Un mes de guerra entre Hamás e Israel: el conflicto que ha vuelto a poner la causa palestina en el mapa
- La guerra divide a la comunidad internacional y pone en cuestión el derecho humanitario
- Después de un mes de enfrentamientos, nada indica que la violencia vaya a disminuir
- Sigue en directo el conflicto entre Israel y Hamás
La guerra asimétrica e híbrida entre Israel y Hamás cumple un mes este martes. Los enfrentamientos iniciados el 7 de octubre con la incursión de los milicianos palestinos en el sur de Israel han vuelto a poner el conflicto palestino-israelí en el mapa mundial y a convertirlo en una prioridad para las agendas de la diplomacia internacional.
La Franja había sido ya escenario de escaladas militares con un alto coste para los civiles, pero la actual supera a todas las anteriores: 10.328 personas han muerto, incluyendo más de 4.237 niños. El ataque de las milicias palestinas costó la vida a 1.400 personas, y 249 fueron secuestradas.
La situación humanitaria en Gaza se ha deteriorado día tras día pero, mientras la ONU y la mayoría de países miembros exigen un alto el fuego, Estados Unidos y la Unión Europea se limitan a pedir pausas humanitarias para la entrada de ayuda.
Un ataque sorpresa contra el statu quo
Antes del 7 de octubre, el conflicto palestino-israelí apenas quitaba el sueño a la diplomacia mundial, más preocupada por la guerra de Ucrania.
La presión israelí sobre Cisjordania había aumentado tras la creación de un gobierno de derecha y extrema derecha, presidido por Benjamín Netanyahu: más de 200 personas habían muerto desde principios de año a manos de las fuerzas de seguridad israelíes o de los colonos judíos. Pero eso no afectaba al proceso de "normalización" de relaciones con los países árabes (el acuerdo con Arabia Saudí parecía inminente). Para los medios de comunicación occidentales, las muertes de palestinos ya no eran noticia.
La Franja de Gaza, en comparación con Cisjordania, parecía bajo control, pese a que los disturbios en la mezquita de Al Aqsa en abril provocaron un intercambio de proyectiles. Por eso, el ataque a gran escala de la mañana del día 7, bautizado precisamente como Diluvio de Al Aqsa (aunque se preparó mucho antes) pilló desprevenidos a los israelíes.
"Uno de los objetivos de las fuerzas de la resistencia palestina era precipitar la ruptura de un statu quo en el que Israel se sentía muy confortable", explica a RTVE.es Isaías Barreñada, profesor de la Universidad Complutense. Barreñada cree que lo han conseguido, aunque de forma muy violenta. "Obviamente, se puede cuestionar si es la mejor forma de poner la cuestión palestina en la agenda".
"Este era uno de los objetivos de Hamás, que por ahora ha logrado poner la cuestión palestina en el centro de la agenda internacional, la cuestión es a qué precio", coincide Moussa Bourekba, investigador del CIDOB.
La magnitud de la incursión y el retraso en la respuesta demostraron fallos de seguridad impensables en Israel. "La mayor parte de la sociedad israelí continúa en un estado de completo shock, - ha declarado en Las mañanas de RNE Ignacio Álvarez-Ossorio, catedrático de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad Complutense - nadie esperaba un atentado de esa envergadura, el mayor que ha sufrido israel en sus 75 años de historia".
Netanyahu creó un gobierno de emergencia para responder al atentado, pero Álvarez-Ossorio cree que en Israel empiezan a atisbarse "focos de oposición" interna, porque algunos le consideran el principal responsable.
"Catástrofe humanitaria" en Gaza
Tras la sorpresa inicial, Israel lanzó la operación Espada de Hierro, un ataque a gran escala contra la Franja para erradicar a Hamás. Pero en un área tan densamente poblada (2,2 millones de personas se apiñan en 365 kilómetros cuadrados), cada bombardeo contra supuestos objetivos de Hamás conlleva la muerte de decenas de civiles. Las agencias de la ONU y las ONG que trabajan en Palestina denuncian que se trata de un "castigo colectivo".
Israel cortó el suministro de agua, electricidad, víveres y medicamentos (un posible crimen de guerra) e instó a la población del norte a marchar al sur de Wadi Gaza, asegurando que allí estarían seguros. No era verdad: los civiles mueren también en Ráfah o Jan Yunis. No hay ningún lugar seguro en Gaza, donde los hospitales, las iglesias, las mezquitas, las escuelas, los campos de refugiados y hasta las ambulancias se han convertido en objetivos.
La realidad de lo que ocurre es díficil de conocer porque los periodistas también son víctimas, y porque Israel implementa a placer cortes de telefonía e internet.
