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"Cosotecas": aquí no se prestan libros, sino taladros, muletas o tiendas de campaña

  • Estos proyectos incipientes en España buscan reducir residuos pero también cambiar el modo en el que consumimos
  • Las iniciativas en Barcelona o Tarragona también fomentan la "ayuda mutua" y la vida de barrio

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La Biblioteca de las Cosas de Barcelona
La Biblioteca de las Cosas de Barcelona

¿Cuánto tiempo usamos un taladro a lo largo de su vida útil? Apenas unos 13 minutos, y sin embargo, esta herramienta está prácticamente en todas las casas. Es el ejemplo paradigmático que los partidarios de la economía colaborativa utilizan para defender otro modelo: ¿y si hubiera bibliotecas, pero de objetos, en las que se pudiera pedir prestados estos electrodomésticos que usamos un par de veces?

Estos centros existen y se llaman cosotecas, objetotecas o bibliotecas de las cosas, como en el caso del proyecto pionero en España, abierto en el barrio de Poblenou, en Barcelona, hace tres años. Tienen ya más de 500 usuarios y prestan de todo, aunque algunos de los objetos más buscados son las sillas de ruedas, las máquinas de coser o los equipos de música portátiles, según explica a RTVE.es Eli Miralles, una de las impulsoras de la iniciativa. Otros objetos van por temporadas, como las panificadoras en los meses de frío o las sillas portabebés en verano.

Con la Biblioteca de les Coses buscan "disminuir o evitar la generación de residuos y de gases de efecto invernadero" y hacerlo a través "del consumo compartido y de satisfacer necesidades mediante el uso y no mediante la propiedad, a la que estamos muy acostumbrados".

Pero este proyecto también tiene una importante vertiente social: "A partir de tener un catálogo de objetos mancomunado también podemos generar relaciones de apoyo entre la comunidad que forma parte", señala Miralles. Y cita ejemplos, como vecinos que se ayudan unos a otros a hacerse el dobladillo de los pantalones con la máquina de coser o a utilizar un taladro para colgar un cuadro. "Empoderar a la ciudadanía con acciones del día a día", apunta.

"A partir de tener un catálogo de objetos mancomunado también podemos generar relaciones de apoyo entre la comunidad que forma parte"

Una inspiración para otros proyectos en España

Para impulsar el proyecto de Poblenou se inspiraron en iniciativas similares en el mundo anglosajón, donde están mas extendidas las llamadas libraries of things -bibliotecas de cosas-. Las hay en Londres, Toronto o Chicago, pero también en Berlín, Ginebra o Praga. Algunas lo son de carácter gratuito y otras cobran por el uso. En el caso de la Biblioteca de les Coses, cobran una cantidad simbólica, de uno a tres euros, por una semana de préstamo del objeto, un dinero que se destina a hacer reparaciones o incorporar nuevo material.

Miralles destaca que la iniciativa de Barcelona, impulsada por dos entidades de la economía social, Nusos y Rezero, ha sido "inspiradora" y han surgido otras similares, sobre todo en Cataluña. Ya hay otras en la Ciudad Condal, en barrios como la Ciudad Meridiana, el Eixample o Ciutat Vella.

En este último, la Caixa d’Eines i Feines (Caja de Herramientas y Trabajos) no solo pone en común objetos, sino también profesionales del barrio que puedan ayudar a hacer pequeñas tareas a los vecinos: albañilería, afinar pianos, reparar bicis, cuidado de mayores o hacer fotos. Además, la Universitat Politècnica de Catalunya dispone de una biblioteca de cosas, sobre todo de material electrónico, pero también consolas, videojuegos o incluso huesos y otras piezas de anatomía humana.

También hay proyectos fuera de Barcelona, como en Tarragona y Reus, y se han puesto en contacto con la Biblioteca de les Coses para llevar a cabo otra similar en Arroyo de la Luz, en Cáceres, para llevar a cabo una iniciativa similar, aunque más centrada en productos agrícolas e impulsada por el ayuntamiento.

Objetivo: "Desasociar el préstamo de objetos con la pobreza"

La biblioteca de las cosas de Tarragona surgió a principios de este año en el barrio de Sant Salvador, una zona de rentas bajas y aislada del resto de la ciudad. Más allá de reducir residuos o sensibilizar para llevar una vida más sostenible, se trata de "un proyecto de ayuda mutua del barrio", según Amanda Pérez, una de las impulsoras de la iniciativa. Algo tan sencillo como esto: "Es un lugar que actúa como nexo entre las personas que tienen cosas y las personas que las necesitan".

Es un lugar que actúa como nexo entre las personas que tienen cosas y las personas que las necesitan

Como en el local de Barcelona, se paga un precio simbólico y los objetos más demandados son herramientas, material deportivo o instrumentos de ortopedia como sillas de ruedas. Pero en el local de Tarragona no solo se prestan objetos, sino que también hay eventos puntuales como un mercado de material escolar sin dinero, otro de ropa de segunda mano u otro de intercambio de disfraces. "Todo eso hace ver a la gente que se pueden satisfacer necesidades sin pasar por la lógica de la compra", señala Pérez.

Uno de los objetivos que se han marcado, en un barrio humilde como este, es también "desasociar el préstamo de objetos con la pobreza". Es "obvio" que esta iniciativa ayuda a personas con pocos recursos, reconoce, pero "también hay una parte de creer realmente que hay otra forma de funcionar". Por ello, no solo prestan objetos donados sino también nuevos y para todos los públicos, como tablas de surf o material de escalada.

La iniciativa parte de dos entidades, la cooperativa El Far -a la que pertenece Pérez- y la asociación Ariadna, que trabaja en Sant Salvador desde los años 90, y ambas adaptaron a la realidad del barrio el ejemplo de Barcelona. También reciben dinero de la Diputación de Tarragona, que les permitirá comprar estos objetos nuevos, como un altavoz o una paellera para 30 personas para que las entidades con las que comparten local puedan hacer celebraciones.

El proyecto también ha revitalizado el "Casal" de la zona, el centro en el que se reúnen varias entidades, y que ahora está abierto diariamente y más cercano para la ciudadanía. Poco a poco, van cumpliendo los propósitos que se plantearon cuando abrieron la biblioteca hace unos meses. No solo prestar objetos, sino también "conectar a los vecinos entre sí".