Sabando, un pueblo alavés que lleva 10 años calentándose a base de los residuos del bosque
- El pequeño municipio dispone de dos calderas que utilizan biomasa para calentar el agua
- Gracias a este método la energía que usa cada vecino se factura a 0.025 euros el kilovatio
Hace diez años que los vecinos de un pequeño pueblo de la montaña alavesa se calientan en invierno y disponen de agua caliente todo el año sin tener que preocuparse del precio del gas o del gasóleo. Y es que disponen de uno de los primeros sistemas de calor comunitario instalados en España.
Su alcalde, Ángel Marcos Pérez de Arrilucea, nos cuenta que antes de decidirse por este sistema, los 50 vecinos de esta pedanía del municipio de Maeztu, tenían dos alternativas: o pagaban una factura anual en torno a 2.500 euros de gasóleo o gas, o tendrían que ir al monte para cortar las doce toneladas de madera que una casa consume también al año. "Lo que iba a suponer mucho tiempo y esfuerzo, en especial para los vecinos de cierta edad", explica.
La inversión inicial fue el principal de los obstáculos
Ante esta situación, los habitantes del pueblo hicieron las cuentas y vieron que, con el sistema de biomasa, del que habían oído hablar, pero en instalaciones muy pequeñas, podían ahorrar entre el 40% y el 60% de ese gasto anual en gas o gasóleo. Al mismo tiempo, podrían reducir a la mitad prácticamente el consumo de leña. "Estábamos en obras y teníamos levantadas las dos calles del pueblo para otras de canalización, así que decidimos aprovechar el momento y tirar hacia delante", señala el intendente de Sabando.
Estudiaron algunas de las escasas instalaciones que de este tipo hay en España y vieron que era factible. Se pusieron manos a la obra, pero se toparon con el importante coste que suponía para un pueblo tan pequeño, ya que eran más de medio millón de euros.
"Afortunadamente, el Gobierno vasco y la Diputación Foral de Álava nos subvencionaron el grueso de la inversión", detalla Pérez de Arrilucea, "nosotros sólo tuvimos que pedir un préstamo de 90.000 euros a pagar en 10 años, cosa que acabamos de hacer". No obstante, otro inconveniente apareció en el camino, ya que sólo 16 de las 40 viviendas decidieron dar el paso, aunque, cuando comenzó a funcionar el sistema, se acabaron añadiendo 8 más.
Aprovechar los residuos del bosque
El propio alcalde nos explica cómo funciona todo el sistema de calor colectivo. "Necesitamos unas 350 toneladas de madera al año. Aquí tenemos mil hectáreas de montes comunales por lo que a finales de primavera contratamos una empresa que corta los árboles, básicamente hayas, que el guarda forestal de la Diputación nos indica", relata.
“"Tuvimos que pedir un préstamo de 90.000 euros a pagar en 10 años, cosa que acabamos de hacer"“
Una labor con valor añadido, ya que, según apunta el intendente, "suelen ser las zonas más tupidas del bosque con lo que de esta forma se limpia y protege del riesgo de incendio". El siguiente paso es astillar la madera en astillas de unos tres centímetros, algo de lo que se encarga otra empresa.
A continuación hay que secarla. Esto se lleva a cabo en la pista del polideportivo durante el verano y participan todos los vecinos. "Este es un importante beneficio que nos proporciona este sistema, ya que al hacerlo juntos ha mejorado las relaciones vecinales", apostilla Pérez de Arrilucea.
Dos calderas comunitarias con biomasa
Cuando ya está seco el material, se traslada al edificio que alberga las dos calderas. Pared con pared, las toberas (elementos que impulsan a presión el agua de las tuberías) las van alimentando para calentar un depósito de 5.000 litros de agua. A partir de este momento, el agua sale por una tubería que recorre las dos calles, unos 500 metros en total, a 80 grados y regresa con 70. "Apenas pierde temperatura", señala el alcalde, "lo que demuestra su eficiencia".
Sin embargo, el sistema no suministra directamente agua a cada vivienda. "Si fuera así", advierte el alcalde, "cualquier avería en una casa afectaría a todo el sistema". Ante esta situación, un intercambiador traslada el calor al agua de cada vivienda, que a su vez cuenta con un acumulador de 200 litros de agua caliente.
Esto sirve "por si en algún momento el sistema debe parar para el mantenimiento de la caldera o la limpieza, que hacemos en verano", explica. La energía que usa cada vecino se factura a 0.025 euros el kilovatio, lo que supone entre 600 y 1.000 euros al año e incluye los gastos de leña, la electricidad de las calderas y bombas de agua y su mantenimiento.
Los vecinos están encantados y quieren continuar en el pueblo
Enrique Elizondo es uno de los vecinos de este peculiar pueblo. Está encantado con el sistema de calor comunitario mediante biomasa. "La factura es la mitad que la caldera de gasoil, que además no deja de ser un combustible fósil con lo que ello supone. En cuanto al tema de la leña, yo con mi edad ya no me veo yendo al monte a cortar, que para el invierno es mucho", comenta.
Enrique asegura que la comodidad del sistema también es algo que ha acabado por cautivar a los vecinos más reacios. Este vecino explica que la mayoría ya dispone de calefacción y agua caliente, y si no tienen es porque se tratan de segundas residencias o negocios privados.
"No sé si tendrá algo que ver, pero desde que disponemos de este sistema hay siete niños más en el pueblo", comenta ilusionado Pérez de Arrilucea, quien no duda de que las mejoras de habitabilidad han hecho que varias parejas jóvenes se hayan quedado en Sabando. "Las casas de pueblo son grandes y calentarlas cuesta mucho, pero de esta manera conseguimos que sean confortables a bajo precio", defiende el alcalde.
“"Desde que disponemos de este sistema hay siete niños más en el pueblo"“
En este pueblo los vecinos están contentos, así lo reflejan, ya que pueden disfrutar sin las incomodidades del riguroso invierno de la montaña alavesa. Además, bajo esta línea de ahorro energético, el interés por la experiencia de este pueblo rural ha llegado a otros núcleos cercanos.
En Aberasturi, otro concejo alavés de tamaño parecido (60 viviendas), ya han hecho un estudio y han visitado el famoso pueblo para comprobar cómo funciona in situ, así como conocer la opinión de los vecinos. Por el momento, los habitantes han ideado ya el proyecto y están buscando financiación.
Pero esta idea que está permitiendo ahorrar dinero a los vecinos de Sabando ha traspasado también las fronteras del País Vasco, ya que el alcalde ha participado en varias charlas explicativas en pequeños pueblos de Soria y Ávila.