Enlaces accesibilidad

Menonitas, los últimos supervivientes del siglo XVI

Noticia Documentos TV 
  • Viven sumisos a su religión y al trabajo manual desde hace cinco siglos, todo lo demás es peligroso y está prohibido
  • Un equipo de periodistas franceses consigue vivir unos meses en una de las comunidades más rígidas de Argentina

Por
Dos mujeres y varios hombres menonitas caminan.
Grupo de hombres y mujeres menonitas caminan por su colonia.

¿Se puede vivir sin tecnología?, ¿prescindir del móvil, de la electricidad o incluso del coche?, comienza preguntándose el documental "Menonitas" que Documentos TV emite esta semana. En la actualidad, este es el modo de vida de dos millones de personas repartidas por los cinco continentes que profesan esta religión y que han resistido a toda evolución social, humana y tecnológica desde el siglo XVI.

Viven en comunidad bajo los preceptos del respeto a lo sagrado, con austeridad extrema y totalmente alejados de las muchas tentaciones del mundo actual globalizado frente a sus arcaicas tradiciones y que ponen en peligro su existencia.

Fila de carruajes menonitas

Una fila de carruajes circula por los caminos de la colonia menonita de Pampa de Guanacos. ©Factual Factory/AH! Production

Los seguidores de Menno

En el siglo XVI, el predicador neerlandés Menno Simons lideró y dio nombre a un grupo de personas que profesaban un protestantismo radical, los llamados menonitas. Sus principios básicos radicaban en la no violencia y en la vida en comunidad.

Sombreros utilizados porlos menonitas

La austera vestimenta de los menonitas identifica al grupo y los distingue del resto de la sociedad. ©Factual Factory/AH! Production

Procedentes de lo que hoy es Alemania, Países Bajos y Suiza y perseguidos por el catolicismo y otros grupos cristianos, su historia está marcada por la migración. En el siglo XIX, los menonitas emigraron a Canadá y desde ahí se distribuyeron por el continente americano. En Argentina, a 1.200 Km de Buenos Aires, se encuentra una de las comunidades más rigurosas e inaccesibles de todas las repartidas por el mundo.

Un grupo de hombres menonitas

Un grupo de hombres menonitas hablan en la entrada de una de las casas de la comunidad de Pampa de Guanacos. ©Factual Factory/AH! Production

Nosotros no tenemos auto, no hay radio, no hay celular, no hay nada

En Pampa de los Guanacos se instalaron, hace unos veinte años, 170 familias donde llevan una vida aisladas del mundo y de cualquier avance tecnológico. "Nosotros no tenemos auto, no hay radio, no hay celular, no hay nada", explica Bernardo, el obispo de la colonia, a los periodistas que han convivido con varias de estas comunidades durante unos meses.

Algunos de mis amigos de la colonia no creen que la Tierra sea redonda

Alojados en la casa de Abraham, sin electricidad ni agua corriente, como cualquier otro menonita, han sido testigos del tradicional y hermético estilo de vida de estas comunidades. "Algunos de mis amigos de la colonia no creen que la Tierra sea redonda", afirma Titus, uno de estos menonitas.

Grupo de niños  menonitas en un carruaje

Las familias menonitas son muy numerosas porque se hace necesario procrear para perpetuar la colonia. ©Factual Factory/AH! Production

Estas microcomunidades están formadas por familias muy numerosas que realizan una interpretación literal de la Biblia y que no ha cambiado nada en siglos. Todos son rubios y con ojos claros, son endogámicos y su vida cotidiana se basa en seguir los preceptos de su religión a pies juntillas y en el trabajo manual. Allí no hay máquinas, se utilizan animales, salvo en las inmensas extensiones agrícolas donde solo está permitido el tractor con ruedas de metal.

Estoy totalmente en contra de los celulares y de internet, es algo que modifica a la gente

Es la única concesión que han hecho a la tecnología, a la que rechazan por considerarla peligrosa. "Estoy totalmente en contra de los celulares y de internet, es algo que modifica a la gente", advierte Abraham.

