La historia del cine a través de algunos de sus grandes hitos
- Javier Mateo Hidalgo publica De la llegada en tren a la salida en caravana: 126 hitos de la historia del cine
- Un apasionante recorrido por algunas de las películas que cambiaron el Séptimo Arte
Hay muchos libros sobre la historia del cine, pero nos atreveríamos a decir que pocos son tan originales como De la llegada en tren a la salida en caravana: 126 hitos de la historia del cine (1895-2021) (NPQ Editores), en el que el investigador y crítico Javier Mateo Hidalgo (Madrid, 1988) repasa algunas de las mejores películas. Y es que este volumen no es el típico catálogo de obras maestras (aunque las películas que recomienda lo sean en su mayor parte), sino de películas que, de una forma u otra, son fundamentales.
Y empezamos por preguntarle cuál es esa original idea de la que parte el libro: "El germen de este volumen se encuentra en un enfoque que, como autor, consideré original o, al menos, innovador: la selección de una película por año desde 1896 —fecha clave, pues en ella surge el cinematógrafo— hasta 2021 —cuando inicio el proyecto—. La selección viene motivada por la importancia trascendental de cada film más allá del séptimo arte, pues se trata de trazar desde el cine una historia mundial: cómo el celuloide se deja influir por el progreso de la sociedad y de qué modo ésta se apropia del cine a su vez para su propia evolución o lo integra en ella".
"El lector -continúa el autor-, verá que ese recorrido se traza de forma simbólica, empezando por el propio título del tomo y concluyendo por la selección de films con los que se da inicio y cierre: De la llegada en tren alude a la película fundacional L’arrivée d’un train à la Ciotat de los hermanos Lumière (1896) y “a la salida en caravana” remite a Nomadland de Chloé Zhao (2020). Esa idea de viaje se cierra con Drive my car de Ryûsuke Hamaguchi (2021), que funciona a modo de epílogo, cerrando ese recorrido o “viaje cinematográfico” por cada uno de los hitos escogidos".
Una sola película por año y sin repetir directores
Otro de los desafíos del libro es elegir una sola película por cada año, lo que no es nada fácil, según confiesa el propio Javier Mateo: "Para esta selección tuve en cuenta diversos factores y, aún así, no fue fácil. El reto estribaba en armar un rompecabezas buscando la objetividad por encima de todo. Esto tuvo sus ventajas e inconvenientes, pues dejando a un lado los gustos personales fue más fácil llevar a cabo la selección, pero con esta forma de trabajo también se quedaban fuera muchos títulos míticos que deberían figurar en cualquier Historia del cine que se precie".
"Como es comprensible -confiesa-, mi limitación como individuo y otras cuestiones a las que soy ajeno me han impedido ver todo el cine producido en la Historia —haría falta más de una reencarnación para ver todo el cine existente (el tiempo de una vida se hace escaso) o sería preciso viajar en el tiempo para ver algunos films considerados como joyas que, por desgracia, no se pueden visionar porque se han perdido—. Algún lector potencial del libro se ha sorprendido al no encontrar algún título. Me han llegado a decir en broma: “¿No está El Padrino o Carros de fuego? ¡Pues ya no te lo compro!” Es normal, a mí me hubiese encantado incluir algunos films que creo fundamentales. Pero no quería repetir cineastas, por ejemplo —eso ya limita, pues un solo director de la categoría de Hitchcock o Ford tiene varias obras maestras en su filmografía—. También buscaba abarcar el mayor espectro geográfico o temático en las producciones y tocar los distintos ámbitos que conforman la cultura de los siglos en que se desarrolla el cine —literatura, música, pintura, teatro, ciencia, política, filosofía, acontecimientos históricos cruciales—".
Esas limitaciones autoimpuestas han dejado fuera a títulos míticos como La diligencia, e incluso a directores como Francis Ford Coppola. ¿No es un riesgo par aun libro sobre la historia del cine? "Me parece muy acertada esta pregunta porque yo mismo me la he formulado -confiesa Javier Mateo- . Hubo un problema obvio desde el principio: la escasez de films a inicios del cine a la hora de buscar títulos para los primeros años y el exceso de grandes películas en un mismo año a medida que van avanzando las décadas y cada vez hay más producciones. Fíjate: ese mismo año en que se estrena Lo que el viento se llevó (1939) también aparece en cartelera El mago de Oz —por cierto, una y otra con Víctor Fleming como director y codirector— La diligencia, La regla del juego, Gunga Din o Caballero sin espada —y sólo te estoy dando algunos títulos pero hay otros tantos magníficos, todos ellos dignos de figurar en un libro así, lo que habla de uno de los años dorados del cine—. En ocasiones no he podido resistirme a referirlos en el mismo capítulo a modo de dato necesario. Como puedes imaginar, ¡se trató de una tarea titánica! Sin duda la selección final podría haberse hecho mejor, pero estoy satisfecho con el resultado".