El día 21 de octubre entraron desde Egipto los primeros camiones con ayuda humanitaria. Desde entonces han entrado 451 con víveres o material sanitario, "una gota en el océano", según las organizaciones de ayuda.
Israel además no permite la entrada de combustible, necesario para alimentar los generadores eléctricos, lo que ha obligado a detener las operaciones en 14 de los 35 hospitales. La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte de una "catástrofe humanitaria".
El 28 de octubre, Israel inauguró una "nueva fase" de su operación con la invasión terrestre. Sus fuerzas combaten cuerpo a cuerpo a los milicianos, han rodeado la Ciudad de Gaza y de hecho han dividido la Franja en dos. Al menos 29 soldados israelíes han muerto, mientras las bajas de combatientes palestinos se desconocen.
"Hamás comete barbaridades, pero eso no nos debe llevar a mirar para otro lado o justificar lo que Israel está haciendo", ha advertido en TVE Jesús Núñez, codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH).
Núñez deplora el "olvido consciente del derecho internacional" y que se permita a Israel continuar su ofensiva militar, "que no tiene fin a corto plazo y está resultando una catástrofe humana de dimensiones colosales".
"La catástrofe humanitaria es la mayor que ha sufrido la Franja de Gaza en los ultimos 100 años", coincide Álvarez-Ossorio. El catedrático de la UCM recuerda que hay voces de partidos extremistas en el gabinete israelí que piden una segunda Nakba ("desastre", la palabra árabe con la que los palestinos califican su expulsión en 1948). "Lo que vemos es una situacion completamente anomala ante el silencio de la comunidad internacional", afirma.
División y pasividad en la comunidad internacional
¿Hay algún país que quiera y pueda detener el conflicto? Todos miran a EE.UU. El mismo día del atentado, el presidente estadounidense, Joe Biden, dio pleno respaldo a su principal aliado en la región (y el mayor receptor de su ayuda militar) y acompañó su declaración con el envío urgente de armas.
La situación de los civiles palestinos y las denuncias de crímenes de guerra desde entonces apenas han hecho mella en Washington: el secretario de Estado, Antony Blinken, ha instado a Israel a "hacer todo lo posible para proteger a los civiles", pero a la vez ha descartado una tregua, porque eso, asegura, beneficiaría a Hamás.
La Unión Europea también ha respaldado el derecho de Israel a la "legítima defensa" y no ha ido más allá de pedir "pausas humanitarias" y proponer, por iniciativa española, una conferencia de paz en el futuro. Contrasta esta actitud con la mantenida respecto a Ucrania, donde la UE ha impuesto sanciones sanciones a Rusia y ha denunciado crímenes de guerra con base en el derecho internacional.
"Israel es el país del planeta con mayor margen de impunidad - se lamentaba Jesús Núñez - El apoyo de EE.UU., la pasividad de la UE y el abandono de la causa palestina por los países arabes les permite hacer lo que les dé la gana".
Irán amenazó con intervenir a favor de los palestinos, pero de momento solo ha habido ataques sin consecuencias de sus milicias afines en Irak o Yemen. La organización chií libanesa Hizbulá hostiga a Israel en el norte, pero tampoco parece que quiera ir más allá y arrastrar al Líbano a una guerra.
Por su parte, Rusia, China, Brasil o Sudáfrica han pedido un alto el fuego inmediato. Jordania ha retirado a su embajador de Tel Aviv; Baréin, Colombia y Chile han llamado a consultas a los suyos y Bolivia ha roto relaciones con Israel.
"Se han exarcerbado las divisiones existentes", comenta Moussa Bourekba. "Ahora existe una grieta abismal entre Occidente y el resto de países, lo que llamamos el Sur Global, aunque no es un bloque compacto, se trata de países muy diversos, con agendas muy diferentes".
"Por un lado - continúa - los países occidentales toman como premisa el derecho de Israel a defenderse, lo que quizá tenía su sentido el 7 de octubre, y que es un elemento cada vez más contestado incluso en esos mismos países. Por otro lado, están los que han condenado el ataque de Hamás pero lo han relacionado con el contexto histórico de la ocupación de Israel y del bloqueo de Gaza".
"Más que nunca, la aplicación de doble rasero por parte de Occidente y esta manera de relacionar o no sus principios y posturas con el derecho internacional ha quedado en evidencia", subraya el investigador del CIDOB.
Los gobiernos se han visto superados por la calle. Protestas multitudinarias han tenido lugar desde Nueva York a Londres, Roma, Barcelona y Madrid, y de Marruecos a Indonesia. En algunos casos, como en Alemania y Francia, desafiando las prohibiciones de manifestarse a favor de Palestina.
