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Maite Alberdi y 'La memoria infinita': alma contra el alzhéimer y el olvido de la historia

  • Estrena en España su documental, preseleccionado para el Oscar
  • Muestra la intimidad del periodista Augusto Góngora, enfermo de alzhéimer, y Paulina Urrutia, exministra chilena

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Augusto Góngora y Paulina Urrutia en 'La memoria infinita', de Maite Alberdi.
Augusto Góngora y Paulina Urrutia en 'La memoria infinita', de Maite Alberdi.

Enfermo de alzhéimer, mientras oscila entre la confusión y el redescubrimiento continuo de su identidad, el periodista Augusto Góngora inventa un hermoso modo de describir el amor que tiene con su pareja Paulina Urrutia, actriz y exministra chilena de Cultura: “El alma de los dos”. Esa alma es el núcleo de La memoria infinita, el documental de la chilena Maite Alberdi que pasó el primer corte del Oscar a mejor documental y aspira a repetir el histórico éxito de su anterior documental El agente topo, nominado en 2021.

La memoria infinita viene de más lejos: la documentalista admiraba a la pareja, figuras célebres en el país austral, y les conoció después de que Góngora anunciase públicamente su enfermedad. “Me sorprendió que por primera vez vi a un paciente de alzhéimer y una cuidadora que decidían ser parte del mundo y no aislarse, porque generalmente se aíslan socialmente”, explica la cineasta.

A partir de ahí, Alberdi comenzó a registrar a la pareja hasta que la pandemia de la covid-19 obligó a entregar una cámara a Paulina para que ella misma filmase un día a día lleno de ternura y sufrimiento. La memoria infinita se convirtió en una película urgente, una lucha contra el tiempo. “Fuimos viviéndola sin saber en qué iba a derivar ni si íbamos a terminarla”, recuerda.

“No puede haber negacionismo frente al dolor”

Augusto Góngora es conocido por su activismo contra la dictadura de Pinochet, primero como editor de la revista Solidaridad y más tarde como rostro de Teleanálisis, que emitía de manera clandestina para mostrar lo que el régimen ocultaba. Es decir, La memoria infinita muestra la pérdida de memoria de un hombre que trabajó por preservarla.

“En la película lo que queda es la memoria afectiva hasta el final. Augusto siempre recuerda su amor y también sus dolores de la dictadura, aunque no se acuerde en qué año sucedió”, dice Alberdi recordando una de las secuencias más emotivas en la que Góngora llora por un amigo asesinado. “Contra el dolor no puede haber negacionismo, eso no te lo puede negar nadie y es lo que tenemos que saber heredar”. ¿Está la memoria histórica de Chile en riesgo? “Sí y nunca pensé que llegaría a escuchar negacionismo de hechos históricos no discutibles. También se escuchan defensas del olvido. Y me parece importante defender que tenemos que seguir preservando”.

Alberdi bucea en el archivo de la labor clandestina de Góngora y suma los vídeos privados de la pareja a lo largo de sus 25 años de vida en común. “El Alzheimer era un contexto. Ellos salen felices, enamorados, pasándolo bien como si estuvieran al principio de una relación”.

Alberdi vuelva a manejarse y salir indemne del difícil filo de la sensibilidad y la sensiblería. Tras cinco años de trabajo, el año de estreno coincidió con el fallecimiento de Augusto el pasado 19 de mayo. La película realza su memoria (y la de Paulina) y sus palabras cuando escribió La memoria prohibida: "Reconstituir la memoria, no para quedarnos en el pasado: reconstituir la memoria es un acto con sentido de futuro".