De la salida en tren a los viajes en coche
Que comencemos con un tren y acabemos con un coche es algo que también resume un poco la historia del cine, como nos comenta Javier Mateo: "Sin duda. A la vista está nuestro progreso social, científico y tecnológico al experimentar ese cambio tan evidente entre un medio de transporte como esos ferrocarriles primeros y éstos coches actuales que llegan incluso a moverse sin conductor. Hay que tener en cuenta que el cine es ya de por sí un efecto óptico que hace creer a quien observa que las imágenes están en movimiento, cuando en realidad son fotogramas fijos que se suceden a una velocidad concreta y que nuestro ojo percibe como una imagen única en continuidad. Un trampantojo único y hermoso que tiene como protagonista ese movimiento. Por otro lado, el cine se diferencia del teatro en esa capacidad para condensar el tiempo y permitir que nos desplacemos a distintos lugares en una misma película con una duración concreta — y volver a ellos tantas veces como queramos haciendo retroceder la película o viéndola varias veces—".
Además, en el libro, Javier Mateo comenta cómo el cine ha reflejado nuestra evolución como sociedad e incluso como ha influido en nuestras vidas. "Creo que el cine es un espejo en el que podemos vernos reflejados como sociedad y servir de estudio para las generaciones presentes y futuras. En él se ven las modas y gustos, las ideologías de cada tiempo e incluso la ingenuidad del pasado frente a lo que el mundo nos ha enseñado con el tiempo, obligándonos a ser cada vez más escépticos con todo. No debemos juzgar desde el presente la cultura del pasado, sino ser conscientes de sus aciertos y errores para enriquecernos como forma de aprendizaje".
"A su vez -añade-, el cine ha influido claramente en nuestra forma de ver el mundo y en la propia cultura que nos conforma, de lo más grande a lo más pequeño. La propia rebeca como prenda de vestir recibe ese nombre del film homónimo de Hitchcock. Con el fin de imitar a las estrellas del cine, la gente fumaba o se vestía de forma similar a como lo veía en la gran pantalla. Incluso en expresiones como “eres más lento que el caballo del malo” está presente el cine en nuestras vidas. Además y como consecuencia natural de la fotografía, ha sido a su vez precedente de las tecnologías que ahora manejamos con absoluta soltura y a las que tenemos acceso gracias a esa democratización de los medios de masas. Sin el cine ahora sería imposible grabar vídeos con el móvil o hacer directos en determinadas aplicaciones".
"El cine es como Benjamin Button"
También se refleja en estas páginas la evolución del propio cine, desde una atracción de feria hasta su ascenso a forma de arte y su actual decadencia. "El cine, como otras artes, puede equipararse al crecimiento de un individuo -asegura Javier Mateo-, pues pasa de su primera infancia a un desarrollo maduro y continuamente busca reinventarse para no quedarse estancado. También podríamos decir, con cierto humor, que realizó una evolución inversa al estilo Benjamin Button: nació sin ver en colores ni poder hablar, con unas imágenes llenas de achaques y, poco a poco, fue rejuveneciendo y mejorando sus facultades".
"Su primera función -añade-, fue la de servir como mera curiosidad científica y, como bien dices, esa sorpresa o magia la convertía en una atracción de feria más, como la “mujer barbuda”. De forma progresiva se fueron advirtiendo sus múltiples posibilidades hasta asimilarse como un arte más, pleno de estética y contenido. Coincido con esa decadencia actual en la que, como el cine, se encuentran las otras artes —pintura, música, literatura—. Es como si hubiésemos llegado a un callejón sin salida y no hubiese una posible continuidad en su desarrollo. No obstante, confío en que sólo se trate de un bache en el camino —fruto de la crisis mundial en que nos encontramos sumidos— y tarde o temprano se reinvente como ha hecho siempre. También en la actualidad se producen buenas películas, libros, cuadros y partituras, pero hay que dedicar su tiempo e interés en encontrarlas".
