Argentina necesitaba un eternauta (pero no era Milei)
- Argentina afronta un futuro repleto de incertidumbres, no solo económicas, sino también sociales
- Directo: sigue la última hora de la noche electoral en Argentina
Argentina, nación de mitos y reinvenciones, es un país que ha sabido sobrevivir a los episodios más oscuros de su historia, algunos extremadamente dolorosos como la dictadura del 76 o, en lo económico, como la terrible crisis del 2001, que sigue siendo recordada más de dos décadas después porque muchas de sus heridas aún no han sanado.
Ahora, a unas semanas de que la Casa Rosada reciba al "libertario" Javier Milei abanderado ultraderechista de las ideas más reaccionarias e inverosímiles, Argentina va a tener que pensar ya en cómo recuperarse de una presidencia que ni ha arrancado.
La "libertad", según Milei
Es de esos políticos que abogan por reinterpretar la palabra "libertad". Para él, a propuesta de la alianza que representa, La Libertad Avanza, significa liberarse de todas las ataduras, aunque sean las que contienen –en general y en la actual coyuntura- al Estado en sí. A él no le importa la hecatombe. De hecho, ha prometido "arrasar con todo" para "volver a ser el país pujante que éramos a comienzos de 1900". 35 años dice que le llevará lograrlo.
Quiere recortar el gasto público, empezando por los planes sociales que los Kirchner –el matrimonio presidencial post-corralito, Néstor y Cristina- incentivaron desde sus respectivos gobiernos y que se han prolongado en el tiempo hasta hoy, hipotecando –eso es cierto- las arcas del Estado.
Quiere, asimismo, barrer con el sistema público de pensiones y jubilaciones facilitando su privatización, que es lo mismo que desea hacer con las empresas públicas deficitarias (¿alguien se acuerda del Menemismo?) y con la Sanidad y la Educación. Quiere "liquidar" el Banco Central -algo que ha escenificado en más de una ocasión durante la campaña-, dolarizar la economía y eliminar las retenciones a la exportación que tantos quebraderos de cabeza dio a los empresarios argentinos la pasada década para que el gobierno pudiera manejar las reservas y pagar, entre otras cosas, el anterior préstamo del FMI.
Revolución en la escena política argentina
Milei ha dicho que "la reconstrucción ya está en marcha" y su elección, por lo pronto, ya ha arrasado aparentemente con la carrera política de su contrincante final. Casi 12 puntos le ha sacado al peronista Sergio Massa, que tenía en contra, principalmente, ser el candidato de la continuidad porque, siendo ministro de Economía como es, no ha logrado frenar ese 150% de inflación anual.
La derecha tradicional, mientras tanto, respira. Representada por Patricia Bullrich hasta la primera vuelta de las elecciones ya había dado su bendición a Milei con el beneplácito del expresidente Mauricio Macri.
Y no hay que olvidar a Cristina Fernández de Kirchner, la todavía vicepresidenta de la nación. Derrotado Massa, el enemigo político que llegó a ser su jefe de gabinete, y casi desaparecido de la foto el actual inquilino de la Casa Rosada, Alberto Fernández, ella mira desde la distancia y con perspectiva, quizás esperando a ser reclamada por parte de la ciudadanía y no solo por algunos juzgados.
Porque el imprevisible Javier Milei, ante los índices de violencia del país, quiere también rebajar la edad de imputabilidad de los menores, impulsar la tenencia de armas de fuego y liberalizar el mercado de órganos, prohibir el aborto, eliminar ministerios como el de la Mujer y dejar de darle vueltas a lo de los 30.000 desaparecidos porque, en su opinión, "solo fueron 8.753".
El abismo en Argentina
parece estar siempre a la vuelta de la esquina.
Atrapados en una economía en llamas,
los argentinos asisten a un partido final impensable,
entre un camaleónico peronista y un ultraliberal
a quien desde pequeño llaman "el loco".
Uno de esos modelos, que es el de Milei,
para mí y para mucha gente es muy peligroso,
porque no es que pone en juego solamente un modelo económico
como uno debatiría en cualquier elección
y como es propio de la democracia,
sino que pone en juego la democracia en sí.
Y eso, no sé, por lo menos a mí me perturba bastante.
El electorado argentino quiere que le digan las cosas claras
y por eso está ganando Milei porque dice las cosas claras,
al chorro le llama chorro.
No es un político que cometió actos de corrupción, no.
Chorro, delincuente, ladrón, eso es lo que son.
Va a explotar.
Bueno, que explote, decimos, todo.
Que explote para que comiencen seriamente de nuevo las cosas.
Que estamos frente a la elección más importante
de los últimos 100 años.
En esta elección se juega si seguimos en la decadencia
y nos hundimos en la miseria
o abrazamos la libertad y volvemos a ser una potencia.
Díganles a aquellos que todavía tienen dudas.
Díganle a aquellos que a lo mejor tienen críticas
que con mucha humildad le pedimos perdón,
pero que el enojo no los puede llevar
al salto al vacío.
