Ucrania 2024: al límite político y militar
- El catedrático Francisco Veiga y la profesora Ruth Ferrer pronostican un "estancamiento" del conflicto en Ucrania
La invasión rusa de Ucrania cumplirá dos años en febrero. Con decenas de miles de muertos y heridos, y millones de desplazados, la guerra corre el riesgo de estancarse. “Es la cronificación del conflicto”, diagnostican expertos con los que ha hablado RTVE. El fin de la guerra no parece cercano y, en todo caso, no depende de Ucrania.
En los últimos días de 2023 se han manifestado, con una claridad no vista hasta el momento, las diferencias entre el mando político y militar de Ucrania. El motivo: la movilización de un nuevo contingente de reclutas para enviar al frente. El presidente Zelenski decía a mediados de diciembre que el ejército le había pedido hasta 500.000 hombres para poder relevar a parte de los soldados que ya llevan casi dos años combatiendo.
El rumor de que la nueva leva será cuantiosa y afectará a mucha gente llevaba semanas circulando. La respuesta de los ciudadanos, manifestada en redes y algunos artículos, no es positiva. Pero el ejército necesita a esos hombres, reconoce el alto mando. El general Valerii Zaluzhnyi, comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Ucrania, contradijo, sin embargo, al propio presidente del país: nunca he pedido “500.000 o 400.000” soldados, sólo una “necesidad general”. Y recordaba un hecho que también genera malestar en la retaguardia: para poder traer de vuelta a los soldados que llevan dos años en las trincheras, hacen falta reemplazos.
“Los militares, sobre todo el general en jefe, el general Zaluzhnyi, no están muy contentos con Zelenski, y Zelenski no se siente nada seguro con el actual Estado Mayor”, explica Francisco Veiga, catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad Autónoma de Barcelona. “Hay una tensión importante”, subraya, “y una parte importante del pueblo ucraniano es perfectamente consciente de que Zelenski ya no tiene el apoyo que tenía antes, y de que existen tensiones en la cúpula del poder. Eso, evidentemente, baja la moral de resistencia de todo el mundo, de las tropas y de las poblaciones”. Esa situación, advierte el catedrático Veiga, puede generar problemas graves para Zelenski a corto y medio plazo: “Si de alguna forma Zelenski no apuntala su poder con algún golpe de efecto estaría en una situación de progresiva debilidad en los próximos meses”.
En el frente interno, apunta Ruth Ferrero Turrión, profesora de Ciencia Política en la Universidad Complutense de Madrid, Zelenski afronta el descontento de quienes han sido castigados en el marco de la lucha contra la corrupción. Pero ese combate también puede ser utilizado, opina Ferrero, para apartar a rivales políticos como el alcalde de Kiev, Vitali Klichkó, que ha criticado públicamente la conducción de la guerra: “No me extrañaría que, en algún momento, saliera algún escándalo que vinculara a Klichkó con un proceso de corrupción”. Para Ferrero, el presidente de Ucrania también tiene problemas en el frente exterior: “Zelenski está adoptando unas posiciones que son muy cuestionables”, como su reciente viaje Argentina para reunirse con el nuevo presidente Javier Milei. O “la forma de exigencia, yo diría que hasta grosera, que está utilizando con sus interlocutores para pedir apoyo porque sí, porque él lo dice, porque dice que está en juego la defensa de la democracia en el mundo, en Ucrania, cuando esto precisamente es algo que está en discusión”.
Los procesos de cambio y transición exigidos por la Unión Europea a cambio de la adhesión también deben ser revisados, opina la profesora Ferrero: “Por ejemplo, en la protección de los derechos de las minorías, lo que en un contexto de guerra abierta como el actual es muy difícil de cumplir. Tú puedes [Zelenski] aprobar leyes con un parlamento mutilado porque has ilegalizado a muchos partidos políticos que no opinan igual que tú, simplemente por el hecho de hablar ruso”. Según la docente complutense, “en cuanto continúe la ley marcial en el territorio, va a ser muy difícil poder exigir a Ucrania un avance que efectivamente la acerque a posiciones del Estado de derecho y de asentamiento de la democracia liberal. Y eso también va a ser un hándicap para su proceso de adhesión a la Unión Europea”.
Victoria o negociación
Pero Europa todaviá está lejos. En la reunión del Consejo Europeo, la buena noticia política para el gobierno ucraniano de que se abría oficialmente el proceso de adhesión se vio rápidamente eclipsada por el veto húngaro a nuevas ayudas financieras al país. Sin los 50.000 millones de euros que la Unión Europea pensaba destinar a Kiev, el propio funcionamiento del Estado corre riesgo. Sin el dinero que viene de fuera, el ejecutivo ucraniano no puede pagar pensiones, ni soldados.
A Ucrania tampoco le sobran las armas y Estados Unidos, por ahora, mantiene bloqueados nuevos envíos masivos por el veto republicano, a pesar de las llamadas desesperadas del presidente Joe Biden. La eventual llegada de hasta 30 aviones cazabombarderos F-16 en las primeras semanas de 2024 no esconde las dificultades de la industria europea y estadounidense para suplir de municiones a los cañones desplegados en tierras ucranianos en una guerra de desgaste en la que la artillería corre con el peso fundamental. Sólo el ejército de Ucrania consume unos 200.000 obuses al mes. La UE reconoce que no es capaz de producir un millón de proyectiles al año.
