Viktor Orbán, la piedra en el zapato de Europa
- "Hungría socava la democracia en la Unión Europea", señalan los expertos
- En las decisiones del primer ministro húngaro influye su relación con Rusia
Después de que el parlamento turco aprobase la semana pasada el proceso de adhesión de Suecia a la OTAN, Hungría se ha convertido en el último Estado miembro de la organización pendiente de aprobar la solicitud de Estocolmo.
Su oposición a la entrada de Suecia en la Alianza rima con la negativa del gobierno de Budapest para desbloquear los fondos europeos destinados a la ayuda ucraniana que el Consejo debate este jueves, así como a que Kiev forme parte de la Unión Europea. En cada revés de Hungría, la sombra rusa acecha.
Desde la invasión de Ucrania en febrero de 2022, el presidente húngaro, Viktor Orbán, se ha caracterizado por su animadversión a cualquier medida que pueda ir contra Moscú, desde la ampliación de la OTAN a permitir que Ucrania se integre en las estructuras occidentales.
Sus políticas díscolas con Europa y la Alianza, si bien tienen que ver con su deriva antiliberal, también responden a los intereses internacionales húngaros, sometidos a un delicado equilibrio entre mantenerse en el marco occidental y su dependencia energética con Rusia.
Un dirigente “políticamente incorrecto”
Viktor Orbán era conocido en Hungría antes incluso de su llegada al poder. Su primera aparición pública fue en 1989, durante una ceremonia en honor a los mártires del levantamiento de 1956 contra la Unión Soviética. En una época donde aún resultaba tabú criticar a Moscú, Orbán aprovechó la ocasión para pedir la retirada de las tropas soviéticas del país magiar.
Aquel movimiento, que podría admirarse como una postura favorable a la liberalización del régimen húngaro, no dejaba de ser algo propio de su instinto político. La rebeldía que en su momento dirigió contra el establishment soviético, la usa en la actualidad contra Bruselas.
“Lo que define la política húngara es que Hungría ya no es una democracia”, señala Luis García Prado, editor afincado en Hungría desde 2016 y autor de dos libros sobre las políticas de Orbán. “Mantiene la fachada de las instituciones democráticas y del Estado de Derecho, pero es prácticamente un partido único que ha penetrado en todas las esferas de la vida pública”, explica.
El liderazgo incontestable de Orbán a nivel interno le permite pasearse por los organismos europeos con aires de grandeza. El primer ministro húngaro ha pasado a ser el centro de todas las atenciones al cuestionar el sistema europeo y ofrecerse como una alternativa a los gobiernos liberales del Viejo Mundo.
“El objetivo de Orbán es mantener al régimen antiliberal y cada vez más autoritario de Hungría a salvo de las intervenciones externas [Unión Europea] que critican el trasfondo democrático húngaro”, indica el miembro senior del Fondo Marshall Alemán de los Estados Unidos, Daniel Hegedüs.
De esta forma, los movimientos euroescépticos de Orbán podrían ser una forma de influir en las negociaciones con la UE. “Apoyar a Ucrania es una cuestión estratégica para Europa”, revela Hegedüs, “y explotar las oportunidades de bloqueo en ese campo proporcionan una enorme influencia a Orban”.
Para Hegedüs, el régimen húngaro “es un caballo de Troya” para el sistema de alianzas occidentales por dos razones: la primera, porque “Orban sirve a los intereses rusos y chinos, no porque dependa de estas potencias, sino porque es una relación de la que ambas partes se benefician”. Y la segunda, “porque el régimen húngaro está haciendo todo lo posible para socavar la democracia del Estado de Derecho en la Unión Europea”.
El próximo julio, y hasta diciembre de 2024, Hungría ostentará la Presidencia del Consejo de la UE. Sin embargo, el pasado junio de 2023 el Parlamento Europeo aprobó una resolución que pide al Consejo una alternativa, entre la que se encuentra la de impedir que Budapest asuma el cargo.
La cuestión ucraniana
Mientras el resto de líderes europeos posan con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, el mandatario húngaro mira hacia otro lado. Recientemente, Ucrania confirmó estar trabajando con Hungría para organizar una reunión entre Orbán y Zelenski en los próximos días.
La visita supondría la primera del mandatario húngaro a Ucrania desde que comenzó el conflicto, aunque después de la que realizó a Putin en octubre del año pasado.
Con respecto a los resultados derivados de una reunión, el politólogo ucraniano y profesor adjunto de la Universidad Central Europea de Viena, Anton Shekhovtsov, se muestra poco optimista: “La cuestión es que Orbán ha proclamado que ayudar a Ucrania es equivalente a traer la guerra a su país". "En las elecciones de 2022, este señaló a Zelenski como un 'enemigo a batir', y Zelenski hizo lo mismo al decir que Orbán era poco más que un dictador”, apunta.
"Hungría necesita tener una buena relación con Ucrania, porque Ucrania es enorme; Hungría pequeña; y están al lado. Orbán lo sabe, y hará lo que pueda para minimizar cualquier otro conflicto", explica Frank Furedi, director del Mathias Corvinus Collegium en Bruselas, entidad muy cercana al régimen de Budapest.
