Benjamin Lacombe: "Las mujeres samuráis han sido invisibilizadas o sexualizadas"
- Publica Historias de mujeres samuráis junto al escritor Sébastien Perez
- También ilustra el libro La infancia de los malvados, villanos y maléficos
El ilustrador francés Benjamin Lacombe (París, 1982) y su escritor habitual, Sébastien Perez (Beavais, 1975), han querido rescatar del olvido a las mujeres samuráis en su nuevo libro ilustrado: Historias de mujeres samuráis (Edelvives). Además, Benjamin también ha presentado otro trabajo de la pareja dirigido al público infantil: La infancia de los malvados, villanos y maléficos (Edelvives).
Preguntamos a Lacombe cuando descubrió a estas mujeres samuráis y por qué han querido reivindicarlas: “Es una historia que me obsesiona desde hace muchos años. Yo sabía que existían las onna-bugeisha, las mujeres samuráis. E incluso dibujé a una en mi primer cómic L’Esprit du temps, que escribí hace 20 años”.
“Fue entonces cuando descubrí a Tomoe Gozen, la más célebre de las mujeres samuráis. Pero cuando empecé a documentarme, me sorprendió que no había ningún libro sobre ellas. Así que empecé mi propio proceso de documentación junto a un historiador con el que trabajo, Matthias Hayek. Y finalmente, como no había casi nada, le dije a Sébastien que teníamos que contar la historia de estas mujeres guerreras”.
Borradas de la historia
Preguntamos a Lacombe por qué cree que casi no hay libros sobre estas mujeres samuráis: “Es difícil responder a esa pregunta. Realmente hay numerosos grabados sobre mujeres samuráis e incluso fotografías de las más recientes. Pero no hay libros sobre ellas, no hay casi documentación escrita. Solo encontré un libro en el que se recogía la historia de cinco de estas guerreras, pero desde el punto de vista de un hombre que llega a decir que “mejor hubieran hecho quedándose en casa”.
“La sociedad japonesa -continúa el ilustrador-, sigue siendo muy patriarcal. Y no quiere mostrar una mujer luchadora que sea igual que un hombre, sino a una mujer seductora. Por eso las han invisibilizado históricamente, no quieren que se conozcan sus historias”.
“Por ejemplo -continúa-, Tomoe Gozen, que formaba parte de una famosa estirpe de samuráis, dirigió ejércitos de 3.000 hombres, venció en combates decisivos y fue una de las pocas mujeres a las que se dejaba usar la Katana, Si hubiera sido un hombre habría cientos de libros sobre ella”.
“Al igual que Nakano Takeko -añade el ilustrador-, que fue la primera en formar un ejército compuesto solo por mujeres. Desgraciadamente, perdió la batalla y murió muy joven. Solo podemos imaginar lo que podía haber llegado a lograr. Además, hasta hace muy poco no ha empezado a reivindicarse su figura y creo que podíamos haber aprendido más sobre ella”.
“Son mujeres muy poderosas -concluye el autor-. Pero lo que solemos encontrar sobre estas guerreras son imágenes muy sexualizadas, incluso pornográficas. Se suele reducir a estar guerreras a una dimensión puramente sexual, pero no se resalta su valor como luchadora, ni su inteligencia o habilidad militar”.
Tenían prohibido usar la katana
En los Siglos XII y XIII Japón estaba formado por diferentes reinos que solían estar en guerra entre sí. “Por eso -nos comenta Lacombe-, las mujeres tenían su propio entrenamiento para defender su honor y sus aldeas, pero no tenían el derecho de ir a la guerra. Ni siquiera podían usar la Katana, por lo que se defendían con la naginata, que era una larga asta de madera provista de una hoja en un extremo. Eso les permitía poder defenderse a distancia de los hombres”.
Lacombe remarca lo difícil que ha sido documentarse para este libro: “Como comentaba anteriormente, no hay casi documentación y los antiguos kanji que aparecen junto a los grabados de estas mujeres son muy difíciles de traducir, porque cambiaron mucho históricamente”.
“Ha sido un trabajo casi detectivesco -añade-. Pero finalmente conseguimos ese pequeño hilo del que tirar para imaginarnos la vida de estas mujeres samuráis. Y, una vez conseguida la documentación, tuvimos que elegir qué resaltar sobre estas mujeres y como contar su historia, porque no somos historiadores”.
“Y por eso -continúa-, cuanto más nos alejamos en el tiempo, más damos rienda suelta a la imaginación. Por ejemplo, en el caso de la Emperatriz Jingū, que después de la muerte de su esposo tomó el trono y lideró las campañas miitares. Esta historia es como un cuento en el que no falta ni un dragón. Y nosotros lo que hemos hecho ha sido abordarla desde un punto racional, intentando dar un poco de coherencia a la historia”.
