura– es todavía una montaña rusa: “Un día estoy bien, otro día sueño con mi casa… Y me despierto pensando que todavía existe. Y entonces tengo que volver a pasar por el proceso y decir que no, que no está mi casa ya. O ver fotos en el móvil de mi casa y entonces me da un cortocircuito y pienso: “Buf, esto han sido mis 24 años de vida y ahora solo hay lava”.
Nadie nos ha llamado
Sobre las ayudas que prometieron los políticos durante aquellos días, tanto Elena como Sandra aseguran haberlas recibido. El caso de Martina es distinto. “El consorcio me pagó por mi casa una cantidad, que no llegaba al valor que tenía, claro. Y eso que tenía una casa bonita con piscina. De los 60.000 euros que prometió el gobierno central y los 30.000 del gobierno canario yo no recibí nada. Fui a un abogado y estamos aún recurriendo. Resulta que pagas impuestos, pones al día tu casa para que el seguro te cubra y cuando te pasa algo así, no recibes nada”, se queja.
De la aportación que los colectivos de mujeres han hecho a la reconstrucción de la isla después de aquello hemos hablado también con Mercedes Vassou, directora de Comunicación de Karmala Igualdad. “Yo lo que echo en falta –y no solo en la recuperación de la isla post volcán– es esa mesa de diálogo en la que nosotras aportemos también nuestras ideas sobre cómo avanzar, para contar nuestros problemas, para poder dar solución. Nadie se ha puesto en contacto con nosotras”, confiesa.
Se buscan nuevas ilusiones
Resiliencia es una palabra que parece que ahora todo el mundo pronuncia, pero es una buena manera de denominar lo que ha dejado el volcán tras activarse. “Resiliencia es quedarte con la memoria, con lo que ha pasado, tomarte tu tiempo de luto, de tristeza, de rabia… Y luego buscarte una nueva vía donde querer caminar. Buscar algo que te haga ilusión porque, si no, no sé si la vida tiene mucho sentido”, nos dice.
Sandra Lorenzo y Martina Rasi trabajan duro por sacar adelante sus negocios tras el impacto y -en el caso de la primera- la desaparición física misma de su comercio. La actividad de Martina Rasi, la platanera, es representativa de la economía isleña. La agricultura es uno de los sectores a los que el volcán ha perjudicado en mayor medida, junto con el turismo. Martina Rasi se lamenta también de que a las dificultades que las personas afectadas padecen, se unen otras sobrevenidas como una cierta especulación en los alquileres, que se aprovechan de la situación de necesidad de quienes lo han perdido todo.
Si queréis conocer de cerca la experiencia de estas tres mujeres a las que el volcán de Tajogaite arrebató parte de sus vidas, tenéis que ver el programa de esta semana. Luego no digáis que no avisamos.