'Krazy Kat', la edición definitiva del mejor cómic de la historia
- Una cuidada restauración devuelve toda la grandeza a las páginas de George Herriman
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Nacido en 1913, de la mano de George Herriman (1880 - 1944), Krazy Kat se convirtió enseguida en uno de los primeros clásicos de los cómics. Y hoy, más de cien años después, sigue sorprendiéndonos por su absoluta modernidad. Una genialidad que cambió para siempre el lenguaje del cómic y una obra de arte que se expone en los museos (como en la recordada exposición que el Reina Sofía le dedicó en 2017: Krazy Kat es Krazy Kat es Krazy Kat).
Una de las obras más innovadoras e inclasificables de la historia, que sigue siendo tan revolucionaria, surrealista, hipnótica y divertida como lo fue en su momento. Y de la que ahora nos llega la edición definitiva: Krazy Kat. Páginas dominicales 1916-1917 (La Cúpula), ya que la editorial ha trabajado más de cuatro años en la restauración de las páginas.
El volumen incluye un epílogo del editor, Emilio Bernárdez, en el que explica cómo ha sido el largo y laborioso proceso de restauración de las páginas, que hasta ahora se habían reproducido con muchas diferencias de calidad. Para ello han tenido que buscar los materiales originales recurriendo a coleccionistas privados y museos. Pero ese esfuerzo se nota en cada página. Y es que nunca habíamos visto reproducidas estás viñetas de una forma tan fiel al original.
Además, también es la primera vez que estas páginas se ofrecen en blanco y negro, como se publicaron originalmente, lo que nos permite disfrutar de la belleza de los trazos de Herriman.
Por último, tenemos que destacar que esta fabulosa edición se completa con una biografía de Herriman, un interesante artículo de Ávaro Pons y otros de Rubén Lardín que nos ayudan a sumergirnos en el fascinante mundo de Krazy Kat. Rubén también ha realizado la excelente traducción de los cómics, que huye de la literalidad para permitirnos acercarnos mejor a las intenciones originales de Herriman.
Una historia de amor y ladrillos
El 20 de junio de 1910, en el New York Evening Journal, Herriman presentó su serie The Dingbat Family. Un mes después, el 26 de julio de 1910, un ratoncito blanco arrojaba un objeto a la cabeza de un gato negro en la franja inferior de la tira. Fue la primera aparición de los personajes que acabarían convirtiéndose en Krazy e Ignatz. Su tira diaria comenzó el 28 de octubre de 1913 y la primera historia semanal a toda página el 23 de abril de 1916. Aunque no se publicarían en color hasta 1935.
La premisa del cómic es muy sencilla: a la gata/a negro (Krazy Kat) le encanta el intrigante ratón blanco (Ignatz), que no para de lanzarle ladrillos a la cabeza. El policía canino Pupp, que alberga en secreto un amor apasionado por el gato/a, intenta evitarlo.
Lo más curioso del cómic es que Krazy Kat es una figura ambigua, sin sexo definido, que está enamorada del ratón Ignatz, a pesar de que este se dedique a tirarle ladrillos a la cabeza. Y, encima, Krazy reacciona a esa agresión queriéndolo más. Reacciona al odio con amor. Mientras que el perro se dedica a proteger al gato y a meter al ratón en la cárcel. Un cómic en el que, como vemos, los roles están cambiados.
Un trío que permitió al autor explorar libremente, durante años, innumerables variaciones absurdas y melancólicas del tema del amor no correspondido.
Un amor... ¿Interracial y homosexual?
Además, el amor entre el gato negro y el ratón blanco podría considerarse interracial. Y es que George Herriman era negro, aunque no lo aparentaba. Solo eso explica que, en aquella época en la que el racismo imperaba en Estados Unidos, pudiera publicar su trabajo en los principales periódicos. De hecho, solo se descubrió que Herriman era afroamericano 30 años después de su muerte.
Si no hubiese podido hacerse pasar por blanco, debido a la palidez de su piel, nunca habría podido publicar su obra. Pero gracias a eso consiguió ganarse la vida mucho mejor que cualquier afroamericano de la época.
Por eso Krazy reacciona al odio del ratón con amor, porque Herriman plasmaba en su obra un mundo utópico en el que expresaba sus deseos de igualdad frente al racismo congénito de la sociedad de la época.
Y no es el único tabú que rompió Herriman, por eso que comentábamos de la ambiguedad sexual de Krazy Kat (su autor decía que era como un elfo). Basándonos en eso, su relación de amor-odio con el ratón Izgnat podría interpretarse como una relación homosexual.
Se adelantó al surrealismo
Otra curiosidad de este cómic es que nunca tuvo el favor del gran público, que no terminaba de comprender el surrealista sentido del humor de la página. Con un grandísimo nivel de analfabetismo, en esa época los cómics fueron fundamentales para que mucha gente aprendiese a leer, y Krazy Kat no era lo más indicado para eso.
El personaje solo sobrevivió tantos años gracias al empeño personal del magnate de los medios de comunicación William Randolph Hearst, fan declarado de Herriman.
Herriman aprovechó la libertad que le dio Hearst para explorar el potencial del cómic y ampliar sus límites formales. Así, los lectores se enfrentaron a paisajes surrealistas y dadaístas, a un lenguaje que jugaba con jerga, neologismos y ortografía fonética, a referencias académicas y a esos roles de género difusos.
Rafael García, uno de los comisarios de la muestra que el Reina Sofía dedicó a Krazy Kat, destacaba la influencia del cómic entre los grandes intelectuales y artistas de su época: "Herriman ejerció una gran influencia entre un amplio número de artistas como Willem de Kooning u Öyvind Fahlström, así como en intelectuales y escritores tales como E. E. Cummings, T. S. Eliot o Jack Kerouac, que lo nombró el progenitor de la Generación Beat.
Incluso Picasso era un gran fan de Krazy Kat. Y Herriman se adelantó en muchos aspectos al surrealismo de los años 20, como los paisajes desérticos, la fascinación por el arte aborigen o el amor por las figuras antropomórficas".
Por eso, Krazy Kat también se convirtió, enseguida, en el primer cómic de culto, cuya influencia también alcanzó a mitos de las viñetas como Charles M. Schulz (Carlitos y Snoopy). Y sigue presente en nuestros días en la obra de mitos actuales como Chris Ware o Art Spiegelman.
Resumiendo, la mejor edición del mejor cómic de la historia. El regalo ideal para cualquier aficionado a los cómics.