Dentro de un hospital de Gaza: así es trabajar y sobrevivir bajo los bombardeos israelíes
- Desde el inicio del ataque de Israel, los hospitales de la Franja se han convertido en objetivo de guerra
- Los sanitarios trabajan bajo las bombas, sin medios, sometidos a una presión insoportable
“La situación es catastrófica. El hospital está abarrotado de heridos y refugiados. Hemos superado el límite máximo. Hay gente amputada, sangrando, inconsciente o con heridas graves en el suelo” cuenta a RTVE Ibrahim Matar, médico general en el Hospital de los Mártires de al-Aqsa, situado en la ciudad de Deir al-Balah, en el centro de la Franja de Gaza.
Ibrahim se graduó en 2021 de la facultad de medicina de la Universidad de al-Azhar, pero en su corta carrera ha tenido que lidiar con situaciones que nunca imaginó. “Nuestro hospital no es uno de los principales de la Franja. Es un centro médico pequeño con pocos recursos. Por ejemplo, dentro de la UCI hay 18 camas y ventiladores mecánicos y, en cada bombardeo, al menos 50 heridos vienen al servicio de urgencias. ¿Cómo puedes tratar al mismo tiempo a 50 personas si solo hay 18 camas disponibles?”, se pregunta.
Elegir quién vive y quién muere
“Tras un bombardeo solemos recibir a gente con tres tipos de heridas: lesiones por inhalación, que ocurren cuando una gran cantidad de humo entra en los pulmones, traumatismos craneoencefálicos que pueden provocar una hemorragia cerebral y quemaduras de distintos tipos”, explica Ibrahim. “En los dos primeros casos, los pacientes necesitan una intubación y ventilación mecánica y un control en la Unidad de Cuidados Intensivos. Solo así tienen alguna oportunidad de sobrevivir”, asegura.
Pero sin camas ni ventiladores mecánicos suficientes, Ibrahim y sus compañeros tienen que enfrentarse a decisiones muy complicadas. “Cuando llegan varios pacientes críticos tenemos que elegir a quién tratamos, entre los que tienen más posibilidades de salir adelante. Las otras personas a las que no podemos atender, literalmente, mueren en la sala de emergencia”, reconoce y señala que, antes de la guerra, cuando alguien llegaba con un paro cardiaco siempre intentaban reanimarlo. “Ya no”, reconoce.
Sin anestesia ni antibióticos
El asedio que Israel ha impuesto al enclave palestino tras el ataque de Hamás, el pasado 7 de octubre, también ha provocado una grave escasez de combustible, alimentos, agua y suministros médicos básicos.
“En muchas emergencias operamos sin anestesia, especialmente en las amputaciones, pero en las intervenciones mayores todavía la seguimos utilizando”, dice Ibrahim. “El analgésico más básico como el paracetamol tampoco se encuentra en el hospital, así que pedimos a la gente que vaya a comprarlo a farmacias privadas”.
Pero, sin duda, lo que más le preocupa a este médico de 27 años es la falta de antibióticos. “Cuando uno tiene una infección se necesita un cultivo de bacterias, hay que tratarla con un antibiótico adecuado. Ahora, esto no es posible. Utilizamos antibióticos al azar, según estén disponibles y no siempre el que usamos es capaz de destruir las bacterias, así que muchas heridas se infectan”, explica. “Hemos llegado a ver gusanos saliendo de las heridas por una infección grave e, incluso, peor: he visto a pacientes morir tras un shock séptico por heridas que eran resistentes a los antibióticos”, afirma.
Apagón sanitario y peligro de epidemias
La presión sobre el hospital de Al-Aqsa aumenta, a medida que las instalaciones médicas en Gaza se van apagando y miles de personas del norte de la Franja huyen hacia el sur. “Nuestro hospital tiene una gran sobrecarga de trabajo porque la población en Deir al-Balah ha aumentado enormemente. Ahora viven aquí más de 300.000 palestinos”, apunta Ibrahim.
“La situación de los hospitales en Gaza es catastrófica. Todos los del norte han quedado fuera de servicio, mientras que cientos de miles de palestinos siguen en esta zona, por lo que se les está negando completamente los servicios médicos”, señala Nebal Farsakh, portavoz de la Media Luna Roja Palestina.
Tras seis semanas de asedio y ataques israelíes, solo nueve de los 35 hospitales en la Franja siguen operativos, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Sin embargo, funcionan de forma parcial, con cortes constantes de electricidad y falta de suministros médicos. “Para el personal médico continuar operando con esta escasez extrema de medicamentos y suministros médicos es una lucha diaria”, afirma Farsakh.
A todo esto, se suma el riesgo de propagación de enfermedades. “La situación sanitaria está al borde del abismo”, asegura a RTVE Daniel Roselló, delegado de Cruz Roja España en Palestina. “El 70% de la población gazatí se ha convertido en desplazada. Hay más de 800.000 personas refugiadas en tiendas de campaña con un baño por cada 150 y una ducha por cada 700”, apunta.
