Federico de Dinamarca, el ascenso de un "ciudadano más" a la corona
- El monarca tiene la misión de estar a la altura de su madre, la reina Margarita, a partir de ahora
- Modernizar la casa real danesa es el mayor reto en su ascenso al trono
Deportista, explorador, amante del rock... Conocido por sus escándalos pasados y rumores sobre su situación matrimonial en el presente, a sus 55 años, Frederik André Henrik Christian, príncipe de Dinamarca y conde de Monpezat, será coronado rey. Un monarca contrario a la figura regia de su madre y que se presenta como un "ciudadano más".
Su coronación se produce en un momento de cambio para la política del país, donde la monarquía, considerada "intocable" debido a su popularidad, puede dar un vuelco hacia su necesaria modernización.
De "príncipe turbo" al fitness
Federico de Dinamarca nació en 1968, antes incluso de que su madre, la reina Margarita, ascendiera al trono. Un año después llegaría su hermano Joaquín, el "príncipe Harry" danés, considerado un "eterno segundón" dentro de las decisiones reales y con un afán de protagonismo truncado por ubicarse sexto en la línea sucesoria.
La juventud del príncipe fue similar a la de cualquier otro adolescente danés. Se le conocía por su afición al rock e incluso por acudir a conciertos, siempre alejado de la suntuosidad de palacio. Sin embargo, como admitió en un documental emitido en 2017 en wl canal danés TV2, conocer el papel que le tenía deparado el futuro le hacía darse cuenta de la posibilidad de "perderse los placeres de la vida". El carácter de su madre, ajena a cualquier escándalo y de una rectitud envidiable, le dieron a entender que ser monarca implica mucho más que una ceremonia.
Fuera o no la causa, lo cierto es que durante su adolescencia tuvo una actitud rebelde que le hizo copar las portadas de los periódicos daneses. Llegó a ser apodado "príncipe turbo" debido a su gusto por la conducción temeraria. En 1992, su entonces novia, la modelo Malou Aamund, fue detenida estando él de copiloto por exceso de velocidad; sin carné y en estado de embriaguez. La controversia fue tal que llegó al Parlamento danés (Folketing), algo inaudito teniendo en cuenta que la cuestión de la monarquía rara vez salta a la palestra política en el país.
En ese momento, el antídoto contra el comportamiento desobediente de Federico resultaba evidente: enviarlo a estudiar al extranjero, donde se formó durante un año en la Universidad de Harvard. En ese período, Federico viró su postura para dejar un expediente limpio, libre de cualquier conjetura sobre su capacidad para heredar el trono. Sus aficiones así lo atestiguan: es conocido por su dedicación al deporte, participando en diversas maratones, y también por su interés en el medio ambiente.
Federico contrajo matrimonio en 2004 con la abogada australiana Mary Donaldson, una unión que les ha dado cuatro hijos: Christian (2005), Isabella Henrietta (2007) y los mellizos Vicent Frederik y Josephine Sophia (2011). Sus iniciativas filántropicas y su matrimonio con la carismática Mary le han valido las simpatías de los daneses, catapultando su figura hasta situarla en popularidad a la par que la de su madre. Lejos queda aquel "príncipe turbo" de fiestas y desfases, aunque eso no le haya impedido en los últimos años estar en el punto de mira por supuestos "rumores" y "rivalidades".
Rumores y rivalidades
Resulta que el futuro rey de Dinamarca también tiene desencuentros familiares y personales. El más sonado con su hermano Joaquín, especialmente después de que en septiembre de 2023 la reina Margarita retirase los títulos reales a los cuatro hijos que tenía tanto con su exmujer, la empresaria hongkonesa, Alejandra Manley, como con su actual esposa, Marie Cavalier. Esto no solo se interpretó como una forma de abaratar los gastos de la corona, también como un favor a Federico, quien muy probablemente se enfrentaría a una decisión similar una vez fuera rey. Aunque de puertas hacia fuera ambos hermanos se han visto muy unidos, el resentimiento por el supuesto "favoritismo" de Margarita parece haber afectado a la relación. De hecho, tanto él como Marie llevan residiendo desde 2023 en Washington, alejados de la casa real y con constantes rumores sobre sus discusiones con Federico.
Pero esta no es la única mancha en su expediente. En octubre de 2023 Federico visitaba España y se dejaba ver por las calles de la capital junto a Genoveva Casanova, exesposa del duque de Arjona, Cayetano Martínez de Irujo. La prensa cuestionó la idoneidad del príncipe para ser rey no por sus asuntos personales, sino por viajar a Madrid de incógnito, sin tomar en consideración su seguridad. Por su parte, Casanova negó en un comunicado "las declaraciones que sugieren una relación romántica" entre ella y el príncipe.