A esas dificultades se suma ahora la guerra de Gaza. Para la profesora Ferrero Turrión, el nuevo foco de conflicto “está haciendo que muchos de los suministros y mucha de la financiación que iba destinada a Ucrania esté derivándose a Gaza, además de hacer perder a Ucrania el foco de la opinión pública y los medios, que es algo contra lo que combate Zelenski en la medida de sus posibilidades. Creo que este cambio es algo que beneficia a los objetivos militares y estratégicos de Moscú”.
Para el profesor Veiga, la invasión israelí de Gaza tampoco ayuda a Ucrania por otros motivos. Entiende que “desmonta parte del fundamento político y ético del bando occidental en Ucrania porque los israelíes están haciendo cosas que antes se les achacaban a los rusos”.
Pero esta situación, adversa para Kiev, no empuja necesariamente a un fin próximo de la guerra, opina Ferrero Turrión. “No veo ningún movimiento que aproxime a un alto el fuego o a unas negociaciones de paz”, asegura, “lo que estamos observando es una cronificación del conflicto que se quiere dejar evolucionar por su propia naturaleza, siendo muy conscientes de que, si no llega la ayuda estadounidense, y la Unión Europea no es capaz de reemplazar esa ayuda, Ucrania va a tener que renunciar a parte de su territorio”. De hecho, para la profesora de la Universidad Complutense, desde Washington y Bruselas se le podría estar enviando un mensaje a Kiev: “No entras en la OTAN, pero sí en la UE, y vas a tener que sacrificar una parte de tu territorio”. Frente a esa posición, sin embargo, habría otros, en los países Bálticos y Alemania, que estarían presionando para conseguir una mayor implicación militar, “llegando a sugerir la presencia de tropas de la OTAN en territorio ucraniano”, explica Ferrero: “Son todavía voces minoritarias, pero que tienen llegada en las opiniones públicas”.
Para Francisco Veiga, todo pasa por “la actitud de las potencias occidentales. Si Estados Unidos y la Unión Europea retiraran completamente el apoyo económico y militar a Ucrania, la guerra duraría poquísimo. Se acabaría en un mes o dos. Evidentemente con desastrosas consecuencias para Ucrania. Si Rusia, que está ahora en una posición de ventaja, no quiere negociar, la guerra se puede prolongar desastrosamente durante un año más hasta que los rusos consigan lo que ellos creen que buscan”.
Ahora mismo, sin embargo, lo que vislumbra Veiga es que “puede prolongarse una situación de empate y de parón diplomático, incluso de congelación diplomática, como ya sucedió con los Acuerdos de Minsk después de la guerra del Donbás en 2014-2015. Pero al final esto tiene que salir por algún lado. Yo creo que es el momento de la política de las realidades. No creo que Rusia vaya después a invadir Polonia y los demás países, porque claramente ese no es el objetivo”.
La ambigüedad de los fines de Rusia, entiende Ferrero, es precisamente lo que puede darle a Rusia una ventaja a la hora de enfrentar el fin del conflicto. “No sabemos si el objetivo era el control total del este de Ucrania, o del este y el sur, el control del Gobierno… Por lo tanto, para Putin es mucho más fácil plantear ante sus ciudadanos y ciudadanas que se han conseguido los objetivos. Eso no le ocurre a Zelenski, que dice que la victoria es recuperar las fronteras de 1991”. Para la profesora Ferrero Turrión, “podemos estar ante un escenario en el que haya un final de la guerra sin ningún ganador claro”.
El futuro de Zelenski y de Putin
El porvenir del presidente de Ucrania está ligado a la marcha de la guerra. Para la profesora Ferrero Turrión, en cualquier caso, “no va a ser él la persona encargada de gestionar Ucrania después de la guerra”. En su opinión, Zelenski es consciente de que “le van a dejar a los pies de los caballos en cualquier momento: si sigue enrocado en su posición de exigencia de ayuda y no negociación, puede haber algún movimiento político de calado”. Esto lo diferencia de Putin, quien, según Ferrero Turrión, “continúa consiguiendo aunar en torno a su figura un apoyo masivo por parte de la ciudadanía”. A eso ha ayudado, opina, “el cierre de todo Occidente contra Rusia”. En Rusia, además, “no se activan movimientos que sean los suficientemente articulados y organizados como para incluso dar un golpe palaciego en el Kremlin”.
Francisco Veiga considera que “la posición política de Zelenski está bastante tocada y él empieza a ser consciente de que puede producirse un cambio político en el que él va a tener que irse. Zelenski ha demostrado tener muchas vidas, ser un político populista que ha utilizado a fondo su imagen, como buen profesional del espectáculo que es. Pero los resultados militares no acompañan nada y las arcas occidentales se están agotando”.
Sobre Putin, Veiga coincide con Ferrero: “Si hasta el momento ha estado en el poder, ahora aún más. Porque ha logrado resistir. Rusia aguanta las consecuencias de las sanciones, ha experimentado un claro crecimiento económico y ha dado un salto importante en su capacidad armamentística. Parecía que estaban al borde del agotamiento hace dos años y ahora han recuperado y están presionando en el frente, lo cual es una reacción múy rusa. Desde la guerra contra Napoleón hasta la invasión de la Alemania de Hitler, siempre se ha producido este toma y daca”.