La cumbre del clima de Dubái: cinco resultados clave más allá de la polémica por poner fin a los combustibles fósiles
- El texto final pide triplicar la capacidad instalada de energía renovable y doblar las mejoras anuales en eficiencia
- Sultan Al Jaber logró que el primer día se aprobara poner en marcha el fondo de pérdidas y daños
Todo el foco en esta cumbre del clima de Dubái ha estado puesto, desde su inicio, en los combustibles fósiles y su histórica petición para dejarlos atrás. Sin embargo, estas dos semanas de encuentro de más de 190 países en Emiratos Árabes Unidos han dado para mucho más.
Esta cumbre era clave porque de aquí tenía que salir, sí o sí, el primer balance global del Acuerdo de París, el documento que hace cuentas de lo logrado en aquel pacto, ocho años después, y más importante aún, marca el camino a seguir en esta década crítica para luchar contra el cambio climático.
¿Por qué crítica? Este balance es el que servirá de base para los planes climáticos de cada nación durante los próximos cinco años. Y será en este periodo, y con estos planes de reducción de emisiones, en el que el mundo determine si nos quedamos dentro del límite de aumento de temperatura de 1,5 grados sobre niveles preindustriales o lo sobrepasamos, desencadenando consecuencias catastróficas. En el siguiente balance, que llegará en cinco años, ya será probablemente tarde. Repasamos algunos de los principales resultados de una COP28 fundamental para el futuro.
Triplicar las energías renovables
Para algunos, es el principal resultado de la cumbre. El texto final pide triplicar la capacidad instalada de energía renovable y doblar las mejoras anuales en eficiencia energética para 2030, del 2% al 4%. Esto es clave, ya que según un informe reciente de la Agencia Internacional de la Energía, solo estas dos acciones, junto a una gran reducción de las emisiones de metano, supondrían ya el 80% del recorte de emisiones necesario para llegar limitar el calentamiento global a 1,5 grados.
Para Dave Jones, del think tank climático Ember, la inclusión de este objetivo en el balance global tiene una consecuencia clara, ya que a partir de ahora deberán ser una parte clave “de cada plan energético y climático”. “Pueden ser las acciones que más pueden proporcionar recortes rápidos de emisiones en esta década”, ha señalado.
Un nuevo protagonismo para la nuclear
No solo aparecen por primera vez mencionados en un texto de una COP los combustibles fósiles. También lo hace la energía nuclear, considerada una de las opciones tecnológicas de “cero o bajas emisiones” que los países deben impulsar. Además, 22 países, entre ellos Estados Unidos, Francia, EAU o Reino Unido, firmaron una declaración al inicio de la cumbre para triplicar la capacidad de la nuclear, aunque con un lenguaje muy vago.
La nuclear no produce emisiones contaminantes, pero sus críticos insisten en que es mucho más cara, lenta de construir en un contexto de urgencia climática y sus residuos son un problema de difícil solución.
Finanzas
Muchos países del Sur global denuncian que, en un texto que pide dejar atrás los combustibles fósiles, los países más desarrollados no establezcan mecanismos financieros para apoyar la transición de los menos desarrollados, que dependen en mayor medida del petróleo o el carbón. “Este proceso puede desembocar en un acuerdo para abandonar los combustibles fósiles, pero no en un plan para financiarlo. A menos que se proporcione la financiación, los países en desarrollo no podrán hacerlo”, ha resaltado Mohamed Adow, director del think tank Power Shift Africa.
Compensación
En una cuidada estrategia negociadora, el presidente de la cumbre, Sultan Al Jaber, logró que el primer día de cumbre se aprobara poner en marcha el fondo de pérdidas y daños para compensar económicamente los impactos que a día de hoy sufren los países más vulnerables al cambio climático. El fondo empezó a llenarse con los anuncios de los países, recaudando unos 700 millones de euros en los primeros días. Sin embargo, la cantidad que reclaman las naciones más expuestas a impactos como inundaciones o incendios es mucho mayor: 100.000 millones al año de aquí a 2030. Las aportaciones, cabe recordar, son voluntarias.
Compromisos reales
En las cumbres, más allá del texto final adoptado, abundan los compromisos anunciados por los países en los primeros días, cuando acuden los jefes de Estado y de Gobierno. En Dubái se han prometido más de 83.000 millones en diferentes áreas: desde el fondo de pérdidas y daños a ayudas contra la deforestación. España se ha unido a la alianza “Beyond Oil and Gas” (más allá del petróleo y del gas) que se compromete a dejar atrás estos combustibles fósiles, y que ya incluye a 14 países.
La industria fósil también se ha unido a este carrusel de anuncios. Tal y como insistió Al Jaber, esta sería la cumbre en la que las empresas productoras de petróleo y gas se sumarían también en la lucha climática. Unas 50 compañías se comprometieron a reducir las emisiones, pero solo las que se producen en la extracción, no en su quema, que es la gran mayoría. A pesar de la importancia de los compromisos adquiridos, todos los anuncios hechos durante la cumbre, si se llevan a cabo, solo supondrían cubrir un 30% del trecho de reducción de emisiones necesaria para cumplir el Acuerdo de París, según reportó la AIE durante la COP.
Coda: ¿qué esperar de las próximas cumbres?
En Dubái también se han decidido los anfitriones de las próximas dos cumbres: la de 2024 (COP29) será en Azerbaiyán, y la de 2025 (COP30) en Brasil, y más concretamente, en Belém, en plena Amazonia. El nombramiento de Bakú ha sido polémico, ya que será la segunda cumbre seguida en un petro-Estado, y la tercera en un país con un dudoso historial democrático y en derechos humanos (tras Egipto y EAU).
La de Brasil, promovida por Lula da Silvia tras su vuelta al poder, tendrá un foco especial sobre la deforestación y las selvas tropicales. Pero será fundamental el aspecto financiero, ya que en 2025 deberá ponerse en marcha un nuevo objetivo de financiación, que vaya más allá de los 100.000 millones de dólares anuales comprometidos en París, un objetivo, por cierto, que nunca ha llegado a cumplirse.