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Galicia se la juega en las elecciones más abiertas en años: continuidad del PP o cambio histórico a la izquierda

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Elecciones Galicia 2024: Alfonso Rueda (PP), Ana Pontón (BNG) y José Ramón Gómez Besteiro (PSdeG)
Candidatos a las elecciones de Galicia 2024 con representación: Alfonso Rueda (PP), Ana Pontón (BNG) y José Ramón Gómez Besteiro (PSdeG)

Galicia está acostumbrada a un color electoral, el azul del PP. El Partido Popular ha gobernado en esta comunidad durante 38 de los 43 años de autonomía, así que un cambio de signo en esta tierra sería más que histórico. En unas horas se despejará la duda en las elecciones en Galicia más abiertas de los últimos años con un PP que se conjura para mantener un bastión clave y una izquierda que ve posible, ahora sí, desbancar a los 'populares'.

Más de 2,6 millones de gallegos acuden este domingo a votar para elegir a los miembros de uno de los Parlamentos menos fragmentados del país. PP, BNG y PSdeG pelean por que la balanza se incline a derecha o a izquierda y todo puede depender de un puñado de votos. No hay sondeo que no augure una victoria del PP, pero los 'populares' necesitan, y han clamado por ello en campaña, de una mayoría absoluta que le garantice seguir gobernando la Xunta.

Galicia acude a las urnas en solitario tras el adelanto electoral decidido por Alfonso Rueda, lo que ha convertido esta región también en el epicentro de la política nacional y en el primer examen para los partidos tras las elecciones generales de julio de 2023.

Para seguir el escrutinio, hay que tener algunos números y elementos claves en la cabeza: el 38, el de los diputados que suman la mayoría absoluta en Galicia, necesario para que triunfe un bloque u otro; el 45% del voto, el porcentaje marcado por el PP para seguir en la Xunta; la participación, la gran baza por la que aboga la izquierda para dar el vuelco en la comunidad más abstencionista de España; y el voto exterior, que representa casi un 18% del censo total, y que, no sería la primera vez, puede decidir finalmente quién gobierna.

Aquí, algunas claves de este 18F:

Los gallegos deciden: continuidad o cambio

Desde 1989 el PP manda en esta comunidad con dos pesos pesados que han gobernado durante décadas con cuatro mayorías absolutas cada uno y con aire de imbatibilidad: Manuel Fraga Iribarne, primero, y Alberto Núñez Feijóo, despúes. Entre ellos solo un breve periodo de gobierno bipartito del PSdeG y BNG entre 2005 y 2009, en el que al PP se le escapó la mayoría absoluta por un solo escaño y no pudo gobernar. Esa pesadilla para el PP resuena estos días en sus filas.

Alfonso Rueda, que cogió las riendas de la Xunta en 2022 tras el salto de Feijóo a la arena nacional, pelea en estas elecciones por mantener esta plaza clave para el PP alertando de un "multipartito" de corte "separatista" dirigido por un BNG al que vincula con EH Bildu y ETA.

En frente tiene al nacionalismo de izquierdas gallego, que en las pasadas elecciones de 2020 escaló hasta el liderazgo de la oposición en Galicia triplicando sus representantes, y que se presenta a estos comicios más fuerte y unido que nunca de la mano de Ana Pontón, la única candidata que repite en estos comicios. Si el BNG consigue su objetivo tendría su primer gobierno en 42 años de historia con la primera presidenta al frente de la Xunta.

Y en la tercera plaza, el PSdeG, que perdió hace ya siete años esa segunda posición (superado primero por la marca de Podemos 'En Marea' y luego por el BNG) y al que Pontón quita terreno, con José Ramón Gómez Besteiro, un hombre cercano a Pedro Sánchez, como candidato. La paradoja es que si suma con el BNG, el PSOE de Galicia se puede ver gobernando incluso con peores resultados. El PSOE alienta para movilizar los mismos votos que en las generales, conscientes de que la participación en las autonómicas es históricamente más baja.

Nadie duda de que si les dan los números y el PP pierde la mayoría absoluta, BNG y PSdeG pactarán y ambos han clamado por un "cambio imparable y posible" para un "gobierno plural".

El promedio de encuestas de DatosRTVE apunta a una noche de recuento ajustado e incierto con un PP que ganaría por una mayoría absoluta exigua de 39 escaños. Augura una subida del BNG en el que sería su mejor resultado histórico con 23 diputados y una bajada de los socialistas a 12 representantes, lo que haría caer al PSdeG a su suelo electoral en Galicia. Además, este promedio añade un elemento al reparto de la tarta: un posible diputado de Democracia Ourensana que, de confirmarse, sería la sorpresa de la noche. El partido de Gonzalo Pérez Jácome se presenta a las autonómicas después de haber sido la fuerza más votada en las recientes municipales.

Pero los sondeos, sondeos son y todos los partidos han coincidido en llamar a no creérselos, en el caso del PP avisando de lo que les pasó con las encuestas el pasado 23J. Por ello, todos llaman a una participación histórica alertando contra el fantasma de la abstención, muy presente en Galicia.

A la izquierda del PSOE, compiten por un mismo electorado Sumar y Podemos que, tras el divorcio a nivel nacional, firmaron el autonómico, con Marta Lois e Isabel Faraldo como candidatas. Y a la derecha del PP, Vox pelea por obtener representación en el único parlamento autonómico que se le resiste con Álvaro Díaz-Mella. Ninguna de estas fuerzas, ahora extraparlamentarias, sale bien parada este 18F, según las encuestas.

