Qué se sabe de la erupción del volcán de Islandia, en Grindavík
- En las primeras horas, el flujo de lava superaba los 100 metros cúbicos por segundo
- Directo: última hora sobre la erupción del volcán en Islandia
El volcán de Grindavík, a unos 40 kilómetros de Reikiavik, en Islandia, ha entrado en erupción en la noche del lunes y su erupción ha provocado que se declare el estado de emergencia y el desalojo de esta población, de menos de 4.000 habitantes. También se ha dado la orden de que los aviones no sobrevuelen la zona, aunque de momento no se prevén alteraciones en el tráfico aéreo, como sí ocurrió en la erupción de 2010.
Tras más de un mes de avisos, la península de Reykjanes, en el suroeste de Islandia, volvió a entrar en erupción. La dimensión inicial de la erupción fue de lo esperado y su localización, al norte de la ciudad de Grindavík, planteaba inicialmente una gran amenaza. Sin embargo, la potencia de la erupción se redujo a partir de medianoche, lo que sumado a la dirección del flujo de lava ha contribuido a que la estimación de riesgos se haya reducido.
Cómo ha empezado la erupción
Según explican en la web del servicio meteorológico islandés, todo comenzó con un potente enjambre sísmico a las 21:00 horas del lunes, que culminó en una erupción a las 22:17 hora local (una hora más en la península ibérica).
La grieta que se abrió entonces al norte de Grindavík alcanzó unos cuatro kilómetros de longitud en su momento álgido. Durante las primeras horas, el flujo de lava superaba los 100 metros cúbicos por segundo, una cantidad mucho mayor que en erupciones anteriores.
A lo largo de la mañana del martes, el flujo de lava se ha reducido a un cuarto de lo que era al principio, según los últimos datos de la oficina meteorológica, y la altura de los surtidores de magma ha bajado de los 120 metros de alto, según algunos medios, a 30 metros como máximo. La erupción continúa disminuyendo y tiene lugar principalmente a través de cinco conductos formados en la grieta.
El enjambre sísmico que, tras la erupción, ha reducido su intensidad, ha supuesto más de 500 seísmos desde el domingo. Como se ve en el gráfico, el número de terremotos aumentó en los momentos previos a la erupción, cuando crecieron en intensidad y se concentraron más cerca de la superficie.
Hacia medianoche, tras dos horas de erupción, el nivel de sismicidad comenzó a descender. "El hecho de que la actividad ya haya disminuido no es un indicador de cuánto durará la erupción, sino de que está alcanzando un estado de equilibrio", explica la autoridad meteorológica islandesa.
Islandia, la isla de los volcanes
La intensa actividad geológica de Islandia se debe a que está situada en el límite de las placas tectónicas entre América y Europa, dos placas que se separan aproximadamente un centímetro por año. De hecho, Islandia es el resultado de erupciones volcánicas en la dorsal mesoatlántica, en el fondo del Océano Atlántico.
La cantidad de magma acumulado a lo largo de millones de años es mucho mayor que en cualquier otra parte de la dorsal, de modo que formó una plataforma de rocas en el lecho del océano que hizo posible que una montaña primigenia despuntara del mar y se formara la isla, el único territorio surgido de la intersección de las placas americana y europea.
Los principales riesgos
El volcán es de tipo fisural, típico en Islandia, que se origina por la apertura de una enorme grieta en un relieve plano. A través de esa fisura, la lava corre fluida en grandes coladas y se deposita en capas horizontales sucesivas.
En un primer momento, se temía que la erupción llegara a Grindavík, una ciudad pesquera de menos de 4.000 habitantes al suroeste del país. El vulcanólogo Thorvaldur Thordarson ha explicado a medios europeos que actualmente la grieta parece extenderse hacia el norte, lo que significa que la lava no está acercándose. El punto más al sur de la grieta se encuentra, según los últimos datos, a unos tres kilómetros del núcleo de población.
En cualquier caso, la erupción actual no parece plantear una amenaza inmediata para los ciudadanos de Grindavík, que ya el 11 de noviembre vivieron una evacuación preventiva. La grieta también se encuentra cerca del balneario Blue Lagoon, una de las principales atracciones turísticas de la isla -igualmente cerrado desde noviembre- y de la central geotérmica de Svartsengi.
El impacto en el espacio aéreo es otra de las preocupaciones en estos casos, ya que la erupción ha tenido lugar a 30 kilómetros del aeropuerto internacional de Keflavik, el principal del país. Sin embargo, la previsión es que no haya un gran impacto en la aviación en esta ocasión. Aunque se han producido algunos retrasos, Icelandair ha asegurado en un comunicado que la situación actual no afecta a la previsión de vuelos.
Los volcanes, uno de los atractivos turísticos de Islandia
Islandia tiene menos de 400.000 habitantes y más de 100 volcanes. Las erupciones volcánicas en Islandia son un fenómeno al que la población islandesa está relativamente acostumbrada. Pero los episodios destructivos de gran magnitud son más escasos, de modo que estos fenómenos geológicos han dado lugar a un creciente turismo volcánico, con visitantes que viajan para contemplar no solo los flujos de lava y sus depósitos, sino otros espectáculos naturales como los géiseres, manantiales de agua caliente, fumarolas, etc.
La última erupción de gran repercusión interna y externa tuvo lugar en 2010, con el volcán Eyjafjallajökull, situado bajo el glaciar del mismo nombre, que entró en erupción sin actividad sísmica previa, provocando enormes explosiones por la reacción entre el magma y el hielo que arrojaron un gran volumen de cenizas que provocó el colapso del espacio aéreo europeo.
En los últimos años, el volcán más activo de Islandia es el Fagradalsfjall, a unos diez kilómetros de la población de Grindavík, que ha tenido tres erupciones en los últimos tres años, en 2021, 2022 y la última este verano de 2023, que duró poco más de un mes entre julio y agosto en la montaña Litli-Hrútur, a unos 30 km al suroeste de Reikiavik.
Un nuevo volcán en una zona del país, la península de Reykjanes, que llevaba casi ocho siglos sin que el magma aflorara. Y que supuso el comienzo de una nueva fase de actividad volcánica en la región. Los flujos constantes de lava de estas erupciones emergiendo de grietas de centenares de metros, en una zona despoblada y sin infraestructuras amenazadas, volvieron a convertirse en una atracción turística.
Hace un mes, se pensaba que una nueva erupción del Fagradalsfjall, con el empuje del magma hacia la superficie y la aparición de un enjambre sísmico que estaba dejando miles de terremotos cada día, podría desencadenar una erupción que sepultase en lava a Grindavík. Las previsiones se han cumplido aunque, por suerte, la ciudad parece haberse librado.
En las últimas horas, la erupción del volcán se ha mantenido estable, con el flujo de lava limitado ya a lugares muy concretos de la grieta de casi cuatro kilómetros de largo que llegó a abrirse en un primer momento. La lava fluye principalmente por dos respiraderos, aunque las autoridades locales no descartan que pueda incrementarse la actividad en el futuro o abrirse nuevos focos, por lo que continúan activas todas las alertas.
*InfografíaRTVE (Evoluciona)