Matteo Garrone: "Con canales de visados se derrotaría a los traficantes y los migrantes no arriesgarían su vida"
- Estrena Yo Capitán, recreación épica y realista de las penurias de dos migrantes desde Senegal a Europa
- RTVE.es entrevista el director italiano, premiado en Venecia y aspirante al Oscar por Italia
Las imágenes de migrantes descendiendo de barcos en Canarias o Lampedusa, envueltos en mantas térmicas doradas y conducidos a centros, forman parte de la rutina informativa. Lo que ha sucedido previamente a esas escenas se puede imaginar -y se denuncia-, pero es casi una elipsis periodística del mayor vacío moral de la sociedad moderna.
El italiano Matteo Garrone (Gomorra) ha filmado en Yo Capitán una recreación de esa epopeya, marcada de tragedias, construyendo el viaje de dos jóvenes, desde Senegal hasta que su embarcación avista en el Mediterráneo la promisoria Europa, en una contundente película ganadora del León de Plata a la mejor dirección en Venecia.
“Es el gran tema de esta era e intentamos hacer una película sin tener la ambición de querer dar respuestas a un tema tan complejo”, explica el director en una entrevista para RTVE.es en el pasado Festival de San Sebastián. El tema puede ser complejo, pero Yo Capitán evidencia una realidad muy simple: cualquier joven de un país occidental puede viajar a cualquier lugar del mundo en cuestión de horas; un joven nacido en país pobre tiene las fronteras vetadas y solo puede jugarse la vida.
Garrone encontró a sus dos actores no profesionales (Seydou Sarr y Moustapha Fall) en Dakar para retratar una odisea habitual en un continente en el que el 70% de su población es menor de edad. “Elegí una historia de migrantes que no lo hacen por la pobreza ni por el cambio climático, sino por el deseo de vivir en otro lugar”.
Como su película, Garrone se explica con calma y va al grano. Quiere ser sencillo en el mejor de los sentidos porque su historia no puede ser más elemental para mostrar la injusticia. “Tardamos años en orientar la película. Escribimos el guion durante seis meses a partir de historias reales. Realmente intentamos contarlo de una manera clásica, como Homero: el viaje del héroe contemporáneo es, en busca del alma, en busca del destino, para poder encontrar la hermosa tierra”, explica.
En esa épica, pese a las advertencias de algún oráculo que les advierte contra el viaje, los héroes afrontan desafío de atravesar en Sahara, pero sobre todo padecen a las mafias que exprimen sus deseos, y los grupos organizados que secuestran a los viajeros para extorsionar a sus familiares. Yo Capitán es esencialmente una historia de hermandad de los dos viajero: Garrone necesita un asidero humanista para narrar e incluso recurre a las ensoñaciones de sus héroes para puntear la narración con algo de poesía, la otra vertiente de un cineasta que ha filmado fantasías El cuento de los cuentos o Pinocho.
"Tenemos la suerte de que quieren venir"
Garrone evita las preguntas directas sobre la política italiana y europea. “Elijo no entrar en un debate político porque creo que la película cubre temas relacionados con la injusticia humana y la violación de los principios humanos y por eso evitó entrar en un terreno que concierne a la política italiana”, dice antes de buscar su solución: “Mi opinión personal es que para derrotar a los traficantes de personas es necesario restablecer un orden: canales regulares de visados, brindando la oportunidad de moverse con mayor libertad sin arriesgar la vida, para evitar darle fuerza al tráfico. Dar a los viajeros la oportunidad de hacerlo cada día con mayor libertad”.
Y acepta cierto pragmatismo como mal menor. Si la evidente injusticia de no poder viajar por el mundo no basta para hacer despertar a occidente, al menos que se busque una regulación por razones egoístas de una Europa envejecida. “Soy italiano, nuestra historia es la de la emigración por todo el mundo. ¿Qué tiene de malo crear esos canales? Tenemos la suerte de que quieren venir y por eso creo que podemos hacer un intercambio”.
Opina que su película, elegida por Italia para los Oscar -y presente en la lista de quince películas preseleccionadas por la Academia de Hollywood- puede tener un valor educativo, aunque su finalidad no sea didáctica. “Es popular en las escuelas porque los niños que aparecen en la película son compañeros en clase de los niños europeos. Por tanto, puede enseñar a jóvenes y adultos, pero también a le da la oportunidad de pensar a los que quieres salir de África, les haga pensar y tal vez detenerlos”.
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