Claves del "conflicto armado interno" en Ecuador: guerras del narcotráfico y pulso con el Gobierno desde las cárceles
- El Gobierno ecuatoriano moviliza al ejército contra los grupos de delincuencia organizada, considerados ahora terroristas
- La violencia vinculada a las cárteles y los motines en las prisiones han aumentado en los últimos años
El Gobierno de Ecuador se ha declarado en conflicto armado. Pero su enemigo no es un país extranjero, son los grupos de delincuencia organizada que han puesto en jaque la seguridad nacional desde dentro de sus fronteras.
El presidente, Daniel Noboa, ha activado el martes un estado de excepción que permite a sus fuerzas armadas actuar para garantizar el orden, lo que implica que pueden entrar en cualquier domicilio y que derechos fundamentales como el de reunión quedan suspendidos. También se establece un toque de queda durante la noche.
Estas medidas llegan después de la escalada de violencia en las calles y, sobre todo, las prisiones: se han producido motines en al menos seis cárceles y el narcotraficante, más poderoso del país, José Adolfo Macías, alias "Fito", ha logrado fugarse. En medio de la confusión, un grupo de hombres armados tomó el martes un canal de televisión en directo.
Repasamos el contexto y las claves del "conflicto armado interno" para comprender qué está sucediendo en Ecuador.
¿Quiénes son estos grupos?
"Son básicamente narcotraficantes", comienza el director del Instituto de Iberoamérica, Francisco Sánchez, cuando le preguntamos por los grupos de delincuencia organizada que ahora son considerados organizaciones terroristas en Ecuador.
Según el investigador, doctor por la Universidad de Salamanca, se trata de organizaciones que han crecido gracias a su vinculación con los cárteles de droga y han diversificado sus negocios, con actividades como la minería ilegal, entre otras. "Y cuando no está claro el liderazgo, se multiplica el número de cárteles que quieren operar desde Ecuador".
Históricamente, el país ha formado parte de la red internacional de narcotráfico, pero más como nodo o centro logístico que como productor. Por eso, "las fuerzas armadas se están movilizando, particularmente en el cinturón del tráfico de drogas, que se ubica principalmente en las provincias de la costa", apuntó el politólogo ecuatoriano Pablo Medina, en el canal 24 horas de RTVE.
La violencia vinculada a los narcos ya no sorprende en Ecuador. En la campaña electoral de 2023, asesinaron al candidato Fernando Villavicenci; un motín carcelario se saldó con 79 presos muertos en 2021; y durante la pandemia las bandas armadas se adueñaron de la ciudad de Guayaquil, según enumera Carlos Malamud, investigador principal del Real Instituto Elcano y catedrático de Historia de América en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), que concluye: "No es algo nuevo, pero ha ido en aumento".
¿Por qué ha aumentado la violencia en los últimos años?
Como recuerda Medina, profesor de la Universidad San Francisco de Quito, Ecuador no estaba en estado de guerra desde 1995, pero entonces el conflicto bélico se disputaba con su vecino del sur, Perú. En los últimos años, la violencia ha estallado dentro de sus fronteras, pero sus raíces se extienden en el narcotráfico internacional.
"En el momento en el que Colombia negocia con las FARC, el negocio de la cocaína se desestructura. Eran, digamos, el gran árbitro y organizador del negocio", señala Francisco Sánchez a RTVE.es. "Muchas mafias se disputan el sitio que antes ocupaba las FARC y, además, tratan de garantizarse cadenas de provisión (…) La base de todo lo que está pasando en América Latina en este momento es que la cocaína es brutalmente poderosa por la cantidad de dinero que da".
Carlos Malamud traza una línea similar, que se extiende en los últimos 25 años y contiene dos fechas importantes. "Una es 2009 cuando el gobierno de Rafael Correa saca a los norteamericanos de la base aérea de Manta, que servía como centro operativo contra el narcotráfico. Desde ahí se vigilaba Colombia, pero también Ecuador", desarrolla. Este movimiento, sostiene el investigador, supone una mayor presencia de bandas locales, pero sobre todo la llegada de cárteles colombianos y mexicanos. "Ahora están muy presentes el cártel Jalisco Nueva Generación y el cártel de Sinaloa", alude, y apunta también a una mayor permisibilidad del presidente con la presencia de las FARC en territorio ecuatoriano.
"La llegada de los cárteles mexicanos, con sus niveles de violencia, fue la que permitió que la violencia fuera escalando con el paso del tiempo. Hasta tal punto que hoy Ecuador, con 46 homicidios y medio por cada 100.000 habitantes, está a la cabeza de este ranking en América Latina, muy por delante de Honduras, México, Colombia o Venezuela", concluye.
¿Por qué este pulso con el Gobierno ahora?