“Los grabados japoneses son una de mis principales inspiraciones”
Benjamin Lacombe ha ilustrado otros muchos libros sobre la cultura japonesa, sus fantasmas, sus espíritus… incluso una espectacular adaptación de Madame Butterfly. “La cultura japonesa y sus grabados son una de mis mayores fuentes de inspiración -confiesa-, no solo en los libros que les dedico, sino en todo mi arte”.
“Intento evocar muchas de las composiciones de esos grabados y a veces hago referencias directas a muchos de esos artistas, como La gran ola de Kanagawa, de Katsushika Hokusai. A la hora de componer me fijo mucho en los vacíos, los distintos planos. Es algo que ha tenido una gran influencia en mi formación”.
Destacamos su uso de los colores rojo, violeta y plata en algunas de sus ilustraciones: “Son los colores de la guerra – nos comenta-. El rojo es el de la sangre, el plateado es el de las armas y el violeta lo usan mucho para los fantasmas japoneses, porque es una mezcla entre rojo y azul. Ellos dicen que cuando llega esa penumbra entre la noche y el día, se forma un color violeta muy específico. Y hay algunos personajes ambivalentes para los que uso esa tonalidad”.
“En Japón las historias se contaban con juegos”
Como ya hizo en algún libro anterior, Lacombe finaliza este recreando los primeros juegos de estampas y de yōkai. “La cultura japonesa no se trasladaba de forma escrita sino oral. Y estos juegos de madera, de mesa, eran una de las formas más habituales. Ya que eran muy visuales y cada uno podía contar la historia a su manera. Yo los he recreado, pero dándoles ese prisma de mujeres samuráis”.
Preguntamos a Lacombe qué le ha resultado más difícil de dibujar, las armaduras de las samuráis o los vistosos vestidos de las geishas: “Sin duda las armaduras (ríe) Son muy complicadas y llevan mucho tiempo”.
Las versiones infantiles de los villanos de los cuentos
Como comentábamos, el otro libro que ha presentado Lacombe (también en colaboración con Sébastien Perez) es La infancia de los malvados, villanos y maléficos (Edelvives), en el que convierte en niños a Maléfica, la bruja del Oeste o Drácula.
“Me sorprende mucho que a nadie se le haya ocurrido hacerlo antes -confiesa-. Es cierto que en las películas de Disney suelen narrar brevemente la infancia de Maléfica u otros personajes. Pero a nadie se le ha ocurrido narrar cómo pudo ser la infancia de estos villanos para intentar entender a qué obedece su maldad”.
“Ha sido un libro muy divertido de hacer y tiene un tono jocoso, pero creo que también hará reflexionar a los niños sobre la maldad. Es decir, ¿somos malvados por naturaleza?, ¿nos hace malvados la sociedad? En este libro encontraremos 20 definiciones diferentes de maldad”.
Pero… ¿Por qué nos gustan tanto los villanos? “Si te fijas en los niños lo entenderás -asegura el ilustrador-. Los niños no son angelitos todo el rato y a veces son hasta un poco violentos. Y ahí es cuando debe entrar en juego la educación, para explicárselo bien a los niños. Pero no encasillemos a un niño porque haya hecho algo malo, como pasa con esos villanos de los cuentos. Por eso en el libro nos preguntamos por qué tienen esa necesidad de ser malos”.
Preguntamos a Lacombe si es difícil hacer nuevas versiones de personajes tan populares. “Lo que hay que hacer es buscar siempre la originalidad, pero no obsesionarte. No puedes hacer la reina de corazones Violetas, por ejemplo. Yo intento crear mi propia versión buscando algo original o divertido”.
En cuanto a su villano favorito de los cuentos, Lacombe asegura: “¡Esa es la pregunta que siempre me hacen los niños! Hay muchos que me fascinan, pero me quedaría con Drácula, también me chifla Maléfica y me ha encantado dibujar a la bruja del Oeste, porque cuando ilustré El Mago de Oz moría sin apenas verla, Y me he podido quitar esa espinita”.
En cuanto a sus proyectos, Benjamin Lacombe nos avanza: “Estoy trabajando en una adaptación de El retrato de Dorian Grey junto al nieto de Oscar Wilde. Y voy a sacar una colección de clásicos ilustrados con Gallimard, que es la primera de ese tipo que publica esta importante editorial. Y estoy trabajando en otro gran cuento clásico que todavía no puedo avanzaros”.