Migrantes desaparecidos: rescates demasiado caros frente al barato valor de sus pobres vidas
- Maysoon Karbijha desapareció en el Mediterráneo tras el naufragio de la barcaza en la que viajaba hacia un futuro mejor
- Su hermana Batoul denuncia a través de este documental la indiferencia y el abandono de los migrantes desaparecidos
- Ya puedes ver el preestreno de 'Mi Maysoon' en RTVE Play
Maysoon, su hermano Mohammed y su padre viajaban en una barcaza llena de migrantes por el Mediterráneo rumbo a Europa cuando naufragaron. Ellos sobrevivieron, pero Maysoon desapareció. La tragedia sumió a toda la familia en un profundo dolor del que no han sido capaces de salir años después.
Su hermana Batoul decidió hacer este documental para ayudar a sobrellevar el duelo familiar y descubrir qué le ocurrió a Maysoon. Ante todo, trata de denunciar la deshumanización de la crisis migratoria a la que asistimos a diario impasibles y el olvido en que quedan los desaparecidos y sus seres queridos.
El antes y el después de Maysoon
Era un 24 de agosto de 2014. La barca en la que viajaban 712 migrantes hacinados naufragó cerca de las costas italianas. A ese barco destartalado se habían subido tres miembros de la familia Karbijha: el padre, uno de sus hijos y Maysoon de 20 años. Presintieron el naufragio y organizaron un plan para salvarse.
“Y en aquel momento, volcó el barco“
El padre se tiraría al agua, Mohammed, el hermano, saltaría detrás de ella. “La empujé, pero el agua nos arrastró”, describe con gran dolor Mohammed. “Y en aquel momento, volcó el barco”, recuerda el padre con lágrimas en los ojos.
Ellos tuvieron suerte. Fueron dos de las 352 personas rescatadas. La Marina italiana sacó 24 cadáveres del mar y el resto desaparecieron. Entre ellos, Maysoon. “Para mí hay un antes y un después del naufragio de mi hermana, porque aquello cambió mi vida”, relata Batoul consternada.
Igual que cambió la vida del resto de familiares quienes, a pesar de los años, no han vuelto a pronunciar el nombre de la hija desaparecida. El dolor les sumió a todos en un profundo silencio.
“Ninguno habla de ti, desde aquel momento vivimos en silencio“
“Ninguno habla de ti, desde aquel momento, vivimos en silencio” dice Batoul. “No es que no quiera hablar, es que no quiero recordar”, afirma el padre traumatizado por la tragedia vivida.
Huían de la Siria dictatorial y en guerra donde temían morir y soñaban con un nuevo futuro en los Países Bajos. Batoul los animó a reunirse allí con ella. “Ojalá hubiera sido yo quien se hubiera ahogado”, se repite a menudo.
La culpa que le acompaña y la tristeza que arrastra toda la familia fueron decisivas para abandonar el silencio y entrar en acción. “Voy a empezar a grabar el documental sobre Maysoon”, le dice Batoul a su madre, “¿de verdad?” le responde, con una mezcla de dolor y esperanza confiando en que “nos haga bien a todos”.
La amarga búsqueda
En su afán de obtener respuestas y de saber qué le ocurrió realmente a su hermana, Batoul decide poner camino al lugar del naufragio. “Este es el primer día que te hablo desde hace cinco años y también el día que he decidido buscarte”, dice Batoul a su hermana desaparecida, a través de la cámara que graba este documental.
“Este es el primer día que te hablo desde hace cinco años y también el día que he decidido buscarte“
Italia es su primer destino. Allí llegaron su padre y su hermano junto al resto de supervivientes después de la tragedia en el Mediterráneo. “Solo se registraron 24 víctimas, aunque sabemos que fueron muchas más”, le confiesa Angelo Milazzo, investigador del naufragio.
La conversación con el funcionario determina que no todo el mundo recibió chalecos salvavidas y que nadie rescató a las víctimas que cayeron al mar. “Y, sinceramente, no entiendo por qué tiene que hacer esto el estado italiano y no los países de los que provenían esas personas”, responde Milazzo ante la impotencia y la rabia de Batoul.
Cementerios entre las dunas de migrantes desaparecidos
Las investigaciones de Batoul revelaron que 70 de las personas desaparecidas fueron encontradas en Túnez y otros 50 cuerpos lo hicieron en Libia. “Si hay nueva información en Túnez, deberías seguir adelante”, anima a Batoul otra de sus hermanas. Ben Guerdane es una zona fronteriza entre Túnez y Libia. Ahí, casi todo el mundo vive del comercio y del contrabando. Hay miles de migrantes sirios, libios y de otras partes de África.
Mustafa, que estuvo los días posteriores haciendo el registro de los cadáveres del naufragio que llegaron a esas costas, informa que llegaron nueve mujeres, cuatro niños y que el resto eran hombres. “Fue el 31 de agosto de 2014. Y empezamos a enterrarlos el 1 de septiembre”, explica Mustafa a Batoul.
En el cementerio improvisado, frente al mar que un día les arrebató sus vidas, entierran a todos los desaparecidos que, cada vez con más frecuencia, llegan a estas costas. Entre las dunas, se suceden los montículos en los que se adivinan los cuerpos de aquellos que, por no tener, no tienen ni nombre. “Siento decirle que no se tomaron muestras de ADN”, le comunica un agente tunecino conocedor de este proceso.
“Podía costar un millón y medio de dólares, era demasiado, así que interrumpieron los trabajos“
Según le cuenta, la Cruz Roja colaboró poniendo a disposición un experto forense que calculó el precio de la identificación de los cuerpos. “Podía costar un millón y medio de dólares, era demasiado, así que interrumpieron los trabajos”, revela Mustafa a Batoul.
Indiferencia, impotencia y rabia
Desde 2014, más de 40.000 migrantes han desaparecido en el Mediterráneo en su camino hacia Europa, según el Proyecto Migrantes Desparecidos, dependiente de la Organización Internacional para las Migraciones.
En su viaje a Túnez, Batoul no ha conseguido respuesta alguna a las muchas preguntas que le rondan la cabeza desde la desaparición de su hermana. Es más, ha comprobado con indignación e impotencia el abandono y la indiferencia de las instituciones hacia las crisis migratorias. “Estuve llamando a mucha gente y a organizaciones que asisten a los refugiados, pero nadie quiso ayudarme”, le cuenta Batoul a Maysoon en la grabación.
“Estuve llamando a mucha gente y a organizaciones que asisten a los refugiados, pero nadie quiso ayudarme“
El documental es un homenaje a todos aquellos que emprendieron viaje hacia un futuro mejor y que perdieron primero la vida y, después, hasta su identidad. Y no olvidar nunca que, detrás de ellos, hay familias y amigos sufriendo para siempre.
“Iré a Libia y seguiré buscándote, porque encontrarte ha sido y sigue siendo el objetivo más importante de mi vida”, concluye Batoul emocionada.