La vivienda asfixia a las familias: los gastos crecen un 30% y casi 1 de cada 10 personas ya sufre pobreza severa
- Tres millones de personas se quedan por debajo del umbral de pobreza severa tras pagar la casa y los suministros
- Para comprar una vivienda son necesarios 7,7 años de renta bruta anual frente a los casi 3 años de hace tres décadas
La vivienda se ha convertido en el "gran pozo sin fondo" para el 16,8% de familias en España o, lo que es lo mismo: más de tres millones de personas se quedan por debajo del umbral de la pobreza severa tras pagar la casa, los suministros básicos o la alimentación, unos gastos que han aumentado un 30% en el último año debido al contexto inflacionario. Esta situación está provocando que se desborde la capacidad económica de muchas familias que ya se encontraban en situación de vulnerabilidad. De hecho, el porcentaje de hogares en pobreza material severa se sitúa ya en el 8,1% de la población (3,8 millones de personas).
Así lo refleja el informe ‘Ingresos y gastos: una ecuación que condiciona nuestra calidad de vida’, presentado este martes por Cáritas, que analiza el impacto del encarecimiento del coste de vida en los hogares más vulnerables, muchos de ellos sin haberse recuperado de los efectos de la crisis económica y social por la pandemia.
“Desde la aparición del impactante tsunami que desencadenó la COVID-19, cuyas consecuencias abarcaron tanto la esfera social como la económica, junto con su inmenso coste en términos de salud, diversos eventos han continuado azotando a las familias y sus economías.
Desafíos como el conflicto en Ucrania, el aumento en los costes de los suministros energéticos o la crisis inflacionaria, persisten en poner a prueba la capacidad de los hogares para hacer frente a gastos esenciales como la alimentación y la vivienda”, ha afirmado la secretaria general de Cáritas Española.
Esta disparidad es aún más acusada entre los hogares más humildes, ya que pese al incremento del 30% de los gastos, los ingresos en estas familias ha sido prácticamente inexistente (0,5%).
La vivienda, factor determinante
El informe recuerda que el número de familias que no pudieron mantener su vivienda a una temperatura adecuada aumentó un 189% con respecto a 2008, de acuerdo al último dato de la Encuesta de Condiciones de Vida del INE (2022). En concreto, el gasto en electricidad aumentó un 82%, mientras que en el caso de los combustibles líquidos para el suministro de calefacciones fue del 180%.
“Esta situación se traduce en un constante equilibrio precario entre garantizar el pago de la mensualidad de la vivienda y sus suministros en los primeros días del mes, a expensas de caer por debajo del umbral de la pobreza severa y, como resultado, descuidar otras necesidades fundamentales del hogar. Esta lucha por encontrar un equilibrio entre todas las necesidades esenciales de la familia se convierte en un desafío constante, ya que, a pesar de los esfuerzos y estrategias implementadas, a menudo resulta difícil alcanzar un nivel de vida digno”, ha explicado
Daniel Rodríguez, miembro del equipo de estudios de la Fundación FOESSA.
Al mismo tiempo, el esfuerzo que debe hacer una familia para adquirir un techo donde vivir también está al alza. Hoy son necesarios 7,7 años de renta bruta anual para comprar una vivienda contra los 2,9 años que eran necesarios en 1987. “No solo se necesitan más años, sino que, en la mayoría de los casos, los ingresos se conforman desde diversas fuentes, ya que hay muchos más hogares que cuentan con más de dos aportes gracias a la incorporación de la mujer al mercado laboral”, ha subrayado Rodríguez.
Fórmulas para subsistir
Con todo, cada vez más familias se ven obligadas a recurrir a fórmulas como subarrendar habitaciones. En apenas cinco años, el porcentaje de familias con esta casuística ha experimentado un notorio aumento, llegando al 6,6% en 2022 (más de 1,2 millones de hogares).
De manera paralela, la cifra de familias que habitan viviendas inadecuadas, aquellas que no cumplen con las condiciones mínimas dignas para la vida cotidiana, también ha experimentado un "preocupante" aumento pasando del 25% en 2018 al 30% en 2021 (5,6 millones de familias).
“Nos encontramos, por tanto, con muchas familias que se enfrentan a una especie de dilema insuperable: la difícil elección entre vivir en condiciones no dignas, como compartir espacios reducidos, lidiar con el hacinamiento y soportar malas condiciones de vida, o, por otro lado, enfrentar una asfixia económica marcada por un estrés financiero abrumador, que a su vez puede afectar gravemente la salud, especialmente la salud mental”, ha concluido Rodríguez.