Carrero Blanco: 50 años del magnicidio que sacudió los estertores del franquismo
- El 20 de diciembre de 1973 ETA mató al presidente del Gobierno de Franco en un atentado con dos víctimas mortales más
- Varias teorías apuntan a que los terroristas tuvieron colaboración externa aunque no existe ninguna prueba fehaciente
El 20 de diciembre de 1973, en torno a las 9:30 horas, una explosión hizo volar por los aires el coche en el que viajaba el entonces presidente del Gobierno español, el almirante Luis Carrero Blanco, cuando circulaba a la altura del número 104 de la calle Claudio Coello de Madrid. Un atentado, obra del comando 'Txikia' de ETA, en el que además de Carrero también perdieron la vida el conductor del vehículo, José Luis Pérez Mogena, y el escolta del presidente, el inspector de Policía Juan Antonio Bueno Fernández.
El automóvil, de 1.800 kilos de peso, se elevó más de 30 metros hasta caer en el patio interior de un edificio propiedad de la Compañía de Jesús, una circunstancia que, en los primeros momentos de confusión, hizo creer que la comitiva de Carrero no se había visto afectada. Aunque inicialmente se pensó que era una explosión de gas, pronto se descubrió que era un atentado planificado al detalle detrás del cual estaba la banda terrorista, que lo reivindicó a las pocas horas.
El asesinato del presidente del Gobierno, por su espectacularidad y por tratarse de la mano derecha de Franco, es un hecho crucial en los años finales de la dictadura y también origen de teorías de la conspiración, que apuntan a servicios secretos de uno y otro bando como instigadores del atentado, aunque por el momento no hay ninguna prueba fehaciente que apunte a otra autoría distina a la de ETA.
Mano derecha de Franco
Luis Carrero Blanco (Santoña, 1904) era hijo y nieto de militares e ingresó muy joven en la Marina, donde fue ascendiendo en el escalafón. Durante la Guerra Civil se posicionó al lado de los sublevados y al final de la misma fue nombrado jefe de Operaciones del Estado Mayor de la Armada.
Franco confió en él después de que en noviembre de 1940, cuando apenas habían pasado unos días de la entrevista de Hendaya entre Hitler y el dictador español, Carrero redactó un informe en el que desaconsejaba el ingreso de España en la II Guerra Mundial. "Ese informe parece que se va a convertir en un factor decisivo a la hora de que Franco, unos meses después, nombre a Carrero subsecretario de la Presidencia", señala en una entrevista con RTVE.es Jose Antonio Castellanos López, profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Castilla-La Mancha y autor del libro Carrero Blanco. Historia y memoria.
A partir de ese momento, y hasta el día de su muerte, el almirante se convierte "en la mano derecha política de Franco, en su hombre de máxima confianza, una pieza clave del franquismo que va a impulsar algunas de las políticas más relevantes que se van a ir desarrollando durante la dictadura", añade Castellanos.
"Carrero era un inmovilista, un reaccionario, un antiliberal, pero era un pragmático, porque si no nadie está 40 años seguidos al frente de una situación", comenta en declaraciones a TVE el catedrático de Historia Conteporánea de la Universidad del País Vasco Antonio Rivera.
La confianza que el dictador deposita en Carrero es tanta que, en julio de 1973, le cede parte de su poder, nombrándole presidente del Gobierno, permaneciendo Franco como jefe de Estado. Una confianza correspondida con una lealtad inquebrantable, como señaló el propio Carrero durante la presentación ante las Cortes de su programa político: "Soy un hombre totalmente identificado con la obra política del caudillo. Mi lealtad hacia su persona y su obra es total, clara y limpia", afirmó.
La fidelidad hacia Franco le mantenía ajeno a la lucha que llevaban a cabo las distintas familias que pugnaban por el poder dentro del régimen. "Uno de los elementos definitorios del punto de vista de su acontecer, de su desarrollo como político clave del franquismo para Carrero, es que no puede adscribirse a ninguna familia", indica José Antonio Castellanos.
El 'hombre del traje gris'
Por tanto, no es extraño que una figura de tanta importancia fuera objetivo de ETA, a pesar de que la banda terrorista tenía en aquel momento una corta trayectoria desde su fundación en 1959. El terrorismo se había convertido en un problema en aquellos años finales de la dictadura, aunque desde Madrid el Gobierno aún lo consideraba un fenómeno regional del País Vasco y se hacía difícil pensar que aquel grupo de subversivos llegara a atentar en la capital. Prueba de ello es que en 1972 el director general de la Guardia Civil, el teniente general Carlos Iniesta Cano, afirmó que ETA era "como una gripe" que le había salido al país y que la solución eran "algunas aspirinas".