Entonces... ¿Sigue siendo el cine una fábrica de sueños? "El cine -asegura Javier Mateo-, continúa funcionando como un vehículo a través del cual el espectador puede evadirse de su realidad cotidiana, olvidando su propio espacio y tiempo para disfrutar de otros tiempos y espacios posibles. Esto lo posibilita su naturaleza ficcional, la capacidad para mostrarnos lo que de otra forma sería imposible. Nos hace voyeurs de otros mundos. Por lo tanto mi respuesta es sí, el cine continúa siendo una fábrica de sueños, aunque estos sueños se transformen con cada época y cada visión aportada tras la cámara".
Los principales hitos de la historia del cine
El libro también repasa los principales hitos de la historia del cine, como nos explica Javier Mateo: "A mi juicio hay varios, pero para mí los más importantes son, además de la aparición del sonido, el enfoque documental o la invención del cine musical, la aparición del color, la posibilidad de narrar historias mediante el empleo del montaje —de Griffith a Eisenstein— o el constante cuestionamiento de sus fórmulas narrativas —del expresionismo al impresionismo, pasando por el surrealismo, el realismo poético o el neorrealismo, la nouvelle vague, el cine-ensayo o la estética impuesta por el Grupo Dogma 95—. Sin duda el futuro nos deparará nuevas propuestas. Aún queda mucho por decir".
Los maestros españoles del cine
Destacar que, entre esas 126 películas también hay sitio para los grandes maestros españoles. Preguntamos a Javier Mateo acuáles destacaría: "Haciendo un recorrido cronológico destacaría en primer lugar a Luis Buñuel y a José Val del Omar como auténticos precursores del lenguaje cinematográfico (de Un perro andaluz y Viridiana a Aguaespejo granadino o Fuego en Castilla); después cabe mencionar a Luis García Berlanga y Juan Antonio Bardem, quienes desde fórmulas bien distintas —del humor negro a la crítica social— forjaron auténticas obras maestras del séptimo arte (Plácido, El verdugo, Muerte de un ciclista o Nunca pasa nada)".
"De la época dorada del cine destaco también a los llamados “telúricos” —principalmente Manuel Mur Oti (Cielo negro) o Carlos Serrano de Osma (Parsifal)—, José Antonio Nieves Conde (Los peces rojos) o Edgar Neville (La torre de los siete jorobados y La vida en un hilo). Fernando Fernán Gómez en su faceta como cineasta (El mundo sigue o El extraño viaje) resulta sorprendente, así como el Carlos Saura de la etapa simbólica (La caza, Peppermint frappé o La prima Angélica) o Basilio Martín Patino y su cine collagístico y reflexivo (Canciones para después de una guerra). Víctor Erice (aquí mencionaría todos sus films sin excepción) está entre mis favoritos en esa perfección y belleza, también la fuerza del cine de Pilar Miró (El pájaro de la felicidad, Gary Cooper que estás en los cielos) y la fantasía de Gonzalo Suárez —a quien conocí, con el que trabajé y considero amigo (Remando al viento). Después la psicodelia de Iván Zulueta (Arrebato) o Pedro Almodóvar (Hable con ella), hasta llegar a algunos actuales como Isaki Lacuesta (La leyenda del tiempo), Carlos Vermut (Magical Girl) o Carla Simón (Verano 1993)".
El futuro del cine
Después de recorrer con Javier Mateo Hidalgo estos 126 años de la historia del cine, le preguntamos qué espera del futuro del Séptimo Arte: "Intento ser positivo en mis reflexiones. Creo que, como he comentado previamente, el cine tiene todavía mucho que decir y, desde esta perspectiva, el comercial continuará conviviendo con el de autor —siempre habrá público para ambos espacios—. Las salas prevalecerán por suponer un ritual que sigue sin pasar de moda —el ser humano sigue profesando sus ritos y éste es uno de ellos—".
"Del mismo modo, las películas en casa resultan un alternativa magnífica para disfrutar de días de descanso en que no nos apetece salir de casa y queremos volver a ver títulos que pertenecen al pasado y no siempre se pueden reponer desde espacios como la Filmoteca Española. Además forma parte de este cortoplacismo presente, donde de repente puede apetecerte intensamente ver una película y en cuestión de segundos o minutos existe la posibilidad de tener acceso a ella".