J.A. Bayona: "Los héroes tienen que aprender a llorar y a dejarse cuidar"
- Estrena 'La sociedad de la nieve', nominada a los Goya, Globos de Oro y aspirante al Oscar
- "Familiares de los fallecidos y los supervivientes se juntaron por primera vez en 50 años para ver la película"
Días antes de su presentación en el Festival de Venecia, La sociedad de la nieve realizó algo más que un preestreno. En Montevideo, se reunieron para ver la película de J.A. Bayona las familias de los pasajeros del avión estrellado en Los Andes en 1972. Las de los supervivientes y las de las víctimas. “Nunca se habían juntado en 50 años”, recuerda el director. “Se abrazaron al final de la película. Es el testimonio de la fuerza y poder que tiene la ficción para meterse en la piel del otro y comprenderlo”.
La sociedad de la nieve, como Lo imposible, no es una película más para Bayona, un cineasta que busca una implicación emocional total con sus historias basadas en hechos reales. El libro de Pablo Vierci que recoge la vivencia de los pasajeros del vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya le ha obsesionado desde hace 10 años.
La cercanía personal de J.A. Bayona casi hace olvidar su estatus único dentro de la historia del cine español. Ha podido recrear La sociedad de la nieve con una producción de músculo insólito para una película en idioma español. La nominación al Globo de Oro y la probable nominación al Oscar en mejor película internacional (a la que podría sumar otras candidaturas por el decidido apoyo de Netflix), confirman que es el gran rey Midas en las vísperas del estreno de, quizá, su película más redonda. El estreno en España, el día 15, no será tan masivo como pudiera esperarse, y aunque Bayona defiende que prefiere la experiencia en salas, la financiación de una plataforma era el único modo de producir una aventura semejante.
“Cuando encuentras una historia que te obsesiona y te resuena constantemente, para un director es muy importante no perder esa intuición y esa chispa durante un rodaje tan largo, de 140 días”, dice el director durante una entrevista realizada en el pasado Festival de San Sebastián. “Y nos seguimos emocionando cuando vemos la película con público”.
La apuesta de Bayona tenía algo de kamikaze: una historia de supervivencia extrema muy conocida debido a la antropofagia a la que recurrieron para poder alimentarse durante los 73 días varados a 3.570 metros de altitud en un inhóspito valle de los Andes argentinos.
“Lo que me gustaba del libro de Verci es que es una historia de luces y sombras, habla de aceptar tu naturaleza. Es una historia de amor como dice Gustavo Zerbino (uno de los supervivientes), pero no una que cae en el buenismo, es una historia muy realista: hubo gente que hizo muchísimo y se quedó en la orilla y murió 10 días antes de que los encontrasen en la montaña, y hubo gente que no hizo mucho y volvió”, explica. “Eso me gustaba mucho, porque desarticulaba el discurso de siempre de las películas donde los héroes son personajes muy fuertes. No: los héroes tienen que aprender a llorar y a dejarse cuidar, porque si no, no llegas”.
La "herida abierta" con los muertos
Bayona reenfocó el libo de Verci para resaltar a los fallecidos. “El libro se estructura alrededor de los 16 supervivientes, pero había un tema que no era evidente: los muertos. Y me llamaba la atención que muchos supervivientes, en el libro y después, seguían conversando con ellos. Había una sensación de herida abierta y me pareció interesante contar la historia de los que se quedaron. Y eso les ha dado mucha paz: les ha ayudado a encontrar un lugar con las familias de los fallecidos”.
Para recrear algo tan vivencial, el director confiesa que cambió su modo de trabajar. “El ejercicio que hacíamos todo el rato con los actores era el de meternos en la piel de esas personas para entenderles. Ha sido una película hecha en el rodaje, muy experiencial. Le decía siempre al director de fotografía: hay que hacerlo como lo sentimos, viajar con los actores. Hemos usado ópticas extrañísimas y hemos estado abiertos lo que los actores experimentasen”.
La antropofagia vista con los ojos de 2023 no es la misma que la de 1973. “Muy pocos años antes se habían hecho los primeros trasplantes y todavía había en la sociedad un debate muy fuerte sobre ‘la ética del trasplante’, así que imagínate comer el cuerpo de los demás”, apunta. “Además eran amigos, porque casi todos eran del mismo barrio de Montevideo. Fue un shock cuando volvieron que añadió más drama a la situación”.
El alma ya está fuera del debate, aunque Bayona rescata al concepto para aplicarlo al cine cuando reflexiona sobre la llegada de la inteligencia artificial. “El problema es siempre el uso, no la herramienta. Ayuda en campos como la medicina, pero en el cine sabemos desde que nació que si una historia funciona no es por la técnica o repetir un esquema, sino por su alma. Y la IA no puede replicar el alma que ponen los creadores”.
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