Hay un hecho que muchos investigadores consideran crucial en la muerte de Carrero Blanco, aunque está envuelto en muchas sombras: la filtración de información por parte de una fuente anónima que desveló a ETA que Carrero Blanco era un blanco asequible. La cita se produjo en el otoño de 1972 en el hotel Mindanao de Madrid, a donde acudieron dos miembros de ETA, Pedro Ignacio Pérez Beotegui, alias Wilson, y José Miguel Beñarán Ordeñana, alias Argala, quien a la postre sería el autor material del atentado.
Wilson esperó en el exterior del hotel mientras Argala se reunió con el llamado 'hombre del traje gris', quien le dio un sobre con una escueta información: el almirante acudía todos los días a misa a las 9:00 horas a una iglesia de la calle Serrano y además con escasa seguridad. Realmente conocemos estos datos por la confesión policial de Wilson y por el libro Operación Ogro. Cómo y por qué ejecutamos a Carrero que la propia banda publicó años después. Sin embargo, no hay pruebas evidentes que certifiquen la existencia de esta 'garganta profunda', que ha alimentado las sospechas de conspiración.
"El hecho de que Luis Carrero Blanco asistiera casi todos los días a escuchar misa a la iglesia de los jesuitas de Serrano tenía que ser conocido por mucha gente; seguro, por todo el barrio. No estamos ante una información ultrasecreta ni mucho menos", señala a RTVE el profesor José Antonio Castellanos, quien cree que esa circunstancia "relativiza bastante lo que podríamos considerar como el principal punto que reforzaría las teorías de la conspiración, la identidad de ese personaje, de esa sombra o de ese personaje de la gabardina".
ETA comprobó que aquella información era cierta, que Carrero realizaba todos los días el mismo itinerario y el mismo horario e incluso Wilson y Argala llegaron a entrar en la iglesia y a comulgar junto al almirante. Por ello, comenzaron a preparar el operativo e inicialmente pensaron en secuestrar al entonces vicepresidente del Gobierno para pedir a cambio la liberación de presos.
Cambio de planes
Sin embargo, la decisión de Franco de nombrar a Carrero presidente del Gobierno en julio de 1973 hizo cambiar los planes. El almirante dejó de acudir regularmente a la iglesia de la calle Serrano y además, a su escolta se añadieron más agentes. Por ello, se pensó en que lo más factible era un atentado que acabara con su vida.
El plan era arriesgado. La banda alquiló un bajo en el 104 de Claudio Coello -según algunas teorías, también bajo indicación del 'hombre del traje gris'- y se inventó la presencia de un falso escultor como tapadera para la verdadera misión: excavar un túnel bajo tierra en forma de 'T' que llegara al centro de la calzada para poner en él cargas explosivas que estallaran al paso de la comitiva presidencial, que circulaba por esa calle todos los días tras salir de misa.
Ciertamente, había factores que complicaban la misión, como la cercanía de la embajada de Estados Unidos, situada a pocos metros del lugar; la presencia en la zona de agentes españoles que espiaban a una empresa que, en realiad, era una tapadera del espionaje soviético; y, por si fuera poco, la visita en vísperas del magnicidio del secretario de Estado de EE.UU., Henry Kissinger -recientemente fallecido-, lo que obligó a retrasar dos días la fecha inicialmente prevista.
Sin embargo, ETA logró su objetivo: volar por los aires el coche de Carrero y asestar un golpe mortal a un régimen, el franquista, que agonizaba con el deterioro de la salud del dictador. El propio Franco no pudo contener las lágrimas durante el entierro de su más fiel colaborador, una imagen que socavaba la figura pétrea del dictador quien, sin embargo, en el mensaje de Navidad de aquel año, pronunció un enigmático "no hay mal que por bien no venga" al referirse al asesinato de Carrero.
El éxito del atentado fue una muestra evidente de la ineficacia de los servicios secretos del régimen, el CESED -antecedente del actual CNI-, que acababa de poner en marcha el propio Carrero. "Los terroristas estuvieron preparando el atentado en Madrid meses antes y eso no fue descubierto por unos servicios de inteligencia que Carrero Blanco había creado precisamente para controlar la subversión en la Universidad", comenta en declaraciones a TVE Alfonso Pinilla, profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Extremadura.
Teorías de la conspiración
Sin embargo, hay investigadores que no creen en las causalidades y apuntan a la connivencia de otros actores. "ETA puso la bomba pero otros le indicaron el camino", asegura en una entrevista con Ràdio 4 el periodista de investigación Manuel Cerdán, autor del libro Carrero. 50 años de un magnicidio maldito, en el que sostiene que era "imposible" que los terroristas se mantuvieran "en secreto y no se filtrara lo que estaban haciendo en Madrid".
