Isabel Quintanilla, el “descubrimiento” que merecía una exposición monográfica en el Thyssen
- El Thyssen acoge la primera exposición monográfica a una artista española
- Más de cien obras se exhiben hasta el próximo 2 de junio
“Yo veo la realidad y me produce una emoción tan grande que la quiero pintar”, decía la artista realista Isabel Quintanilla (1938-2017). Una realidad que llega ahora al Museo Nacional Thyssen-Bornemisza en la primera exposición monográfica dedicada a una artista española.
En El realismo íntimo de Isabel Quintanilla las obras de la artista vuelven a Madrid y se presentan otras jamás expuestas en España, en una muestra dividida en seis secciones y que puede visitarse hasta el 2 de junio.
En esta exposición temporal del Thyssen se exhiben un centenar de obras, de las cuales, 90, son de Isabel Quintanilla. Muchas de sus pinturas proceden de colecciones privadas y llegan desde Alemania, país en el que la artista obtuvo gran reconocimiento y éxito en los años 70 y 80.
“La exposición tiene un recorrido temático, guardando a la vez cierto orden cronológico”, explica a los medios Leticia de Cos Martín, comisaria de la exposición. Tres años de trabajo que se han materializado en esta selección que aborda las seis décadas de pintura realista de la artista.
La luz y las texturas, adquieren especial importancia en la representación de la realidad de Quintanilla. “Ella, con la pintura como lenguaje, tenía como objetivo llegar a hacer algo nuevo y para ello pone la mirada en la realidad más inmediata”, presenta Leticia Cos.
La obra más antigua y la más reciente de Quintanilla
La muestra comienza con un autorretrato a lápiz de la protagonista (1962) que se suma a la decena de obras en las que se muestran el trabajo más temprano de Quintanilla, marcado por unos tonos más oscuros. Esta sección, bajo el nombre de Temprana declaración de intenciones, expone el cuadro más antiguo que se conserva, La lamparilla (1956), y el más reciente, Bodegón Siena pintado en 2017, convirtiéndose en la última obra que la pintora entregó a su galerista, Leandro Navarro, antes de morir.
En Pintura de proximidad la artista realista se acerca a los objetos más cotidianos. Dejando atrás los colores oscuros de sus inicios, Quintanilla muestra naturalezas muertas con elementos personales. Aquí se expone también su popular serie de los vasos de agua de la marca Duralex.
Los objetos cotidianos, protagonistas de la obra de Quintanilla
Entre los elementos que pinta aparecen unas tijeras, unos dedales o una máquina de coser en un claro homenaje a su madre costurera que, con su trabajo, sacó a sus dos hijas adelante después de que su marido muriera en un campo de concentración en Burgos en 1941.
Su familia aparece representada también en sus obras, en ocasiones de manera expresa, como por ejemplo en el dibujo que lleva a cabo en 1974 en el que muestra a su marido, el escultor realista Francisco López, dibujando a Antonio López, o el autorretrato que lleva a cabo con su hijo con la capital italiana de fondo en Nocturno en Roma (1964). Sin embargo, en otras, están representados de manera más discreta, mediante la representación de elementos como, por ejemplo, un saco de yeso, con el que “nos está hablando de su marido sin que esté él presente”.
En la tercera sala, La emoción en la ausencia, hay una selección de cuadros que presentan los lugares más íntimos de la artista: su vivienda y su taller. Las figuras humanas están muy ausentes en la obra de Quintanilla, ya que para la artista, colocar una figura “nos daba la historia hecha” y quería que el espectador recreara su propia evocación. En estas obras se aprecia el interés del cambio de luz de la artista, interesada en “el efecto que producían estos cambios de luz sobre el mismo objeto y cómo la luz artificial reforzaba esa sensación de intimidad y soledad que ella buscaba”, cuenta la comisaria.
“Quintanilla fue un descubrimiento por lo que merecía una exposición monográfica”
Varios artistas, como Antonio López e Isabel Quintanilla, conformaron el grupo de los realistas de Madrid, una generación de artistas en la que las mujeres superan en número a los hombres. En la sala Compañeras, se rinde homenaje a estas mujeres, amigas de Isabel Quintanilla y que pertenecieron a este grupo: Esperanza Parada, María Moreno y Amalia Avia.
Las obras de los realistas madrileños se expusieron ya con anterioridad en la muestra temporal que realizó el Thyssen en 2016: Realistas de Madrid, en la que la estrella fue Isabel Quintanilla. Ante el éxito de sus pinturas, el museo lleva a cabo esta retrospectiva de su figura: “Quintanilla fue un descubrimiento, por lo que merecía sin duda alguna una exposición monográfica”, desvela el director artístico del museo, Guillermo Solana.
Desde la lejanía y las alturas, Quintanilla pintaba los paisajes que se muestran en Paisajes queridos con representaciones de ciudades como Madrid o Roma, dos lugares que marcaron a la artista. También se aprecian las aguas del mar cantábrico con sus obras El Cantábrico (1973) o Mar (1980).
La novela El Jarama, un referente para los realistas
La novela El Jarama (1956) de Rafael Sánchez Ferlosio fue una referencia para los realistas. Esta novela, Premio Nadal (1955), adquiere cierto protagonismo en esta exposición, con distintos fragmentos del texto que se muestran en las salas de la pinacoteca, acompañando a las obras de Quintanilla. Una producción en la que no falta la representación pictórica del mismo río Jarama, pintado en 1966, en homenaje a este libro.
En la sección Hortus conclusus. Naturaleza doméstica se aprecian las pinturas de naturaleza, con pinceladas que recrean las flores o árboles que Quintanilla observaba en el patio de su casa o en los jardines de la Academia de España en Roma.
La exposición concluye con una escultura de la artista Figura de Isabel (1978), realizada por su marido, Francisco López (1932-2017) y con la proyección de Los Maribeles (2024) con imágenes de archivo en la que aparece, entre otras, Quintanilla trabajando en su taller.