'Vidas pasadas', la película más romántica de la década que nadie esperaba
- Se estrena la película de Celine Song, fenómeno del cine indie y aspirante a los Oscar
- RTVE.es entrevista a la directora, que recrea su experiencia sentimental y de inmigrante surcoreana
Ocurrió por primera vez en el Festival de Sundance y desde entonces en cada proyección de Vidas pasadas: la insólita sensación de que cada espectador de la sala está completamente conectado con las imágenes de la pantalla. Celine Song, autora teatral coreana-canadiense, ha enamorado con su debut en el cine, el fenómeno indie del año que ya apunta directamente a una de las películas favoritas para los próximos Oscar.
Vidas pasadas parte de la sencilla idea de Song de recrear una experiencia personal. Dos niños de 10 de años se enamoran en Seúl. Nora, la niña tiene que irse con su familia a Canadá. Pasan 24 años y es una aspirante a escritora en Nueva York. Un mensaje de aquel niño llega por Internet y organizan un rencuentro de fin de semana.
Celine Song, 35 años, vivió esa experiencia y ahora ha logrado que cualquiera pueda experimentar el amor truncado, su recuerdo, y la extrañeza de la disolución de la identidad de cualquier inmigrante. Su película tiene cierto tempo calmado, pero ella es mucho más vivaz y alegre en una entrevista durante el pasado Festival de San Sebastián.
“No es necesario ser una persona extraordinaria para sentirte conectado con esta historia”, afirma como teoría sobre el éxito de su película. “Puedes ser una persona muy común, con una vida normal y aun así sentir la escala épica de la vida”.
La épica de Vidas pasadas es el tiempo y el triángulo. Greta Lee y Yoo Tae-o interpretan al amor reencontrado, mientras que John Magaro da vida al marido estadounidense de Nora. “La película se trata en gran medida de señalar una vida ordinaria y momentos extraordinarios en una vida ordinaria, hablar de eso y dejar espacio para sentirlo”, dice la directora.
Dejar espacio es la expresión clave. Puede que el origen de Song sea teatral, y gran parte de la fortaleza de la película sean los diálogos, pero la cineasta ha encontrado un lenguaje para una poesía sencilla, directa, evocadora y elemental en el mejor de los sentidos.
“Si quieres ambientar una obra de teatro en Marte solo necesitas que un personaje lo diga, en el cine tienes que construir Marte o ir a Marte y filmarlo allí”, bromea. “El villano de esta película son 24 años y el Océano Pacífico. Para mí era necesario sentir Seúl y Nueva York, sus diferencias y similitudes. Y sentir a los niños coexistiendo con los adultos, que la contradicción existiera al mismo tiempo. Por eso tenía sentido que esta historia se contara en una película”.
La identidad, no ser coreana, ni coreana, ni estadounidense, completa el extrañamiento de Nora. “Además de las partes que dejas atrás, que se convierten en una vida pasada, la historia conecta conmigo por ser una inmigrante de un continente a otro”, dice. “Pero también eso conecta con cualquiera porque te has cambiado de ciudad o de profesión”.
Vidas pasadas es ya una de las favoritas para los Oscar según cualquier medio especializado. Y en cierto modo sigue las huellas del cine surcoreano (Parásitos), sucoreano-americano (Minari), que ha triunfado en Hollywood en los últimos años. “Creo que es emocionante que haya tantos tipos de películas diferentes, en diferentes idiomas y con subtítulos. Y que no solo sobrevivan en el mundo, sino que la gente se sienta conectada con historias que son muy específicas”, celebra.