Entre los actores que se suele citar como instigadores del magnicidio sobresale un nombre: la CIA estadounidense, sobre todo teniendo en cuenta que todo se produjo en torno a su embajada, y alegan para ello que Carrero era una figura molesta para los norteamericanos a la hora de negociar los acuerdos sobre las bases.
Sin embargo, el historiador Charles Powell, en su libro El amigo americano. España y Estados Unidos: de la dictadura a la democracia, asegura que el almirante "siempre otorgó una gran importancia a las relaciones con Estados Unidos" e indica lo insólito que hubiera sido el entendimiento entre la derechista administración Nixon y unos terroristas "de ideología ultraizquierdista y antiimperialista".
También se ha especulado con el interés que podría suscitar entre algunos sectores del régimen la desaparición de Carrero, sin olvidar que fue precisamente el entonces ministro de la Gobernación, Carlos Arias Navarro -responsable de la seguridad del país-, quien fue 'premiado' con el ascenso a la Presidencia.
Alfonso Pinilla, profesor de la Universidad de Extremadura, cree que la teoría de la conspiración se cimenta en el hecho de que algunas piezas no encajan "pero no estamos ante una novela de Agatha Christie, en la que todo ha de encajar al final; estamos ante la realidad y hasta ahora las únicas pruebas que tenemos es que fue la banda terrorista ETA".
¿Una transición con Carrero?
La gran duda que llevamos medio siglo planteando a los expertos es cómo se hubiera desarrollado la transición si Carrero hubiera sobrevivido a Franco. "Yo creo que las cosas en España hubieran transcurrido más o menos igual", señala Jose Antonio Castellanos López, profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha, quien remite de nuevo a la "absoluta fidelidad de Luis Carrero Blanco al poder, al superior jerárquico". "Lo demostró siempre con respecto a Franco y es sencillo suponer que hubiera tenido el mismo comportamiento con Juan Carlos de Borbón, dando un paso al lado", máxime teniendo en cuenta que el almirante fue "el elemento decisivo" para que el actual rey emérito fuera nombrado sucesor de Franco.
El catedrático de la Universidad del País Vasco Antonio Rivera cree que, "por su carácter reaccionario y antiliberal", Carrero podría haber puesto más impedimentos de los que puso Arias Navarro a la llegada de la democracia, aunque duda que hubiera "mantenido el pulso" hasta el final: "Posiblemente le hubiera manifestado al monarca su oposición al estado de las cosas que pretendía llevar en términos reformistas Juan Carlos I pero finalmente creo que se hubiera apartado", añade.
Más dudas plantea Alfonso Pinilla, quien cree que la "figura inmovilista" de Carrero Blanco "hubiese obstaculizado cualquier verdadero cambio en sentido democrático. Al desaparecer, por lo tanto, posibilitó que las opciones más aperturistas tuvieran más juego dentro del régimen".
ETA, la gran beneficiada
Si hay un actor que, sin duda, resultó beneficiado de aquel atentado, fue la propia banda terrorista ETA, que logró un espaldarazo y reconocimiento internacional como elemento clave en la lucha antifranquista. "ETA hace una acumulación de prestigio que luego va a ir administrando a lo largo del tiempo para ir respondiendo a actuaciones que tienen una muy difícil explicación", indica Antonio Rivera en declaraciones a TVE.
"La mayoría de estudiosos y especialistas coinciden en que es imposible entender el futuro de ETA, que va a superar las lindes cronológicas del franquismo, sin atender a las repercusiones, a los efectos, a las consecuencias que va a tener para la banda y para su su concepción de lucha, el atentado exitoso contra Carrero Blanco", dice José Antonio Castellanos.
A ello hay que añadir que, aunque la mayoría de los responsables del atentado fueron detenidos, nunca llegaron a sentarse en el banquillo, ya que se beneficiaron de la amnistía de 1977, por lo que quedaron en libertad, aunque decidieron seguir integrados en la banda.
Cinco años y un día después del magnicidio, el 21 de diciembre de 1978, un coche bomba acabó en Anglet (Francia) con la vida de Argala. El atentado, cometido por elementos parapoliciales y de ultraderecha y reivindicado por el Batallón Vasco Español, tenía claros síntomas de ser una venganza, haciendo que el coche del etarra, el hombre que apretó el interruptor para que estallara la carga explosiva en la calle Claudio Coello, volara por los aires igual que lo hizo el del almirante Luis Carrero Blanco cinco años atrás.