Mari, ¿cuánto sale el zapatito verde, 500?
No hay bolsillo que soporte una inflación que supera el 142%
en los últimos doce meses.
Los salarios van siempre atrás de esta brutal escalada.
La jubilación tampoco alcanza.
María Cristina ya no compra por kilos, sino por piezas.
Hasta a los encargados les da vergüenza
de remarcar los precios.
Todos los días marca o sube un poco o sube el dólar todos los días,
remarca.
El 20% al 30%.
Yo estaba acostumbrada a comprar una docena de bananas
porque tengo que comer, yo soy diabética,
he dejado de comer mi comida para diabéticos
porque está carísima, marcada y ahora como los fideos comunes.
Las elecciones son un dilema cuando ninguno de los dos candidatos
convence.
Yo creo que va a empeorar la situación, yo creo.
Y bueno, Massa me parece que es muy mentiroso, muy mentiroso.
Y el otro me parece un loco zafado que puede hacer cualquier cosa,
me parece.
Siempre les dije a mis hijos que desde el principio me parece
que es un tipo que puede ser Hitler.
Uno está acostumbrado un poco a las crisis, la verdad.
Pero como esta crisis creo que no sé si ha pasado una vez.
Si hay una pasión entre los argentinos,
además del fútbol, es el asado.
Un ritual casi sagrado para compartir buenos momentos.
Esta es una parrilla de barrio.
Tres décadas con sus brasas prendidas.
Ahora peleando con los precios para mantener la clientela.
Al futuro presidente
ya no solo le demandan mejorar la economía.
Hay mucha inseguridad, muchos robos,
hay un montón de cosas.
La gente sale con miedo a la calle, la gente a la noche no sale tanto.
La montaña rusa en la que se mueve Argentina
suele dar sorpresas.
Su ministro de Economía, Sergio Massa, logró lo impensable.
Ganar en octubre con casi el 37% de los votos.
Desplazaba al favorito: Javier Milei
que se define como libertario y anarco-capitalista,
triunfó en las primarias de agosto.
Los dos disputan la segunda vuelta.
Pero el tablero político dio otro giro inesperado.
La gran derrotada, la conservadora Patricia Bullrich,
ha pedido el voto para Milei.
Una estrategia aupada por el expresidente Mauricio Macri,
que ha desatado una crisis en la coalición opositora.
Es como que toda la gente que vos pregunta
y no saben qué hacer tampoco.
Dicen porque no sé si votar a una persona que ya está,
que no hizo nada, que podría haber hecho y no hizo.
Y una persona que la conocemos hace poco,
que no sabemos lo que nos puede dar.
Años de inestabilidad llevan a los argentinos
a desconfiar de su moneda.
Nadie quiere pesos.
El dólar es el rey.
Y reina, el llamado dólar blue.
Se mueve en el mercado paralelo,
ante los límites oficiales para comprar billetes.
Su cotización vuela
y es el termómetro diario para calcular precios.
Todo cotiza en dólares,
desde comprar unas zapatillas hasta el alquiler.
El plan de Javier Milei de dolarizar
y demoler literalmente el Banco Central
atrae a parte de los votantes.
Los expertos lo ven inviable.
Seduce el plan de dolarizar,
seduce porque yo no soy ninguna economista,
pero si trae estabilidad y podemos acceder a estar bien,
yo voy para ese lado.
"Estamos en uno de los barrios humildes más conocidos
de la Argentina.
Este barrio se llama Villa 31.
César fue cartonero, albañil, estudió y hoy es arquitecto,
con proyectos para urbanizar su barrio.
Observa que crece,
ante alquileres imposibles en la ciudad.
Señales, dice, de un aumento de la pobreza.
Ya hay un 40% de pobres en el país
y los comedores son su sostén alimentario.
Una asistencia del Estado además de otros planes sociales
que "hipotecan" las arcas públicas y que Milei planea eliminar.
El miedo a perder esos subsidios ronda en la mente
de los más necesitados.
La gente se ha acostumbrado lamentablemente
a ese tipo de asistencialismo político.
Se puede llegar de vuelta con buenas políticas económicas,
pero con este tipo de asistencialismo
no se va a poder llegar.
Son parches económicos.
La espiral inflacionaria es la punta del iceberg
de una economía desordenada y sin reservas en el Banco Central.
Y como una losa:
el millonario préstamo que el Fondo Monetario Internacional
concedió a Argentina en 2018.
El FMI ya es un viejo protagonista en los vaivenes de Argentina.
El corralito de 2001 agudizó el rechazo social al organismo.
Muy probablemente en el corto plazo tenga costos políticos
y costos en la inflación,
porque probablemente los ajustes y las correcciones
que hay que hacer
van a acelerar la inflación en el corto plazo.
Nosotros creemos que se sale con producción y trabajo.
Esto significa fundamentalmente aumentar el volumen de exportaciones
de la Argentina,
pasar de 88 000 millones de dólares que tuvimos el año pasado
a 127-128 000 millones de dólares en los próximos cuatro años.