Descendientes de un mundo antiguo

La norma de los menonitas es que las mujeres se queden en casa al cuidado de los niños y del hogar

Susana es la esposa de Abraham. Relacionarse con ella, como con el resto de mujeres menonitas, resulta difícil porque únicamente hablan plautdietsch, un dialecto germánico que solo conocen ellos. Sus roles están perfectamente establecidos. "La norma de los menonitas es que las mujeres se queden en casa al cuidado de los niños y del hogar", afirma una de ellas.

libro Eunice Adorno

Sus atuendos remiten a siglos pasados y el cabello es tabú. "¿Nunca os habéis cortado el pelo?", pregunta la periodista a un grupo de jóvenes. "Nunca", le responden. Sencillamente, no está permitido. Además, debe ir siempre recogido y oculto bajo un pañuelo.

Mujeres menonitas con sus hijos en la cocina

Las mujeres menonitas se encargan del cuidado de los hijos y del hogar. ©Factual Factory/AH! Production

Los jóvenes se quieren modernizar más y es difícil que entiendan nuestras costumbres

Las reglas llegan a todos los ámbitos de la vida y a cada grupo. "Los jóvenes se quieren modernizar más y es difícil que entiendan nuestras costumbres", dice Bernardo. Sin móvil, sin música, sin alcohol, alejados de las chicas, los adolescentes desobedecen las normas a escondidas de sus mayores. "¿De quién es el transistor?", pregunta uno de ellos, mientras buscan la música que más les gusta y que no entienden porque no hablan inglés. Su relación con las chicas solo está permitida para casarse, como la Biblia se encarga de repetirles desde su más tierna infancia, para procrear y perpetuar la colonia.

Una mujer plancha la ropa

Las grietas de este estilo de vida arcaico pueden llegar por las generaciones más jóvenes. ©Factual Factory/AH! Production

Las disidencias se pagan

Estas sociedades fundadas sobre el respeto a lo sagrado y en la observancia de los principios del mal y el bien, temen ser horadadas por las permanentes tentaciones del actual mundo global lleno de tecnología y comodidades. Algunos miembros ya han renunciado a todas las creencias fundamentales de su religión. Es el caso de David. Hace cuatro años, y para ofrecer a sus hijos la libertad que él no tuvo, decidió abandonar su comunidad y con ella a todos sus seres queridos que han quedado allí. Piensa que los menonitas, en realidad, no tienen futuro.

David con un móvil en la mano

David dejó atrás sus creencias porque sintió que coartaban su libertad y la de su familia. ©Factual Factory/AH! Production

Una de las cosas que David echaba más de menos y que no estaba permitida era "la radio para escuchar las noticias", relata. No podía entender esta cerrazón como tampoco que, sobre el móvil digan, "que es un aparato satánico", prosigue con incredulidad.

Él salió por su propio pie, pero otros, como Pedro, sufrió el férreo castigo de su comunidad. Sin conocimiento alguno sobre ingeniería, Pedro construyó un coche que le ayudaría a la hora de vender sus quesos en los pueblos cercanos. Cuando fue descubierto, la colonia le obligó a desmontarlo, bajo amenazas de destierro y expulsión del grupo.

Un coche fabricado por un menonita

A escondidas, Pedro construyó este coche con ruedas de metal, como prescribe la norma menonita, pero la comunidad no lo aceptó cuando lo descubrieron. ©Factual Factory/AH! Production

La presión social extrema y la desvinculación de la comunidad son las herramientas más coercitivas de los menonitas para mantener el orden, en una sociedad que carece de policía y prisiones. Los menonitas han resistido desde hace más de cuatro siglos a los embates de la evolución humana, industrial y tecnológica, pero cada vez, se hace más difícil querer seguir estancado en el siglo XIX, cuando sus antepasados se establecieron en tierras americanas. Su lucha podría resumirse en la idea de si lo espiritual puede prevalecer sobre lo material en los tiempos actuales que vivimos.