Sombra de catástrofe sobre el pueblo palestino
- Palestinos de Gaza residentes en España denuncian la destrucción de su identidad que supone la guerra de Israel
- Recuerdan la Nakba, la expulsión forzada que sufrieron sus antepasados en 1948
- Guerra en Gaza, en directo
“País desconocido”, eso es lo que dice el documento de viaje que portan los palestinos de Gaza. Palestina no existe en ese cuaderno que nos enseña Ahmad Abu Zbeida, originario de Gaza, que ahora sí cuenta con un pasaporte: es español. Pero los que hoy huyen de sus casas en el territorio palestino, explica Ahmad Abu Zbeida, “no tienen absolutamente nada".
"En la Franja de Gaza viven 2,2 millones de personas, y más del 90% de esa gente nace y muere sin ver algo nada más que esos 360 kilómetros cuadrados. Porque Egipto solo permite entrar a quienes tienen doble nacionalidad, a los que residen en el extranjero o a los que han recibido una beca o algo similar. El resto hace su vida en esta cárcel al aire libre. Por eso nadie se saca el pasaporte. Lo que tienen es un documento de viaje que no reconoce ningún país del mundo. Tienen un documento de viaje que no les lleva a ningún sitio. Ahora ya no tienen ni eso”, explica.
La sombra de la Nakba persigue a los palestinos. Nakba, catástrofe en árabe, es como llaman a la expulsión de miles de personas de sus tierras con la creación del Estado de Israel en 1948. “Ahora estamos viviendo un genocidio”, asegura Duha Al Zaiti, también palestina de Gaza residente en Madrid. Ella ha perdido a varios familiares en los bombardeos israelíes. “También hemos perdido nuestra casa, y no voy a llamarlo vida porque no estábamos vivos”, cuenta ante un pequeño altar que ha montado en el salón de su casa en homenaje a su tío. Duha salió de Gaza con 13 años. Hoy tiene 21. “Me duele pensar que, si algún día vuelvo para revivir mis memorias, mis recuerdos de pequeña, no los voy a encontrar, no van a estar ahí”.
““El día que pierdes tu casa, pierdes casi todo lo que tienes”“
“Identifican que eras algo, un ser vivo que viene de ahí”, resume Duha el sentido de identidad que percibió cuando salió de Gaza. Quedarse sin casa o sin barrio, lo emborrona aún más. “El día que pierdes tu casa, pierdes casi todo lo que tienes”, resume Ahmad Abu Zbeida: “pierdes tus recuerdos, el sitio donde vives, las memorias de tus hijos, del nacimiento de tus hijos, todo eso se borra con un bombardeo. Y eso si tienes la suerte de que no hayas estado en casa en el momento en que cayó la bomba”.
Para este gazatí que ha hecho su vida en España y ahora trabaja en la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), Israel está tratando de borrar físicamente al pueblo palestino. De nuevo, la sombra de la Nakba: “estas personas, después de que echaran a sus abuelos en el 48 de sus casas y mandarlos a campos de refugiados, incluso siguieron molestando a Israel. Por eso lo que hace es practicar una limpieza étnica para que esas personas ya no existan. Ni ellas, ni sus recuerdos, ni sus identidades”.
"Jamás voy a olvidar mi origen, mi infancia y el país donde nací"
“Palestina”, es como llamó Duha a una de las pocas posesiones que se llevó de Gaza. Es un osito de peluche que le regaló una amiga el día de su partida: “me recuerda de dónde vengo, porque nunca jamás voy a olvidar mi origen, mi infancia y el país donde nací”. Sujeta el muñeco con fuerza mientras habla y su madre y su padre la observan. Duha estudia Comunicación en una universidad pública de Madrid. “Aquí entiendo lo que significa la palabra paz. Vivir en paz. La he vivido, porque en Gaza no existe”, concluye.
“"Después de que cuelguen el teléfono, o incluso mientras estoy hablando con ellos, puede caer la bomba y matarlos"“
La guerra persigue a los palestinos lejos de su país. Ahmad vive pegado a las noticias y a la palabra todavía. “Cada tres o cuatro días”, cuenta, “puedo hacer una llamada con mi familia en Gaza y siempre me dicen: “estamos vivos todavía”. Esta palabra, “todavía”, me mata. Porque sé que, después de que cuelguen el teléfono, o incluso mientras estoy hablando con ellos, puede caer la bomba y matarlos. Ellos mismos saben que en cualquier momento pueden estar muertos”.
A Duha le sorprende que su pueblo siga resistiendo. “Dime tú cómo te vas a sentir si pierdes la casa por la que has trabajado tanto. O si pierdes a tus hijos. De pronto, ya no los tienes porque te han bombardeado. Y sigues luchando”. Por eso, cree Ahmad, Israel trata de destruir físicamente esa resistencia. “Está escrito y publicado”, asegura, “y el propio ministro de Seguridad, Ben Gvir, ha afirmado: mi derecho al movimiento es más importante que tu derecho a la vida. Lo habían dicho y el mundo no quería escucharlo. Ahora salimos en las noticias por lo que ocurrió el 7 de octubre, pero llevan décadas haciéndolo. Están ejecutando una nueva Nakba. Lo que nos pasó en el 48 nos vuelve a pasar ahora”.