"Hay un divorcio muy evidente entre una sociedad civil que se manifiesta a escala planetaria, que maneja valores y principios y que entiende que las violaciones del derecho internacional humanitario son criticables y condenables, y los gobiernos que manejan no valores y principios, sino intereses geopolíticos y geoeconómicos", considera Núñez.
Isaías Barreñada cree que la dimensión de la venganza ha deteriorado la imagen de Israel, que está perdiendo la "guerra mediática". "Nunca hasta hoy se había hablado tanto del colonialismo israelí, era un tema tabú. - relata - El enfoque colonial del conflicto palestino-israelí ha ganado relevancia en los debates públicos, en la academia, en las denuncias". "Es un cuestionamiento a la mayor, a la naturaleza del Estado de Israel, lo que no quiere decir propugnar su desaparición, pero sí la descolonización", añade.
La ONU, al límite
La guerra ha puesto también en evidencia las limitaciones de la ONU. La organización internacional, bajo el mando de António Guterres, presta la atención humanitaria que puede a los palestinos, sobre todo a través de la UNRWA, y no ha ahorrado las condenas a ambos bandos.
Pero el Consejo de Seguridad, el único con capacidad real de hacer algo, ha sido incapaz de acordar una resolución pidiendo el alto el fuego por el veto de EE.UU.
"La ONU tiene sus límites, no podemos pedir imposibles, no se imponer por encima de los Estados", advierte Isaías Barreñada. Sin embargo, considera que "dentro de sus límites, ha agotado todos los instrumentos que tiene a mano. Todas sus agencias se han implicado en la cuestión palestina".
Esa implicación ha enfrentado a la ONU con Israel, que ha pedido la dimisión de Guterres y ha dejado de emitir visados para sus representantes.
"La ONU es uno de los actores internacionales que ha adoptado una postura más equilibrada, alertando de los riesgos de la respuesta militar israelí - dice Bourekba - pero por otra parte vemos parálisis. Sus declaraciones no son vinculantes ni pueden cambiar el curso de los acontecimientos".
Qué pasará a partir de ahora: más violencia y un incierto 'día después'
Un mes después, nada parece indicar que el conflicto que asola Gaza esté cercano a su fin. "La continuación de la la violencia no apunta a un cese el fuego inmediato", resumía Jesús Núñez en TVE.
El Ejército israelí asegura haber dividido la Franja en dos, lo que pódria facilitar al menos una "pausa humanitaria", de algunos días, que solo sería una interrupción temporal. El propio Netanyahu no descarta "pausas tácticas" que duren "horas".
"Lo más probable es que la operación militar israelí siga, ya que su objetivo oficial es erradicar a Hamás, y eso tardará meses, si algún día lo consiguen, que lo dudo", prevé Moussa Bourekba.
El analista del CIDOB no descarta una extensión regional. "Los actores del autoproclamado 'Eje de Resistencia' se pueden ver obligados de alguna manera a actuar, porque si no lo hacen perderán todo su crédito de cara a sus militantes y simpatizantes. La escalada militar es lenta pero segura, y queda por ver qué forma va a tomar", asegura.
Álvarez-Ossorio cree por el contrario que "se están imponiendo en la región voces pragmáticas que creen que hay que buscar una salida negociada y que una escalada solo puede complicar las cosas".
Más difícil aún es pensar en el día después en Gaza. Isaías Barreñada destaca que los niveles de destrucción son tales que es difícil imaginar una vuelta a la situación previa al 7 de octubre. "Me da la sensación de que forma parte de un plan de reordenamiento de la Franja, bien con la expulsion de los palestinos, lo que tendría un coste enorme y un impacto en la región, o que se les arrincone en el sur y se cree una especie de zona de nadie o de seguridad en el tercio norte".
Álvarez-Ossorio destaca el "secretismo" israelí sobre sus verdaderos objetivos, como forzar el desplazamiento de población hacia el Sinaí. "Lo que si sabemos es que quien paga el precio más elevado es la población civil".
"No veo ninguna salida positiva para los palestinos- confiesa por último Moussa Bourekba - Lo que se discute es si Israel acabará por anexionar Gaza, si va a continuar el proceso de limpieza étnica, si expuslará a los gazatíes, y por otro lado hay una situación explosiva en Cisjordania". "Está bien que se hable de un Estado palestino, pero confrontado con la realidad del terreno, la de un archipiélago de comunidades palestinas aisaladas, no entiendo qué quiere decir", concluye.