Enlaces accesibilidad

Moda insostenible: de la tienda al vertedero

  • Cada año se desperdician en el mundo 92.000 toneladas de ropa, equivalente a un camión por segundo
  • La moda es la segunda industria más contaminante a nivel global sólo por detrás de la petrolera

Por
Moda insostenible: de la tienda al vertedero
Vertedero textil ilegal en Atacama

Cada año se producen en el mundo 80.000 millones de prendas de ropa. Leo este dato después de recibir una sugerencia en mi correo electrónico para comprar una blusa a poco más de un euro con gastos de envío incluido si mi factura alcanza los 30 euros.

"Es ropa que está hecha para tirar. Hay 50 microtemporadas al año, nuevos productos cada semana. Se fabrica en Asia con condiciones laborales dudosas (en Bangladesh, tercer productor mundial de textil, los trabajadores llevan ya varias jornadas de huelga pidiendo mejoras en su salario, que es de 70 euros al mes); contaminan en su producción con gases de efecto invernadero y consumo de agua. Y acaban en vertederos como el del desierto de Atacama", nos cuenta Celia Ojeda, responsable de biodiversidad y consumo de Greenpeace.

Según la Fundación Ellen MacArthur, a nivel mundial, ese es el destino de 92 millones de toneladas de textil al año. En el caso de España, subraya Ojeda, 900 toneladas.

Dunas de textil en el desierto más árido del mundo

Desde el espacio se puede ver, al lado de la comunidad de Alto Hospicio, en el desierto de Atacama, una mancha. Es un enorme vertedero ilegal de textil. Hace ya diez años, Franklin Cepeda, ingeniero, hacía una ruta en moto cuando se asombró al ver a lo lejos tanto color. Se aproximó y descubrió montañas de camisetas, vestidos, pantalones… de todo tipo de prendas pudriéndose al sol.

Con los años, esas dunas no han hecho sino crecer lo mismo que el consumo de ropa en Europa, Estados Unidos o China, lugares de origen de esa basura. Cepeda comenzó a pensar de qué forma podría contribuir a mitigar el problema.

El emplazamiento de este basural no es casual. A tan sólo 20 kilómetros se encuentra el puerto de Iquique, una zona franca, libre de impuestos. Por ahí el año pasado entraron 126.000 toneladas de ropa, convirtiendo a Chile en el principal importador de ropa de segunda mano de América Latina, cuarto del mundo.

"Lo que se puede aprovechar se vende, pero la mayoría es inservible y termina en el desierto", nos dice al otro lado del teléfono Paulin Silva, activista medioambiental y abogada.

Esas prendas, como la camiseta que hoy hubiera podido comprar por un euro, son de baja calidad. Fabricadas en poliéster, nylon o lycra, que contienen plásticos que tardan décadas en descomponerse. "Eso a través de las aguas subterráneas acaba en los océanos y, por ejemplo, en la sal de mesa", señala Celia Ojeda.

"Desde Alto Hospicio se puede oler a plástico quemado que es como huele cuando se quema ropa sintética. El problema es que la gente se acostumbró y lo ve como normal", señala Cepeda.

"Se toma la decisión de quemar cuando el basural adquiere grandes dimensiones. Eso hace el desastre ambiental aún mayor, pero además afecta a la salud de todos los que respiran esos humos", apunta Silva, que ahonda en la necesidad de la educación para que la gente sea consciente del problema.

Ser parte de la solución

Desde sus respectivas profesiones, Paulin Silva y Franklin Cepeda tratan de participar de la solución. Ella, abogada, interpuso una demanda -que espera sentencia- contra el Estado y contra la municipalidad tratando de que alguien asuma la responsabilidad del daño ambiental que se está generando.

Lo que recomienda Naciones Unidas, en un marco más amplio, es que sólo ingrese en el país la ropa que pueda tener una segunda vida. Para eso, hace falta una regulación más estricta.

En el caso de Franklin Cepeda fundó Ecofibra, una empresa que es hoy por hoy la mayor recicladora textil del país. Lo que hace es transformar esos residuos en material aislante para construcción.

"Comenzamos con una planta al lado del vertedero, sacando la ropa con nuestros propios camiones y ahora tenemos una planta en Santiago de Chile, en la capital, donde recibimos directamente esos desechos de los importadores de ropa usada", nos cuenta. Son capaces de procesar hasta 10 toneladas al día.

"La solución pasa por un cambio de modelo: que la producción sea menor, pero de mayor calidad para que se pueda reciclar o reutilizar; que las empresas y los gobiernos fomenten una verdadera economía circular", apunta Celia Ojeda de Greenpeace. Evidentemente también, por nuestra parte, por un consumo más respobable.

La moda rápida es, según la ONU, la segunda más contaminante del mundo sólo por detrás de la petrolera. Ponen un ejemplo: fabricar unos vaqueros requiere 7500 litros de agua dulce, el equivalente al consumo de una persona en siete años. En cifras globales, al año, supone el 20% del consumo global de agua potable y el 10% de las emisiones de efecto invernadero. El problema lo llevamos puesto.