Por si las dudas fueran pocas, desde hace años se habla de una "crisis matrimonial" entre Federico y Mary, especialmente tras las muchas ocasiones en las que la princesa viajaba a Australia sin su marido. La última coincidió poco después del "encuentro" entre Federico y Genoveva. Aunque se ha llegado a especular que la decisión de la reina Margarita de ceder el trono se hizo en un intento por "salvar" la estabilidad de la pareja, no es menos cierto que han sido sus constantes problemas de salud, con una operación de espalda en febrero del año pasado, lo que probablemente la convencieran de abdicar.
La corona, intocable
Al igual que España, Dinamarca es una monarquía constitucional, por lo que la figura del rey es meramente ceremonial. Su poder es limitado, y su participación en el ejecutivo se basa en representar al país como jefe de Estado y firmar las leyes aprobadas en el Folketing. De un monarca democrático solo se espera que se adhiera a la ley, aunque actitudes como solvencia, rectitud e incluso cercanía son bien valoradas por la ciudadanía.
Lo cierto es que a la reina Margarita siempre se le dio bien eso de gobernar. Cuando en 2018 se le preguntó a los daneses si querían que su país fuera una monarquía o república, el 76,7% optó por la casa real, algo que para el analista político y periodista danés, Poul Madsen, tiene un significado claro: cualquier comentario negativo hacia los monarcas equivale a un "suicidio político". Es por ello que las voces discordantes, a pesar de las polémicas protagonizadas por Federico, se han vuelto con los años cada vez más silenciosas.
De acuerdo con el profesor de Historia de la Universidad de Aarhus y experto en monarquía y política danesa, Niels Wium, solo "una minoría de ciudadanos son republicanos por principios, pero reconocen la enorme popularidad de la monarquía y no ven ninguna razón para cambiar el orden constitucional". Por su parte, el profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Aarhus, Michael Petersen, señala que en las últimas décadas no ha existido una oposición real hacia la monarquía, aunque sí "formas de resistencia simbólica", como rechazar "invitaciones reales", sobre todo por parte de la izquierda. Una formalidad que ni siquiera prevalece en la actualidad después de que la primera ministra danesa y secretaria general del partido socialdemócrata, Mette Frederiksen, haya aceptado acudir a la fiesta de coronación de este domingo.
"La monarquía necesita modernizarse", explica Madsen. "El movimiento de retirar los títulos reales a la familia del príncipe Joaquín fue visto con buenos ojos, pero aún queda mucho por mejorar, como que la casa real pueda recibir regalías sin ningún coste, o que el rey tenga impunidad ante la ley".
De las pocas cosas que han preocupado a los daneses en los últimos años al respecto está el el gasto real. Y no es para menos: de acuerdo con el reporte de finanzas de 2022 emitido por la casa real, la monarquía percibió casi 89 millones de coronas danesas de fondos públicos, unos 11 millones de euros. "Los privilegios de los que disfruta la monarquía danesa son su financiación por parte del Estado", añade Wium, "aunque más desapercibidos han sido los obsequios recibidos de empresarios daneses, lo que ha dado lugar a cierta controversia".
"La pregunta que se hacen los daneses es si la corona es una buena inversión", comenta Madsen, "y de qué forma sus representantes pueden ayudar a promocionar al país en el extranjero. Sin embargo, "independientemente del argumento, la respuesta suele ser la misma: la monarquía favorece a Dinamarca", concluye.
Las polémicas de la corona no son algo que "ocupen las energías del Folketing", explica Petersen, "sino la sanidad, las ayudas sociales y las cuestiones medioambientales". La casa real solo logra colarse en el debate cuando algunas de estas cuestiones salpican a los monarcas. De hecho, el compromiso del príncipe Federico con el medio ambiente ha generado suspicacias entre algunos parlamentarios, quienes señalan lo contraproducente que resulta que miembros de la familia real pidan reducciones a las emisiones mientras viajan en jets privados.
Federico, rey de Dinamarca y de los daneses
Poul Madsen apunta que, para los daneses, Federico es considerado "una persona común" frente a la reina Margarita, "mucho más tradicional". "El rey no es como su madre: es un ciudadano más, con una serie de escándalos que han resonado entre los daneses", sentencia.
El hasta entonces príncipe Federico, conocido por sus espíritu deportivo, sus exploraciones a lugares remotos y sus paseos por las calles de Copenhague sin apenas escolta, cambiará este domingo una vez sea coronado. Deberá enfrentar una monarquía que puede hacer mucho más por adaptarse a los tiempos modernos, con una población que la adora y al mismo tiempo le obliga a estar a la altura de su antecesora. Y lo que es aún más importante: sin la figura de una madre que le prevenga de asumir responsabilidades ante futuros escándalos.
En su discurso de Año Nuevo, la primera ministra de Dinamarca, Mette Frederiksen, habló sobre la cuestión de la sucesión real y del futuro monarca. "La reina lo ha dicho a su manera: Tengo un hijo en quien tengo gran confianza'", dijo Frederiksen. “Puedo añadir que nosotros también tenemos esa confianza”, señaló, "porque conocemos a nuestro futuro rey". Y ahora es el momento de que el rey Federico lo demuestre ante los daneses.