De momento, la OMS ya ha registrado alrededor de 70.000 casos de infecciones respiratorias agudas, 44.000 casos de diarrea, 800 de varicela, y casi 11.000 de sarna y piojos. Además, las malas condiciones sanitarias, combinadas con las lluvias frías recientes, podrían provocar un aumento de la neumonía infantil.
Hospitales convertidos en orfanatos temporales
Mientras hablamos con Ibrahim por teléfono, la llamada se corta varias veces debido al apagón en las telecomunicaciones. “Cuando esto ocurre durante un bombardeo, la gente no puede llamar a las ambulancias y los heridos no acuden al hospital. Mueren en las calles o en sus casas. Durante los días en los que servicio telefónico cayó totalmente, vi cómo se utilizaba un carro tirado por burros para traer a los heridos al hospital”, cuenta.
Entre los más de 14.800 muertos por los ataques israelíes, hay 4.000 mujeres y 6.000 niños, el 75% del total, según las autoridades gazatíes. Sin embargo, se teme que haya entre 5.000 y 6.000 cuerpos atrapados entre los escombros.
“He visto aproximadamente 50 casos de niños que llegan al hospital solos, inconscientes y con una lesión grave. No sabemos su nombre, no conocemos a ningún familiar, nadie viene a preguntar por ellos porque toda su familia ha muerto”, relata Ibrahim. “Los registramos con un número y los llamamos ‘W.C.N.S.F.’ (Wounded Child No Surviving Family), Niño Herido Sin Familia Superviviente”, un acrónimo médico que han acuñado en Gaza para describir esta nueva realidad.
Médicos, pero también refugiados
Trabajar, día a día, con el horror y la muerte tan cerca, está pasando factura a los sanitarios. “Vivo aquí. Desde el primer día de la guerra no he salido del hospital y no sé si cuando acabe la guerra podré regresar a casa o no”, confiesa Ibrahim, cuya familia está atrapada en la Ciudad de Gaza, una de las zonas más castigadas por los ataques israelíes y donde el 50% de sus edificios han quedado dañados.
Como él, muchos de sus colegas también viven en el hospital, algunos junto con sus familias, después de que sus viviendas fueran destruidas. “Es muy difícil vivir aquí. Hay días en los que no encuentro ningún sitio donde dormir y tengo que tumbarme en los pasillos. La comida es escasa, comemos cantidades muy pequeñas que solo nos mantienen con vida y pasamos mucha hambre”, admite.
A todo esto, hay que añadir que ellos también están en peligro. “En urgencias hemos perdido a tres doctores. “Eran amigos, compañeros con los que trabajé durante un año. Tenemos tantos recuerdos juntos y todos fueron asesinados en sus casas. El otro día, por ejemplo, murió un cirujano del hospital y solo hace dos días recuerdo cómo estábamos sentados con él bromeando…”.
“Nos vienen a la cabeza muchas preguntas porque estamos enfrentándonos a situaciones muy difíciles, estamos viendo cosas horribles y esto va a llevar a que desarrollemos algún tipo de trauma psicológico. Todos en el hospital tenemos síntomas de depresión, de ansiedad, de trastorno de estrés postraumático…”, dice.
No hay lugar seguro en Gaza
Las reglas de la guerra son claras: los hospitales, el personal médico y los pacientes están específicamente protegidos por el derecho internacional humanitario. Cualquier operación militar alrededor o dentro de los hospitales tiene que tomar medidas para no poner en riesgo sus vidas.
Sin embargo, desde el comienzo de la invasión ―y con el pretexto de que son utilizados por Hamás―, Israel ha convertido los hospitales en uno de los objetivos principales de su ofensiva. En las últimas siete semanas, la OMS ha documentado 178 ataques contra instalaciones de salud que han provocado la muerte de 22 trabajadores sanitarios y 48 heridos.
Las tropas israelíes han atacado de forma incesante algunas ambulancias que transportaban heridos y todos los hospitales del norte de Gaza, ordenando la evacuación forzosa de cientos de pacientes y desplazados que se refugiaban en ellos.
“En realidad, no existe ningún lugar seguro en toda la Franja de Gaza. Muchos hospitales han sido bombardeados y en los alrededores de este está habiendo ataques. “Durante los primeros días de la guerra recibimos una orden de Israel para evacuar, pero el personal se negó. Espero que eso no suceda. Además, ¿por qué tendríamos que evacuar el hospital? Sería desastroso evacuar un hospital lleno de pacientes heridos”, lamenta.
Con la tregua de cuatro días acordada entre Israel y Hamás, además de la liberación de rehenes israelíes y presos palestinos, los enfrentamientos entre ambas partes se detendrán y será posible la entrada de más ayuda humanitaria a la Franja. “Esto algo positivo, es bueno para los hospitales porque podremos transferir pacientes al extranjero, habrá menos presión y número de heridos y los suministros podrán entrar durante los cuatro días. Pero lo realmente necesitamos es un alto el fuego permanente”, zanja Ibrahim.