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'Mujer Búfalo', la historia de una mujer siux en el ocaso de su pueblo

  • La editorial Valdemar publica el libro de Dorothy M. Johnson en su colección Frontera
  • Algunos de sus cuentos han dado origen a clásicos del western, como El hombre que mató a Liberty Valance

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Novela Mujer Búfalo, de la escritora Dorothy M.Johnson, publicada por la editorial Valdemar en su colección Frontera.
Mujer Búfalo, el número 29 de la colección Frontera de Valdemar

La colección Frontera de la editorial Valdemar suma un nuevo título, Mujer Búfalo, de la escritora norteamericana Dorothy M. Johnson, un referente clásico en la literatura western. Una inmensa escritora que se puede codear con la mejor narrativa del siglo XX y que suele aparecer en las antologías de cuentistas en inglés, tanto de género como de literatura en general, aunque en nuestro país sea relativamente poco conocida.

En la misma colección, los aficionados al género ya han podido disfrutar de sus relatos en los títulos Indian Country y El árbol del ahorcado, donde se encuentran las semillas de muchas historias que luego fueron llevadas al cine con notable reconocimiento, como El hombre que mató a Liberty Valance, Un hombre llamado Caballo o la propia El árbol del Ahorcado.

Una mujer en el Salvaje Oeste

En Mujer Búfalo conocemos la historia de Torbellino, la niña nacida en una noche de tormenta de nieve. Su historia, mezclada con la de su familia – al viejo estilo de las sagas familiares – y la de todo su pueblo.

Torbellino es una mujer de la tribu lakota oglaga que vive el gran momento de esplendor de la Nación Siux, esto es, desde que empiezan a expandirse por las Grandes Llanuras (años 20 del siglo XIX) hasta el culmen de su historia (y de la resistencia de los nativos ante los blancos), cuando bajo la inspiración del gran jefe Toro Sentado consigue derrotar en Little Big Horn al Séptimo de Caballería de Custer.

Un Custer, por cierto, que poco tenía que ver con el romántico militar que interpretó Errol Flynn en Murieron con las botas puestas, pues sus brillantes victorias solían ser simples y sangrientos asaltos a poblados llenos de mujeres y niños y no enfrentamientos con guerreros como los que se encontró en las Colinas Negras, donde le dieron muerte a él a y todo su regimiento.

Todo esto lo encontramos en el texto de Johnson, como decimos, contado con agilidad y naturalidad, al tiempo que conocemos la vida diaria de Torbellino, el trabajo duro e incesante que tenían que soportar las mujeres en los campamentos indios. Cuidar a los niños, recoger leña, hacer la comida, curtir las pieles, transportar la casa a cuestas en los múltiples desplazamientos de la tribu. Con 50 años, Torbellino es ya una anciana consumida, que ha visto crecer y morir a muchos de los suyos y está a punto de contemplar el final de su pueblo.

Tribus y colonos en la frontera

La relación entre tribus y colonos (apoyados por el ejército de EE. UU y con una tremenda masa de inmigrantes europeos dispuestos a seguir la marcha hacia el Oeste) fue siempre problemática y se saldó con la derrota definitiva de las naciones indias, que perdieron sus tierras, fueron diezmadas y encerradas en reservas, donde también perdieron – y eso quizá fue lo peor de la derrota – sus formas de vida y sus raíces.

Cuando la novela llega a su final, la forma de vivir de Torbellino y los suyos es ya el pasado, incluso estando los protagonistas todavía están vivos, y de aquel mundo solo nos quedan recuerdos distorsionados por el cine clásico norteamericano, que hizo muy buenas películas, pero normalmente muy poco fieles a lo que realmente pasó en las Grandes Llanuras durante las cinco décadas que van de 1820 a 1870.

La obra literaria de Johnson nutrió de muchos argumentos a ese cine, pero en sus textos ella se ajustó más a lo ocurrido, especialmente en lo que se refiere a la vida diaria de los indios, todo descrito con mucha elegancia y sin esconder nunca alegrías o maquillar crueldades. De hecho, Dorothy M.Johnson fue elegida hija adoptiva por la tribu Pies Negros, en su día conocidos por su ferocidad en el combate, luego diezmados por la viruela, ahora malviviendo en reservas.

Un prólogo marca de la casa

Mención aparte merece el prólogo de la novela, firmado como es habitual por el director de la colección, Alfredo Lara, y que junto a la cuidada edición del libro es una de las señas de identidad de Frontera.

Lara nos sitúa y explica el tiempo histórico de la novela y a la vez ofrece numerosos detalles sobre el estilo narrativo y la vida de Johnson (tan vinculada al western y sus mitos que ella se ha convertido en otro de ellos), una autora tan estimable como desconocida en nuestro país y que merece ser leída con la atención de un verdadero clásico.