Feijóo se la juega en Galicia

Pero además de todos los candidatos en liza, hay otra figura política clave en estos comicios: Alberto Núñez Feijóo. Su vínculo con Galicia es personal y político. Se lo debe -así lo dice- todo a su tierra y en estas elecciones se evalúa, además, parte de su gestión esta legislatura, desde 2020 a 2022, sus años finales en la Xunta. Ha hecho la misma campaña prácticamente que los cabezas de lista, con una caravana propia.

Cada día de campaña ha pedido a sus votantes evitar la repetición de la jugada de las generales, esto es, confiarse y que al final ganar sirva de poco. Así, ha arengado a los suyos, pero también a los "socialistas enfadados" con los pactos del PSOE con el independentismo y a quienes se fueron a Vox les ha dicho que el PP les necesita "más que nunca".

Las revelaciones de fuentes del partido en plena campaña que modulaban su postura sobre la amnistía y los indultos a los independentistas catalanes tensan aún más un escenario en el que no está claro que el PP mantenga esta comunidad bajo su poder. La izquierda comparte la máxima de que más que nunca, hay partido en Galicia.

De perder la Xunta, sería el segundo golpe para el PP de Feijóo que, tras triunfar en las elecciones municipales y autonómicas de 2023, tropezó en las generales y ahora no quiere caer de nuevo en estas, más que significativas para el líder nacional del PP.

Aunque es el líder que más tiene que perder en estos comicios, las lecturas nacionales no solo apuntarán a Génova. Pedro Sánchez somete a su partido al primer examen desde el acuerdo con Junts y ERC para la ley de amnistía, mientras que Yolanda Díaz compite con Sumar en su primera experiencia electoral autonómica, además, en la región que le vio crecer como política.

Podemos e Ione Belarra comprobarán si siguen en caída libre electoral y Santiago Abascal, con Vox, si consigue arañar algo en una comunidad en la que el partido es irrelevante.

A Coruña, punto clave; Ourense, la gran incógnita

No fue casual que los candidatos cerraran campaña en A Coruña que, con cerca de 1,1 millones de electores, el 40% de toda Galicia, decide 25 de los 75 diputados en el Parlamento gallego. El resultado de esta provincia es clave esta noche electoral. En las pasadas elecciones el PP se llevó casi el 50% del voto, cifra histórica.

También hay que fijar el foco en Ourense, que ha tenido un papel decisivo hasta la fecha en las mayorías absolutas del PP en Galicia (en 2020 arrasaron con el 53% del voto). Esta provincia suma casi 364.000 electores, el 13,49 % de Galicia, y reparte 14 de los 75 escaños en juego.

La gran incógnita en Ourense pasa por dos factores: la posible subida del BNG, que sigue una clara tendencia de ascenso en cada provincia, y la posible irrupción de la organización independiente Democracia Ourensana, que ya ha avanzado que pactaría "hasta con el diablo".

Una particularidad del sistema electoral en Galicia es que incluye una barrera electoral provincial del 5% de los votos que han de superar los partidos en cada circunscripción para optar al reparto de escaños. En la práctica esta barrera castiga la fragmentación y ha provocado que, desde las elecciones de 1993, cuando ese porcentaje aumentó del 3% al 5%, apenas haya habido espacio en el Parlamento gallego más que para tres partidos (PP, PSdeG y BNG).

La clave de la participación en la comunidad más abstencionista

La última vez que los gallegos acudieron a las urnas en 2020 lo hicieron en medio de una pandemia. La participación llegó al 58,9% en la noche electoral, pero bajó hasta el 48,97% en el recuento final con el voto por correo, con un resultado definitivo en el que la abstención superaba el 50%.

Correos informó este viernes haber admitido un total de 58.903 votos a distancia, cifra casi un 20% menor que en los comicios de 2020 en plena pandemia, pero un 37% superior a las del proceso electoral de 2016, el último comparable y de referencia real.

El voto exterior puede decidir el inquilino de la Xunta

Los casi medio millón de emigrantes que están llamados a votar en las elecciones gallegas del próximo domingo también pueden ser claves en estos comicios ante un resultado ajustado. La diáspora tiene un peso significativo ante el 18F, toda vez que estos residentes ausentes con derecho a voto en esta cita suponen casi el 17,7% del censo.

El escrutinio de los votos de los residentes ausentes empezará el lunes 26 y deberá estar finalizado como muy tarde el jueves 29 de febrero, de tal forma que si un escaño arriba o abajo baila podría demorarse hasta entonces saber quién mandará en Galicia los próximos cuatro años. 

Este voto ya ha sido clave en otros comicios: cuando Manuel Fraga perdió en 2005 la mayoría absoluta fio a la emigración la posibilidad de subir hasta el escaño 38, pero el recuento del voto exterior certificó el fin de la era de Fraga. Cuatro años más tarde, en marzo de 2009, su sucesor, Alberto Núñez Feijóo, logró sumar 39 escaños de la Cámara autonómica en la noche electoral y posteriormente el voto emigrante rebajaría su mayoría absoluta a 38, al ganar el PSOE un diputado más. En 2020 el apoyo de los emigrantes a Feijóo le permitió pasar de los 41 obtenidos la noche electoral a los 42 tras el recuento final, arrebatándole uno a los socialistas. Esto pone de manifiesto la importancia del voto exterior en esta comunidad y su capacidad para modificar resultados ajustados.

En horas se desvelará lo único que cuenta de verdad: el voto en la urna.