Los analistas vinculan los últimos motines en la cárceles con el proyecto de ley del Gobierno para aumentar la capacidad de acción de las fuerzas de seguridad del Estado contra las organizaciones criminales y reforzar la seguridad de las cárceles.
"El deseo del presidente Noboa de endurecer la represión, de declarar un estado de excepción y de alguna manera Bukelizar el país, repitiendo la estrategia de [el presidente de Salvador] Nayib Bukele, creando cárceles de mayor seguridad y demás, fue entendida como una declaración de guerra por parte del narcotráfico que ha decidido responder", señala Malamud.
El proyecto, planteado como consulta a la ciudadanía, incluía la amenaza de trasladar a presos para dispersar a los cárteles. "También querían cambiar la normativa de extradición (…) y hay otro tipo de reformas que afectan a la minería ilegal", apunta Francisco Sánchez, que encuentra en la crisis de violencia un "pulso al Gobierno", una manera de "presionar para evitar controles".
Otras acciones como la irrupción armada en una cadena de televisión en directo en Guayaquil se entienden como una forma de generar terror en la población, sin un objetivo claro más allá que la exhibición de violencia y poder. Tras conseguir su objetivo, el grupo ni siquiera leyó un comunicado.
¿Qué plantea el Gobierno de Daniel Noboa?
En respuesta a la violencia, la declaración del "conflicto armado interno" del Ejecutivo de Daniel Noboa (en el cargo desde noviembre de 2023) sí ha sido algo "absolutamente inédito", según destacó en el canal 24 horas Pablo Medina, que explica que se trata de la categoría más elevada dentro del estado de excepción.
"Lo que el presidente está diciendo es que nos acogemos al derecho humanitario internacional, que normalmente es conocido como el derecho de guerra", prosigue el profesor de la Universidad San Francisco de Quito. "El estado ecuatoriano ya no reconoce a estas personas ni siquiera como delincuentes, sino como un grupo que pone en riesgo la existencia misma del Estado. Al poner en riesgo la existencia misma del estado, las fuerzas armadas son las encargadas de recuperar esa soberanía y, por ello, están autorizadas a utilizar la fuerza más allá de los estándares usuales que se aplican, por ejemplo, en el uso legítimo de la fuerza de la policía nacional. Es decir, acá ellos pueden partir de fuerza letal".
También es nueva la propuesta previa en la línea de un "populismo punitivista", según lo describe el director del Instituto de Iberoamérica, que previene no obstante de hacer comparaciones con El Salvador. El presidente salvadoreño, Nayib Bukele, dio un golpe en la mesa en su guerra contra los maras encarcelando a 40.000 pandilleros, un proceso sin garantías jurídicas que ha sido criticado por organizaciones internacionales por vulnerar los derechos humanos.
"Las maras, si bien es cierto que están vinculadas al tráfico de drogas y otras actividades ilegales como la extorsión, no tienen el flujo de dinero y la capacidad de acción del narcotráfico, como se ha visto en México, Colombia o Ecuador", compara Francisco Sánchez.
Por su parte, Carlos Malamud entiende el "énfasis" de Noboa por la seguridad en las prisiones como una estrategia para mantenerse en el poder cuando acaben los 18 meses de legislatura. "Necesita mandar mensajes de que él es el presidente adecuado para hacerlo", señala, en referencia a la lucha contra la violencia y el narcotráfico. Al hilo, el analista del Real Instituto Elcano valora que estas medidas pueden tener un efecto en la percepción de la población, pero no tendrán un efecto inmediato. "La lucha contra el narcotráfico se realiza por otras vías y va a requerir más tiempo", apostilla.
¿Qué exige este conflicto?
La crisis de violencia vinculada al narcotráfico tiene dos aristas que abordar. Por un lado, es un negocio muy imbricado en la estructura social. "No es solamente el narcotraficante de la esquina o el pistolero, es también la señora que lo guarda en casa", reflexiona Francisco Sánchez, del Instituto de Iberoamérica, que recuerda que es una característica que se da igualmente en España o en Europa, y que el problema se relaciona con la calidad del empleo o la capacidad de los jóvenes para salir adelante.
"Y nos olvidamos de la parte más grande de todo este entramado es el lavado, que se hace en paraísos fiscales, en la construcción, en coches de lujo…", asevera, por lo que llama a llevar a cabo acciones multilaterales.
Ahí está la segunda arista del problema: el narcotráfico es una red internacional que difícilmente puede abordarse desde un país solo. "Los cárteles de la droga han ido avanzando hacia una mayor integración regional, con presencia de cárteles brasileños en Paraguay y de cárteles mexicanos en Ecuador y en América Central", señala Malamud, que lamenta que, sin embargo, los gobiernos se empeñen en mantener “arcaicas políticas” que les encierra en sí mismo para defender la soberanía. "Son incapaces de avanzar en coordinar y cooperar más en políticas comunes. Y el narcotráfico ya es un problema latinoamericano. Es inclusive un problema global".