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La lotería de Navidad, un riesgo para las personas con ludopatía: "Esto es una enfermedad que te arrastra con todo"

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Lotería de Navidad: una mujer guarda en la cartera el décimo de lotería de Navidad comprado en una administración zaragozana
Una mujer guarda el décimo de Lotería de Navidad comprado en una administración zaragozana.

La Navidad viene cargada de tradiciones como las reuniones familiares, las cenas de empresa o la compra de un número de la Lotería del 22 de diciembre, pero esta costumbre puede desencadenar una crisis en las personas adictas al juego. La sensación de ganar dinero de forma fácil puede suponer una recaída para quienes están intentando rehabilitarse.

La publicidad mítica que rodea al sorteo o ver los boletos en cualquier establecimiento puede impulsar a aquellos que sufren ludopatía a verse inmersos en la necesidad de volver a jugar. "Cuando llegan estas fechas, aquí de eso se habla mucho", señala Juan Carlos Gallardo, presidente de la Asociación para la Prevención y Ayuda al Ludópata (APAL) y jugador rehabilitado.

En Navidad, según explica Juan Carlos, sí que parece que comprar un décimo "es algo bonito, entre compañeros" pero, según relata, "hay gente que sí que se ha arruinado con la Lotería, incluso le ha tocado la el gordo y se ha gastado todo".

El Sorteo Extraordinario de Navidad facturó en su edición del año 2022 un total de 3.180.097.520 euros, lo que representa un 5% más que en el de 2021, según datos de Lotería y Apuestas del Estado (LAE).

Adrenalina, dopamina y falsa sensación de control

Los juegos de azar estimulan nuestro cerebro, segregando, por un lado, adrenalina, y por otro, dopamina, generando en la persona una sensación de bienestar, placer y recompensa que se obtiene tras haber triunfado. Además, si comienza la partida ganando se genera un sesgo cognitivo que se conoce como falacia de la mano caliente, por el cual piensan que van a tener un éxito mayor.

"Luego también hay una falsa ilusión de control, se piensa que se puede influir o controlar el resultado, aunque sea un juego de azar", explica Victoria Orbe, psicóloga en el gabinete El Prado Psicólogos. Todo esto hace que el jugador genere una engañosa sensación de seguridad que le hace apostar cada vez más dinero.

"Yo empecé jugando como la mayoría, echando las monedas que me sobraban en una máquina tragaperras", relata Miguel (nombre ficticio para proteger su identidad). "De las tragaperras pasé a los salones de juego porque son más cómodos y hay más intimidad", añade.

Ahora que está rehabilitado, asegura que ha abandonado el juego por completo y tampoco compra en Navidad. "Me he rehabilitado y no juego más y eso significa que no juego a nada. Si en el trabajo me regalan un décimo lo acepto, pero se lo doy a mi mujer para no tenerlo yo. Esto es una enfermedad que te arrastra con todo y afecta a tu familia y a tu economía".

Aunque la Lotería de Navidad no produce un refuerzo inmediato y, por tanto, no aviva la pulsión de jugar constantemente, la gran atención mediática y social puede suponer un riesgo para el paciente.

"Obviamente, si la persona con la adicción es la encargada de comprar la lotería y por lo que sea, pues a lo mejor tiene un estado emocional negativo y en ese momento se ve sobreexpuesta a anuncios de juegos y encima, a esto le sumas que tiene más tiempo libre por las fiestas y el plus de la paga extra, pues sí que puede volver al juego y terminar reinstalado en este antiguo hábito", subraya Orbe.

Por esta razón, desde la Asociación para la rehabilitación de la Ludopatía Nueva Esperanza, recuerdan que la norma es no jugar a nada. No obstante, en estas fechas y por el componente ritualista de la Lotería de Navidad, les piden a los afectados que acuden a las terapias grupales, que si lo compran, luego se lo entreguen a una persona de confianza.

"Lo más importante es que no tengan efectivo en las manos", comenta Manuel Hernández, presidente de Nueva Esperanza, por eso recomienda a los familiares que si quieren tener un décimo del trabajo de la persona que sufre esta adicción, "lo mejor es que lo adquieran ellos", para así evitar el riesgo de la persona en terapia.

Distanciarse de los lugares que venden estos cupones puede ser una opción para así evitar la tentación. "No es lo mismo dar una cantidad concreta a otra persona que a lo mejor ser tú el que vaya al sitio, porque al final por el rabillo del ojo ves la bonoloto o no te encuentras en un buen estado anímico y eso sí que puede provocar que la persona recaiga", mantiene Orbe.

Normalización del juego

Pero a veces, alejarse de estos establecimientos, no es tarea fácil. Los numerosos salones de juego, así como las apuestas deportivas o los casinos online, hacen que sea más complicado abandonar esta actividad.

"Donde más dinero suelen perder las personas que acuden a la asociación es en las apuestas deportivas, hechas de forma online, y en la ruleta desde las casas de apuestas", comenta Hernández.

Según el informe elaborado por el Ministerio de Consumo, en el año 2022 el 74% de los establecimientos dedicados al juego eran locales de apuestas.

"El problema de Murcia -denuncia Hernández- es que tenemos cientos de salones de juego. Por cualquier sitio que camines vas a ver uno y claro, la gente después de cenar se va allí y además pueden tomarse una copa".

Al paisaje urbano repleto de este tipo de locales hay que sumarle en estas fechas el bombardeo publicitario y los restaurantes y tiendas que venden los boletos. "Ahora si haces una búsqueda de cualquier cosa en el teléfono te salen los anuncios y eso te incentiva", asegura Miguel.

Además, por tradición, los décimos se regalan o se comparten entre familiares y amigos, poniendo aún más presión sobre la persona que intenta abandonar esta adicción. "Es un momento muy delicado porque claro, como le vas a decir a tu cuñado, a tu jefe, a tu cliente, a tu amigo que no, que esto es algo malo. Es como un alcohólico en Navidad. Si en las celebraciones está todo el mundo con el champán o con un vino, pues es más duro", zanja Gallardo.