Martin Scorsese, en Madrid: “Si las imágenes ya no significan nada, tenemos que reinventar las imágenes”
- El director de Los asesinos de la Luna visita la Academia de Cine
- Ha mantenido un encuentro moderado por Rodrigo Cortés y con la presencia de la reina Letizia
Martin Scorsese ha cerrado su charla en Madrid con un mensaje claro: “Me gustaría hacer más películas”. Tiene 81 años, pero su acelerada verborrea deja claro que le sobra vitalidad, energía y ganas de experimentar. Frente a él, cineastas, productores y actores convocados en la Academia de Cine. También la reina Letizia: nadie quería dejar de escuchar a Marty aunque fuesen 45 minutos.
La presencia de Martin Scorsese se explica primero por su round trip europeo (visitó al papa Francisco mientras prepara su película sobre la vida de Jesús), pero sobre todo por el cambio de paradigma de la carrera de los Oscar: en 10 años, la Academia de Hollywood ha doblado sus miembros, internacionalizando los votantes y Los asesinos de la luna, producida por Apple, todavía está de campaña.
El acto ha consistido en una charla del director de Taxi driver con el cineasta Rodrigo Cortés, que no es solo un admirador: Scorsese es el productor ejecutivo de la nueva película del director español, Escape, protagonizada por Mario Casas y que se estrenará el próximo 31 de octubre con la participación también de RTVE en la producción. “Es fantástica”, avanza Scorsese.
Cortés ha guiado la charla por aspectos muy concretos de su carrera y del oficio de cineasta, pero la locuacidad del neoyorquino reconducía el discurso en múltiples direcciones. Para la voluntad de cineasta de Scorsese, en un principio fue la técnica. “Exploro la técnica lo máximo posible: me gustan los travellings, las estructuras no narrativas. Hacer películas con las que puedo jugar con la estructura como si fueran piezas musicales. Porque creo que la música es la forma más pura de arte”, explica.
Y pone un ejemplo para distinguirse de un amigo y compañero generacional. “Admiro los movimientos de cámara de Brian de Palma, como en Los intocables, pero tienen un sentido narrativo. No veo eso en mis películas: no hay una toma larga con una progresión narrativa”, autoanaliza.
El cineasta recuerda que creció admirando los movimientos de cámara de Max Ophüls o Jean Renoir, pero sostiene que el mundo audiovisual ha saturado de movimientos la imagen haciendo perder su impacto en el espectador. “Nos acostumbramos al movimiento creado por efectos digitales, por las noticias, por los anuncios, por un vídeo turístico de promocional. Tienen planos increíbles, con la cámara volando por todos lados. Y piensas, ¿qué hacemos entonces? Si las imágenes ya no significan, tenemos que reinventar las imágenes. Vamos a arrancarlo todo. Y permanecer a ver qué pasa. Y no imitar”. Una reflexión que bien explica el ritmo más sosegado de Los asesinos de la luna.
Respecto a su última obra, que aspira a 10 Oscar, ha recordado su participación actuando como locutor radiofónico que narra las andanzas del FBI en el caso de los asesinatos de los indios osage. “Cuando fui a la tumba de Molly (el personaje real de su película, que interpreta Lily Gladstone) fue un golpe de emoción. Me hizo preguntarme si también era culpable. Y, de alguna manera, rodar esa escena era una forma de pedir perdón. La culpabilidad es interesante, todos la sentimos aquel día cuando filmamos”.
Dice Scorsese que si rechaza la narrativa convencional no es porque la tenga superada. “No es nada fácil de hacer. Yo no puedo hacerla. Por ejemplo, en Infiltrados todavía no sé si algunos personajes trabajan para la policía o son gangsters”, bromea.
Pero es consciente de que también hay que adaptarse a un público en constante metamorfosis. “Los títulos de crédito antes de la película ya no tienen sentido. Hay películas que empiezan con 10 logos, y luego una lista de nombres, actores, productores, etc. En los años 60 y 70 se acompañaba con imágenes de alguien andando que te daba información, pero ahora hay que ir más rápido. Las películas tienen que comenzar cuanto antes. Sam Fuller terminó haciendo películas que comenzaban en medio de la acción, como si fueran un tabloide”. Y esa es justamente la sensación de escuchar a Scorsese: que no hay respiro y es puro nervio.