'Merel', una premiada novela gráfica sobre el acoso moral en el ambiente rural
- Su autora es la joven dibujante belga Clara Lodewick
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Es importante seguir luchando contra el acoso sexual, laboral y escolar, pero no podemos olvidar otro tipo de acosos como el moral, que también puede destrozar la vida de una persona. Un tema que denuncia la joven dibujante Clara Lodewick (Bruselas, 1996) en su primera y sorprendente novela gráfica: Merel (Garbuix Books) obra en la que cuenta como una mujer ve cómo, a raíz de una simple broma, todo el pequeño pueblo en el que vive se vuelve contra ella. Un libro que formó parte de la Selección Oficial del Festival International de la Bande Dessinée de Angoulême 2023 y que ha conseguido el premio Freddy Lombard-Chaland a la primera obra.
Una historia que parte de un hecho real, como nos cuenta Clara: "El punto de partida fue una frase, el título de una noticia real que me intrigó (sobre un vecino de un pueblo al que habían matado los patos). Empecé a imaginar toda una investigación, casi un thriller. Para un primer libro, era útil pensar en un thriller, porque me daba una estructura que podía seguir. Pero cuanto más trabajaba el universo y los personajes, menos se parecía a un thriller. Y de forma muy natural se convirtió en una crónica social en un mundo rural, con personajes que me interesaban. Uno de los temas que surgieron rápidamente es la paternidad, y el lugar de los niños en el pueblo y la comunidad·.
"Me interesaba especialmente el fenómeno del chivo expiatorio -nos confiesa la autora-. Y es un fenómeno que veo en todas partes. Por supuesto, en la escuela es fácil de reconocer, y viene con el acoso escolar. Pero hay chivos expiatorios en todas las comunidades y a todas las escalas. Puede aparecer tanto en una comunidad pequeña, como una familia, pero de forma más general, a nivel social, puedes ver cómo los refugiados se convierten en el chivos expiatorios. Y en un pueblo pequeño, una persona que no comparte todos los valores y códigos, puede convertirse en chivo expiatorio si la comunidad tiene problemas con algo y necesita expresar su ira. Es algo que me asusta de los humanos".
"Merel es libre"
La protagonista de esta novela gráfica es Merel, una mujer autosuficiente que vive sola en un pueblo, lo que no acaba de gustar a los vecinos. Cuando un día hace un comentario desafortunado sobre otro lugareño, todo el pueblo se volverá en su contra y un grupo de chavales empezará a acosarla. "Merel es libre, creo que eso es lo que más la define -nos comenta Clara-. Su personaje surgió de forma muy natural, supongo que a mucha gente le gustaría actuar como ella. Me inspiré en la gente por su aspecto. Durante las vacaciones trabajaba en pequeñas granjas, y en esas pequeñas granjas, a menudo me encontraba con mujeres solteras que trabajaban duro por su cuenta. Lo que me impresionaba, era su aspecto; tenían músculos, pero esos músculos no eran músculos de fantasía, eran músculos para el duro trabajo que hacían. Y la forma en que se movían también era muy libre, porque nadie las miraba mientras trabajaban. Me gustaban esas cosas de ellas y quería que Merel tuviera ese aspecto".
Este tipo de acoso moral es más frecuente en los pueblos, donde todo el mundo se conoce, por eso Clara ha ambientado la historia en una pequeña localidad. "Es más fácil entablar relaciones en un espacio cerrado, porque la gente se ve obligada a verse -asegura-. Deben comunicarse y enfrentarse a sus problemas. Un pueblo pequeño era perfecto para eso. En una ciudad, Merel podría simplemente cambiar algunos de sus hábitos y hacer nuevos amigos. Aquí, no puede escapar de la situación a menos que alguien se mude. Y para mí, para este primer libro, también es tranquilizador trabajar a pequeña escala".
Un perfecto retrato de la vida en el campo
Es notable lo bien que refleja Clara la vida en ese pequeño pueblecito, bore todo porque ella reside en una gran ciudad. "La vida cotidiana procede sobre todo de mis propias observaciones, porque viví en un pueblecito como éste cuando era adolescente. Y como venía de otro lugar (Bruselas), me resultaba más fácil ver lo que "podía ir mal"; no estoy segura de poder hacer lo mismo con el lugar donde nací".
"La vida cotidiana puede ser muy social -añade-, sobre todo si has nacido en el pueblo y conoces a todo el mundo; hay eventos deportivos, pequeños conciertos dados por los lugareños, cafés, la escuela, donde te encuentras con tus amigos y familiares todos los días. Esto puede ser estupendo, sobre todo si necesitas ayuda para algo o estás pasando por algo difícil. Pero si tienes problemas con la misma gente, también tienes que reunirte con ellos todos los días".
Un mensaje esperanzador
A pesar de tratar un tema tan delicado como el acoso moral el libro es emocionante, intrigante e incluso divertido. Y con unos personajes de los que es imposible no enamorarse. Y habla del perdón y las segundas oportunidades. "Esas segundas oportunidades sólo se dan si todos lo quieren -nos comenta-. No creo que Merel deba perdonar absolutamente a Suzie, por ejemplo. Si se sintiera demasiado mal después de todo esto, y si las disculpas de Suzie no fueran suficientes, o suficientemente sinceras, tiene derecho a decir que no. Pero si siente que Suzie la respeta, reconoce su dolor, entiendo que sea capaz de perdonar. Suzie está siendo valiente aquí, y me importan demasiado mis personajes como para dejarlos sufrir hasta el final, así que quería devolverle algo".
Destacar el estupendo uso que la autora hace de los silencios a la hora de narrar esta historia. "Esos silencios surgen de forma natural cuando escribo -nos confiesa-. Es cierto que me encanta el poder de los silencios en la ficción: mis novelas favoritas son las que los utilizan activamente en los diálogos (como en las novelas de Kazuo Ishiguro). En la vida real, los silencios son terribles porque sabemos que representan el pensamiento real de nuestro interlocutor".
Nos encanta esa portada que parece una imagen bucólica campestre pero en la que algo invisible parece amenazar a los protagonistas. "Poner varias ideas en una sola imagen es algo a lo que no estoy acostumbrada -confiesa-. Por eso me encanta el poder de los cómics. Por eso me daba miedo dibujar la portada, pero al final me pareció que la sensación de peligro y protección era lo más importante".
"Estoy sorprendida del éxito del cómic"
Además de criarse en el campo, Clara se crio entre cómics porque sus padres se dedicaban a ello. "No tengo mucha confianza en mis dibujos -confiesa-. Mis padres son guionistas de cómics y colorista, pero no dibujantes, así que no me influyeron. Pero, afortunadamente, el mundo del cómic es increíblemente rico y pude encontrar recursos en otros lugares. Mi principal influencia son los dibujos de Bruno Heitz, y el cómic Suske en Wiske, que es una serie muy popular en Bélgica. Fuera del mundo del cómic, también me influyen los pintores expresionistas flamencos, como Constant Permeke. Dibuja cuerpos muy fuertes".
En cuanto al éxito de su primera novela gráfica, Clara Lodewick confiesa que: "¡Estoy sorprendida de todo desde el día en que mi editor aceptó publicarme! Y estoy muy contenta y agradecida de poder seguir haciendo esto cada día, es un sueño para mí. Estoy trabajando en mi próximo cómic, ¡creo que saldrá en marzo de 2025 en francés! Esta vez, el protagonista es un adolescente, y todo vuelve a suceder en un espacio cerrado; un aparcamiento".
Por cierto, destacar la estupenda traducción de Núria Molines Galarza.