Para políticos como Orbán, es imperativo tener un enemigo para focalizar los problemas que acusan al país. Estos pueden ir desde los refugiados en su política interior hasta la “élite” de la UE en la exterior. Ucrania es una jugosa adición a la lista.
Luis García comenta: “Cuando se desató la invasión de Ucrania en febrero de 2022, muchos analistas pensaban que le iba a ir mal a Orbán en las elecciones porque se había destacado por su apoyo a Rusia". "Pero su campaña electoral partió de una idea-fuerza: 'no queremos la guerra, queremos la paz '. Por ende, si estabas a favor de Ucrania, lo estabas del conflicto. Su reelección fue apoteósica”, sentencia.
Para Frank Furedi, la realidad es muy distinta: “Hungría es un país comprometido con la soberanía nacional, por lo que sus intereses a veces entran en conflicto con los de la UE". Y advierte: "Hay que recordar que hay muchos otros países que piensan como Hungría, pero no están dispuestos a decirlo públicamente. Por eso es que siempre son los 'malos' de la UE".
En una táctica inédita, el pasado diciembre Víktor Orbán abandonó sorpresivamente la cumbre de la Unión Europea para votar la admisión de Ucrania y Moldavia como candidatos a la UE, permitiendo que se aprobasen. Este gesto no le impidió posteriormente vetar el último paquete de ayuda económica europea para Ucrania criticando que el dinero de los contribuyentes húngaros no debería ir en contra de sus propios intereses. Esos intereses tienen nombre y apellido: Federación de Rusia.
La sombra rusa
La diplomacia entre Hungría y Rusia es un proceso complejo que afecta a las políticas internas y externas de Budapest, así como la postura que debe adoptar el país para mantenerse en una posición favorable tanto para Occidente como para Moscú.
La influencia rusa en Europa del Este se ha basado en establecer zonas de influencia entre sus vecinos. Entre medias, Hungría ha tejido y afinado las relaciones con Moscú de una forma incomparable al resto de sus vecinos.
“Históricamente, los nacionalistas húngaros eran antirrusos debido a las invasiones que sufrieron por Rusia entre los S.XIX y XX”, establece Luis García. “De hecho, Orbán era antirruso cuando estaba en la oposición, y se convirtió a prorruso, mejor dicho, pro-Putin, justo antes de volver al poder en 2010. Pon las declaraciones actuales de Orbán contra Ucrania junto a las realizadas en 2008 con la invasión rusa de Georgia. Estaba totalmente alineado con Occidente”, concluye.
Para Moscú, Budapest es un actor importante en el contexto de la UE debido a su capacidad de vetar ciertas propuestas. Para Hungría, sus relaciones en el suministro de gas le son muy ventajosas, siendo antes de la invasión de Ucrania el segundo país por detrás de Alemania en poseer mayor dependencia del combustible ruso.
“Lo que ha conseguido Orbán es mantener unos precios de la electricidad muy bajos en Hungría, por lo que siente que le debe algo a Rusia”, señala Shekhovtsov. “También está la indudable sintonía con Putin: ambos tienen sistemas iliberales que guardan muchas similitudes frente al resto de países europeos”, explica.
En este contexto de percibir a Rusia como un activo, Daniel Hegedüs establece que “una Ucrania occidentalizada es una amenaza para el gobierno húngaro y ruso porque demostraría que el modelo de democracia liberal sigue siendo atractivo para transformar la sociedad de un país”.
Sin embargo, Hungría es miembro de la OTAN y, por tanto, el marco de referencia de su política exterior debería estar determinado por su membresía a la organización, así como con la UE. Pero esta filiación no parece limitar los movimientos claramente prorrusos de Orbán.
“Hungría es un país muy dependiente del gas y del petróleo ruso, y quiere seguir siéndolo”, comenta Luis García. “Mientras, otros países de la región, algunos de ellos mucho más prorrusos que Hungría, como Eslovaquia, han empezado a diversificarse porque Rusia se ha convertido en un proveedor no fiable”.
Luis García va mucho más allá a la hora de ahondar en las "inexplicables" relaciones entre Hungría y Rusia, y los supuestos beneficios que le aportan. "Hungría tiene una planta nuclear [en Paks] de la época soviética. Su gran plan para la autosuficiencia energética pasaba por reformar y ampliar dicha central. Pero el acuerdo se pactó con Rusia justo después de la anexión de Crimea en 2014, cuando toda Europa evitaba hacer negocios con Putin. Con lo cual, la independencia con Moscú seguía quedando en entredicho. Y por si acaso había alguna duda de si era favorable o no para Hungría, Orbán lo declaró secreto por 30 años".
El valor que le otorga Rusia a Hungría es la ventaja para construir una posición de mayor alcance geográfico, pero ello no la convierte ni en Bielorrusia ni un Estado títere de Moscú. Para Frank Furedi, no hay opción a especulaciones: "No existe un amor especial entre ambos [Putin y Orbán]. Es solo que, en estos temas, simplemente parecen coincidir. Hungría sigue sus intereses nacionales".