El hambre amenaza a la supervivencia del oso polar por el deshielo
- Los periodos sin hielo marino, superficie que facilita la caza de las focas, han aumentado en las últimas décadas
- “No tienen estrategias de comportamiento y energéticas para evitar la pérdida de peso", según un estudio
Los osos polares tienen más difícil encontrar comida a diario debido a unos veranos árticos cada vez más largos. Esto aumenta el deshielo y los osos se ven obligados a vivir más tiempo en tierra donde las focas, su principal fuente de alimento, dejan de estar a su alcance. “Los osos no tienen estrategias de comportamiento que puedan utilizar para evitar la pérdida de peso durante el verano en tierra, y [la malnutrición] será mayor cuando pasen períodos más largos en ella”, ha comentado a EFE el autor principal de la investigación, Anthony Pagano del Instituto Geológico de Estados Unidos.
La investigación se ha publicado este martes en Nature Communications que ha seguido a 20 ejemplares en tierra en la región occidental de la bahía de Hudson (Canadá). Los investigadores trabajan con la hipótesis de que el calentamiento del clima está afectando a esta especie a un ritmo más rápido que a las que habitan en otras regiones árticas
Estos mamíferos cuentan con una gruesa capa de grasa corporal y de un recubrimiento que los aísla del aire y del agua fría. Para poder mantener este abrigo se pasan más del 50% de su tiempo buscando comida. Pese a esto, un oso polar puede atrapar solo una o dos de las diez especies de foca que caza, en especial anilladas y barbudas, dependiendo de la época del año y de otros factores, a lo que ahora se suma el aumento de la temperatura del planeta.
La alimentación en tierra no basta
Si bien estos animales “muestran una notable plasticidad en su comportamiento, siguen corriendo el riesgo de morir“ de hambre debido a la disminución prevista del hielo marino ártico. De hecho, el trabajo subraya que el alimento que consiguen en tierra no les da la energía suficiente para resistir más tiempo antes de llegar a un estado de inanición.
“Los osos no tienen estrategias de comportamiento que puedan utilizar para evitar la pérdida de peso durante el verano en tierra, y [la malnutrición] será mayor cuando pasen períodos más largos en ella”, ha comentado a EFE el autor principal de la investigación, Anthony Pagano del Instituto Geológico de Estados Unidos.
Como consecuencia, el estudio destaca que pueden llegar a perder hasta un kilo al día mientras pasan tiempo fuera del hielo durante los veranos árticos. Los datos también apuntan a que los periodos sin hielo marino han aumentado tres semanas en las últimas décadas.
Investigaciones previas ya han demostrado que el periodo sin hielo en el oeste de la bahía de Hudson aumentó en tres semanas entre 1979 y 2015. Los osos están ahora en tierra una media de 130 días frente a los 100 o 110 de antes.
La investigación también destaca que, en función de los distintos escenarios de emisiones de gases de efecto invernadero, “es probable” que la permanencia fuera de mar aumente entre cinco y diez días por década. Los científicos prevén más "aumentos en la inanición, en particular entre los adolescentes y las hembras con cachorros".
Mecanismos para mantener las reservas
Los animales han mostrado diversas estrategias para mantener las reservas de energía, que se han observado independientemente de la edad, el sexo, la etapa reproductiva (se incluyeron hembras embarazadas) o los niveles iniciales de grasa de cada ejemplar. Aunque no todos reaccionaron igual, 19 de los 20 animales perdieron “cantidades similares de masa corporal”, una media de un kilogramo al día. Los investigadores pesaron a los osos antes y después del periodo de observación, durante tres semanas entre agosto y septiembre, además de medir su gasto energético.
El estudio destaca que varios machos adultos simplemente se tumbaron para conservar energía, quemando calorías a un ritmo similar al de la hibernación. Sin embargo, el 70% se mantuvo activo buscando alimentos terrestres, como bayas, hierbas y cadáveres de aves y caribúes (reno de bosque).
En el caso de las hembras adultas, la mayoría dedicaron hasta el 40% del tiempo a buscar comida y, aunque los alimentos les dieron algún beneficio energético, tuvieron que gastar más energía para acceder a ellos. Tres nadaron hasta 175 kilómetros en aguas abiertas, donde dos encontraron cadáveres de mamíferos marinos de los que no pudieron alimentarse mientras nadaban ni llevarlos a tierra.
Tan solo uno engordó tras tropezar con un mamífero marino muerto en tierra.
Datos para predecir efectos futuros
Pagano explica que es difícil calcular en cuánto tiempo podrían morir de hambre, ya que depende del tamaño y la condición corporal, aunque estudios anteriores estiman que los machos adultos “morirían de inanición si el ayuno estival aumentara a 180 días”.
Esto se explica porque los osos polares son “muy diferentes de los pardos”, según señala en un comunicado otro de los autores del estudio, Charles Robbins de la Universidad Estatal de Washington. "Pueden alcanzar los tres metros y superar los 1.500 kilos de peso, frente a los dos metros y 800 kilos de sus parientes terrestres", añade.
Robbins afirma que los osos polares, que "no son osos pardos con abrigo blanco", dependen de la grasa rica en energía de las focas, que cazan mejor en el hielo.
El próximo objetivo es utilizar estos datos para predecir los efectos de la pérdida prevista de hielo marino en la reproducción y supervivencia de poblaciones específicas de osos polares en distintas partes de su área de distribución.
Una especie en situación vulnerable
Debido a la continua y potencial pérdida de su hábitat, hoy en día se considera como una "especie vulnerable" con una población de entre los 22.000 y 31.000 ejemplares. Los científicos han dividido a la población total de osos polares en 19 unidades o subpoblaciones. Los últimos datos del grupo de especialistas en osos polares de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) muestran que tres de sus subpoblaciones están en declive y se estima que existe un alto riesgo de disminución a futuro.
El conflicto entre humanos, los impactos industriales y la caza no sostenible continúan siendo algunas de las principales amenazas, según apunta WWF. A medida que el cambio climático está obligando a cambiar la distribución de esta especie, los osos polares entran en contacto más a menudo con las comunidades humanas de la región. Por otro lado, este organismo estima que las instalaciones y las operaciones petroleras en alta mar en el Ártico se incrementarán en los próximos años, cuyos efectos, a causa del derrame de vertido, serían perjudiciales a corto y largo plazo.
Aunque es cierto que la mayor parte de las áreas del Ártico tienen un fuerte monitoreo del número de ejemplares, siguen existiendo zonas donde la caza ilegal continúa estando a la orden del día.