Enlaces accesibilidad

Los 140 subsaharianos de Malpartida: ¿Cómo son sus primeros días en este pueblo cacereño?

  • Este pueblo de Cáceres acoge a un centenar de los recién llegados a España por ruta migratoria del mar
  • La presión migratoria en Canarias obliga a distribuir por la península a los recién llegados
  • El domingo, a las 22.30 horas, en el Canal 24 horas y en RTVE Play

Por
Grupo de los últimos chicos recién llegados a Malpartida
Grupo de los últimos chicos recién llegados a Malpartida

La guerra, las dificultades económicas y la inseguridad, están detrás de la avalancha migratoria procedente de distintos países africanos, que arriba a nuestras costas. La ruta, con destino a las Islas Canarias, ha aumentado hasta prácticamente colapsar la capacidad de respuesta de emergencia. Para evitarlo, el Ministerio de Migraciones ha puesto en marcha un plan mediante el cual se ha dado traslado a la península a gran parte de estos jóvenes, la mayoría hombres. Bajo la tutela de diversas organizaciones no gubernamentales, se les ha trasladado a pueblos y ciudades donde se han habilitado hoteles, o recintos oficiales para acogerlos.

Una llegada inesperada

Cuando llegaron en autobús los primeros 140 muchachos subsaharianos custodiados por la ONG Accem, nadie en Malpartida de Cáceres se lo esperaba. Según el alcalde, Alfredo Aguilera, no le habían avisado de su llegada, ni del tiempo previsto de permanencia. Para este pueblo de 4.000 habitantes, fue sorpresivo, y por ende, la primera reacción fue de inquietud y algo de precaución. “Son muchos para un pueblo tan pequeño”, dice una vecina, pero otro añade: “Bastante pena tienen por haber tenido que dejar su tierra”. Aguilera defiende que “este no es un problema nuevo” y que con algo de previsión, podrían haber conseguido distribuir a los jóvenes en grupos más pequeños por distintos pueblos de la provincia, de forma que cada uno acogiera a un número más acorde con su cantidad de población. 

Tras el primer desconcierto, Aguilera aseura que el Ayuntamiento no tardó en ofrecer las instalaciones municipales “para que los jóvenes tengan alguna actividad diaria”. Se trata de evitar que los 140, sin tareas rutinarias asignadas y sin horarios más allá de las comidas y las cenas, vaguen por el pueblo y puedan originarse malentendidos o conflictos. Por el momento la ONG solo ha hecho uso de la cancha de fútbol, adonde asisten por la mañana y por la tarde, para jugar en pequeños equipos que han formado.

Agunos de los recién llegados jugando al fútbol

Agunos de los recién llegados jugando al fútbol

Además de eso, Aguilera considera necesario que se explique, de alguna manera, la presencia de los nuevos vecinos al pueblo, mediante charlas en institutos, colegios, o en la Casa de Cultura. Esta, también la han ofrecido para realizar actividades, como clases de español, para mejorar su comunicación con el entorno, aunque lamenta Aguilera que, por el momento, Accem no haya recogido el guante. 

Solidaridad ante todo

En la oficina de turismo, Toñi Rubio, vecina de Malpartida, muestra parte de la ropa que han traído los vecinos para repartir entre los recién llegados. Y es que el invierno está a la vuelta de la esquina y aquí hace mucho frío. Y ellos, llegan en playeras y con ropa ligera.

Ropa que han ofrecido los vecinos para los recién llegados

Ropa que han ofrecido los vecinos para los recién llegados

Maripaz Leo, responsable de turismo en el Ayuntamiento de Malpartida, habla de los vecinos de Malpartida como un pueblo solidario. Sus vecinos, , conocen de cerca la migración, puesto que la mitad de la población tuvo que marchar en los años 60 en busca de una vida mejor. Y ya han sido varias las ocasiones en las que se han organizado para ayudar a distintos colectivos como hicieron durante la guerra de Ucrania, o con otros ciudadanos ya integrados, llegados de distintos países.

Por eso, se organizaron para ofrecer a los chicos recién llegados lo más urgente: zapatos y algo de abrigo. O como intérpretes de francés, tal y como hizo Beatriz, una vecina profesora jubilada que habla el idioma, y se ofreció para poder establecer comunicación con ellos, y así conocer cuáles son sus necesidades o sus inquietudes. También en algunos de los comercios, como los bares, los vecinos colaboran con ellos invitándoles a desayunar o a tomar café.