¿Cómo lo vamos a hacer?
Seis sectores económicos:
el sector agropecuario, hidrocarbonífero, minero,
economías regionales, economía del conocimiento
y sector industrial.
Sergio Massa promete una nueva etapa con un Gobierno de unidad nacional.
Lleva toda la vida en la política.
Es un peronista de centro, que empezó militando en lo liberal.
Ya intentó ser presidente
después de enemistarse con Cristina Fernández de Kirchner,
cuando ella ocupaba la Casa Rosada y era su jefe de gabinete.
Javier Milei saltó de los platós de televisión a diputado
hace apenas dos años.
Se define como anarco-capitalista.
Su estilo agresivo
y sus ideas radicales de romper con todo,
reducir al mínimo el Estado y acabar con la casta política,
asustan pero también gustan.
Milei es la expresión de una bronca argentina.
Es eso, es una expresión de bronca argentina
y la expresión de una sociedad y una economía
que lentamente salen de los límites que el kirchnerismo les planteó.
Y el grito de guerra de esa nueva sociedad
y, sobre todo, de jóvenes
que en su mayor parte de su vida no vieron nunca el crecimiento
es Javier Milei.
"Mete la boleta, mete la boleta".
El humor mitiga la intensidad del momento.
Miles de temas musicales llegan cada semana a este canal digital.
Un aluvión de creatividad sobre la escena política.
Parte de Argentina mira incrédula el fenómeno Milei.
Un candidato que quiere eliminar entre otros,
el Ministerio de la Mujer,
que está a favor de un mercado de órganos.
Y que adora a sus perros clonados de Conan, su mastín muerto,
con el que habla.
Mira también preocupada
a un candidato negacionista del cambio climático
y que al cumplir 40 años de democracia
no condena la dictadura y cuestiona los 30 000 desaparecidos.
Abre heridas y consensos logrados que parecían incuestionables.
Poner en duda o directamente negar eso,
o incluso reivindicar la dictadura,
eso me parece algo completamente inadmisible en 2023.
No puedo creer que estemos discutiendo de nuevo esto
y que estemos retrocediendo y perdiendo justamente la memoria
en un país que tanto hizo por esos procesos,
que es emblema de eso.
Para mí, lo que está en juego, por ahí exagero,
pero es la paz social.
Yo, la verdad, no fui víctima de la crisis del 2001.
Yo estaba bien, pero la vi.
Vi los resultados
y las consecuencias de tantas muertes, tantos saqueos.
Y la verdad, me preocupa.
Vivir algo parecido o potenciado.
En el fútbol, comparten la pasión por Boca.
Su voto está en las antípodas.
El padre, peronista desde la cuna.
Su hijo, seguidor de Milei.
A ver, explícame una cosa.
Si vos tenés un ministro de Economía con 150% de inflación,
¿cómo pensás que va a solucionar la inflación,
votándolo como presidente?
Lo actual es una coyuntura.
Las opciones son tan malas
que hasta un ministro de Economía con 150% de inflación
tiene chance de gobernar,
porque las opciones que hay son peligrosas.
Para mí, la prioridad hoy es sacar a este Gobierno desastroso
que nos llevó a una de las peores crisis que vivió,
que vive Argentina.
Massa o Milei.
Uno de los dos tocará la melodía del cambio.
Pero los argentinos anhelan más que música para sus oídos.
Y de Latinoamérica...
Los apocalipsis y los 'Eternautas'
Cuesta, ahora mismo, vaticinar el futuro incluso más inmediato. Solo el pasado parece poder dar algunas respuestas.
A finales de los años 50, Oesterheld y Solano López publicaron 'El Eternauta', una historieta que a lo largo de la historia argentina ha dado para numerosas lecturas: la Tierra se ve invadida por los alienígenas, que acaban con la mayor parte de la población mundial. En Buenos Aires, un grupo de supervivientes acaban convirtiéndose en héroes. Y un "viajero en el tiempo" tiene la posibilidad de revertir el pasado…
En los 70, tras el golpe militar al gobierno de Isabelita Perón, la historia de Oesterheld recupera vigencia, teniendo en cuenta –además- que el autor acaba engrosando la lista de desaparecidos. La figura del combatiente del traje aislante que avanza con paso firme porque está llamado a salvar el mundo es ampliamente reproducida en los muros de la época.
Lo mismo sucede –aunque con un rostro real- a finales de la primera década de este siglo, 50 años después de su creación. Es cuando nace el "Nestornauta", homenaje al sureño que había irrumpido en la escena política argentina para salvar al país de los estragos del corralito. Luego, además, Néstor Kirchner fallece de forma repentina y sirve para amplificar el mito del hombre que, casi en solitario, intenta salvar al mundo.
En la actualidad, se ha puesto en marcha una serie de televisión sobre 'El Eternauta' (que protagoniza Ricardo Darín) y todo apunta a que su guion ya empezó a alimentarse de una realidad que, de alguna forma, ya vaticinaba algún tipo de apocalipsis.