Así, hemos conocido las primeras amistades que han trabado estos chicos. Como en el bar Vinilo, donde nada más llegar, Mamadouk y Moor se convirtieron en uno más de la familia. O en el Mesoncito de Andrés, en el que muchos vecinos les invitan a desayunar.

En busca de un futuro mejor

En la terraza del Mesoncito, junto al Ayuntamiento, se sienta a diario un grupo de chicos procedentes de Senegal. Abdoulaye Bara Diallo, nos explica que él siente un gran respeto por los vecinos y por el país, porque desde que llegó a España, le han ayudado mucho.

En casa me han enseñado que siempre se debe ser agradecido

Le ofrecen comida y ayuda: “En mi casa me han enseñado que siempre se debe ser agradecido”. Quiere quedarse a trabajar en España, quizá en la pesca, tal y como hacía en Senegal. Pero lo que le importa, sobre todo, es encontrar trabajo, ya que en su familia la situación es difícil, y se ve en la obligación de ayudar a sus hermanos pequeños que quedaron en su ciudad natal.

Los vecinos les ayudan en lo que pueden, como Beatriz

Los vecinos les ayudan en lo que pueden, como Beatriz

Desconoce, como los demás, el tiempo que puede llevarles regularizar su situación y la necesidad de seguir paso a paso los requisitos para conseguir un permiso de residencia y de trabajo, pero tiene confianza en conseguirlo.

Grupo de chicos en Malpartida

Grupo de chicos en Malpartida

Paseando con Beatriz por Malpartida, un grupo de chicos va paseando y viene desde el hotel. Muestran en sus teléfonos, algunos vídeos de la travesía por mar hasta Canarias. Es peligroso. Revelan que viajaban 217 en la barca. Mouhamed Sy, da gracias por haber conseguido su objetivo: llegar a España. La mayoría trabajaban como pescadores, pero la escasez de pescado les hizo cruzar el mar para buscar aquí un futuro mejor. Makhelé Bá, con 19 años, ya habla un poco de español y nos cuenta que lo que más les inquieta es que la policía o la guardia civil puedan detenerlos y echarlos del país.

Formación e información

No son personas derruidas, al contrario

La comunicación con ellos es difícil. La cuestión es cómo informarles de sus derechos y de sus deberes si no hablan español, y muchos, tampoco hablan francés ni inglés. Se hace indispensable que aprendan el idioma, y, tras la primera acogida en el hotel, cubiertas las primeras necesidades, Accem pone en marcha una segunda fase en la que ofrece clases de español y asistencia jurídica. Mar García Navarro, responsable territorial de Accem de Extremadura asegura que todos ellos han pasado un viaje duro, y unas experiencias traumáticas, pero niega que sean "personas derruidas, al contrario" la mayoría llegan a España con una capacidad de resistencia y una fuerza extraordinarias basadas en la esperanza que tienen depositada en mejorar sus condiciones de vida.

Es crucial que los recién llegados aprendan un idioma para conocer sus derechos y obligaciones

Es crucial que los recién llegados aprendan un idioma para conocer sus derechos y obligaciones

En sus instalaciones de Cáceres hay algunos de los migrantes que llegaron a Extremadura hace ya meses. Están aprendiendo español, para poder desenvolverse en situaciones cotidianas, como comprar los productos básicos en el supermercado. Conocemos a Demba Doukari, de Mali, y a Andrei Makounin, de Rusia. El origen de su decisión de venir a España, es distinto. Pero ambos sueñan con instalarse aquí y conseguir un trabajo. Han optado por solicitar asilo, tal y como nos explica que hacen prácticamente la mitad de los recién llegados. Para la petición de asilo es necesario que procedan de países donde exista un conflicto bélico, o que sus vidas estén en peligro por motivos políticos, religiosos, de sexo o relacionados con su orientación sexual.

En este trámite les orienta María Eugenia Bermejo Moreno Abogada Accem, así como también les informa y acompaña en el proceso burocrático de conseguir poner en orden su documentación, y solicitar sus permisos de residencia y de trabajo. "Lo que más preguntan: ¿Cuándo podré trabajar?". Y es también, en el caso de que les nieguen el permiso de trabajo, o de residencia: ¿Qué va a pasar conmigo?".